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JESÚS LENS
Martes, 17 de agosto 2010, 04:09
¿Tanto ha sacudido la crisis a Andalucía como para que haya habido una eclosión de la novela negra y policíaca? El que así se expresaba, con un punto de retranca, es Paco Ignacio Taibo II, novelista, historiador y director de la Semana Negra de Gijón, el Festival Cultural más populoso de Europa. Y es que, listado en mano, contabilizó a más de quince autores andaluces entre los invitados a la edición del 2010 del conocido encuentro literario.
De los andaluces reseñados, algunos escriben novela negra pura y dura, como el cordobés Francisco José Jurado, cuyo 'Benegas' ha dado mucho que hablar durante los últimos meses. Autores como Nerea Riesco, Teo Palacios o Andrés Pérez Domínguez trabajan el género histórico y José Manuel Fajardo, Javier Márquez, Juan Ramón Biedma o José Luis Muñoz son autores transversales y todoterreno, en cuyas novelas se concentra un buen muestrario de las distintas pasiones y pulsiones humanas.
Pero, en realidad, Paco Ignacio Taibo II no iba en absoluto desencaminado, como el tiempo se encargará de demostrar. Si la novela negra, como tantas veces se ha señalado, es el género realista por antonomasia, el que mejor cuenta lo que pasa en la sociedad del momento, el cómo y el porqué ocurre; a lo largo de los próximos meses deberíamos enfrentarnos a un buen puñado de novelas que, de una u otra forma, hablen de esta crisis que nos azota desde hace dos años, pero que ahora está mostrando su cara más amarga, dura y descarnada.
La crisis. No ha habido palabra más escrita, pronunciada y repetida que ésta en los últimos meses. Y, sin embargo, ha sido a mitad de 2010 cuando se ha desvelado en toda su crudeza con congelaciones masivas de sueldos, cientos de empresas cerradas y miles de trabajadores en paro, prestaciones de desempleo finalizadas, letras impagadas, deudas pendientes y embargos por doquier.
Y la literatura tiene que reaccionar ante tan desolador panorama. De hecho, ya lo está haciendo. El autor griego Petros Markaris comentaba en Semana Negra que la próxima entrega de la serie de su personaje más conocido, el comisario ateniense Kostas Jaritos, se centrará en la crisis que ha estado a punto de provocar la bancarrota de todo un país, la corrupción generalizada, la burbuja inmobiliaria, la responsabilidad de las entidades financieras y las transnacionales...
¿Cuánto falta para que nuestra literatura meta el escalpelo en las entretelas de la España del pelotazo, del España va bien y de los fallidos y prematuramente mustios brotes verdes? ¿Qué autores serán los que derriben ese castillo de naipes, esa estafa piramidal, que ha sido la burbuja inmobiliaria? ¿Qué libros se encargarán de mostrar el lado oculto, el reverso tenebroso del milagro económico español?
Es curioso. Con la crisis, el sector editorial español arde con dos tipos de libros, muy relacionados entre sí. Por un lado, los libros de autoayuda empresarial que, extrayendo lecciones de la crisis, intentar convertir a los lectores en emprendedores y hábiles directivos. Por otro, las estanterías de las librerías se han teñido de rojo. Porque todo lo que tiene que ver con la Roja y, por extensión, con los éxitos del deporte español, parece vender. De la biografía de Piqué al espíritu de superación de Nadal.
Corralito
Sin embargo, y a la vuelta de los meses, nos guste más o nos guste menos, el espejo en que nos terminaremos mirando será el de la literatura negra argentina. Autores como Raúl Argemí, Ernesto Mallo o Guillermo Orsi nos han contado, a través de sus novelas, la Argentina pre y post corralito. Sus causas y, sobre todo, sus efectos. Cada uno en su estilo. Pero es que una nueva hornada de jóvenes y airados escritores argentinos, presentes en Semana Negra 2010, han tomado su testigo.
'Siete maneras de matar un gato', de Matías Néspolo y 'La Virgen Cabeza' de Gabriela Cabezón han sido finalistas del Premio Silverio Cañada 2010 a la mejor primera novela policíaca escrita originalmente en castellano. Y el jovencísimo periodista Javier Sinay ganó el Premio Rodolfo Walsh a la mejor obra de no ficción. Estos tres títulos hablan de la Argentina que nunca aparece en los folletos turísticos ni en los documentales de viajes de los canales de televisión de pago. Hablan de las Villa Miseria nacidas en los arrabales de las grandes ciudades, de los jóvenes sin educación, sin empleo y sin esperanzas.
Hay analistas económicos que, en un alarde de alarmismo, andan pregonando la inminente argentinización de la economía española, previendo no sólo la suspensión de pagos generalizada del Estado, sino también la salida del euro, la quiebra de las instituciones financieras y la llegada de un corralito que nos devuelva a una especie de Neo-Edad Media económica. Nada de eso ocurrirá, por supuesto, pero sí que es verdad que la crisis está damnificando a cientos de miles de personas y que sus efectos colaterales están siendo devastadores.
Y la literatura no puede ser ajena a ello. Una literatura que trascienda las páginas salmón de los periódicos y los sesudos análisis sobre el porqué y el hacia dónde de la crisis para centrarse en sus 'efectos personales'. O sea, en cómo afecta a las personas, en cómo intentan baldearla y vadearla. Y salir adelante. En los sueños que unos aparcan y en las pesadillas en las que otros ingresan. Una literatura humana. Que hable de las cosas de los hombres. Y los hombres, hoy, de lo que hablan es de la crisis.
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