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María Dueñas, durante su actuación en 'El Club de Pizzicato'. :: IDEAL
Un acorde más
Cultura-Granada

Un acorde más

María Dueñas lleva tocando el violín desde los 3 años y ahora, con 7, puede presumir de una trayectoria musical envidiable

ÁNGELA GÓMEZ ANAYA

Sábado, 2 de octubre 2010, 04:00

Imagínense el viaje en coche de un matrimonio con una hija. Un trayecto amenizado con música infantil. Ya saben, los típicos clásicos como 'el patio de mi casa' o la popularísima Hannah Montana, ídolo de muchos niños y, si cabe, de adultos. Fácil de imaginar, ¿no? Ahora bien, ¿si les digo que en ese coche va una niña de 7 años y en la radio se reproduce las '4 estaciones' de Vivaldi o 'Allegro' de Fioco, y ella disfruta de lo lindo?, ¿y si esa misma niña, con tan solo 4 años, asistía a los conciertos de música clásica en el Auditorio Manuel de Falla, quedándose embelesada, anclada en la butaca, con cada acorde que la orquesta interpretaba? Algo más difícil de pensar, ¿no? Pues paren de imaginar. Esa niña existe. Está hecha de ternura, carne y hueso, y con tan solo 7 años toca el violín como muchos desearían hacerlo, y le encanta, «porque la música hace felices a las personas».

María Dueñas amontona premios encima del piano de su casa. Cualquiera que los aprecie, sin conocer que son suyos, pensaría que pertenecen a un violinista con una larga trayectoria en el sacrificado -pero tan admirado- mundo de la música. No son pocos los conciertos en los que María ha conseguido erizar la piel de todo un jurado, del público reunido en la sala, cuando mece, entre sus brazos y el mentón, el instrumento que la acompaña en la melodía de su vida y de quien tiene la suerte de conocerla. Peses a su corta edad, María ha participado en diversos certámenes y se ha hecho con el primer premio, como ocurrió en la XI edición del Concurs Sant Anastasí, en Lleida, o en el Concurso de Jóvenes Intérpretes de la Escuela de Música de Ogíjares (EMMDO), entre otros.

No son escasos los conciertos que ha dado como tampoco es pequeño el esfuerzo que ella realiza, aunque, eso sí, encantada. «Nunca tienes que decirle: venga María, ensaya, sino que ella coge el violín, se tumba en el césped y lo toca», relata a IDEAL su madre, María Fernández de Amo, del mismo modo que confiesa que la autenticidad de María brilla cuando ella, en las cuatro paredes de su casa, toma el violín y lo convierte en una prolongación de su cuerpo. «No es porque sea su madre pero escucharla en privado, sin ningún tipo de presión, es increíble».

María terminó el pasado junio 2º de educación primaria en el colegio Los Agustinos de Granada, pero durante el largo curso compaginó sus clases con los estudios musicales en la EMMDO, las clases de Lenguaje Musical y las lecciones privadas que recibe, desde los 4 años, de la violinista y profesora Tamara Amirkhanian. Tamara es una profesional del violín, además de pedagoga, que está entusiasmada con María por su continuo progreso y que, actualmente, está gestionando la participación de esta joven talento en un concurso de Francia.

Dos orquestas

Por si fuese poco, María forma parte de dos orquestas. Es la concertina, el violín principal, de la Orquesta de Cuerda de la EMMDO, en la que empezó en septiembre de 2009; y en abril de este año ingresó en la Joven Orquesta Sinfónica de Granada formando parte de los primeros violines. Haciendo cuentas, María, con un color de ojos tan profundo como sus expectativas, aprende y ensaya con el violín alrededor de 15 horas semanales. A ella, todo ese tiempo le parecen segundos pero a sus padres se les traduce en una suma importante de dinero al no contar con opciones gratuitas para que su hija siga desarrollando sus habilidades musicales y tener que recurrir a clases particulares, nada baratas, pero que, como bien afirma su madre, «por los hijos uno lo hace todo».

Su buen oído, su destreza con el instrumento y sus ganas de seguir progresando la han llevado a conseguir superar la media de edad de los alumnos que se presentan a la prueba de acceso para el primer curso de Enseñanzas Profesionales en el Conservatorio Ángel Barrios de Granada. Por lo general, la prueba aunque abierta para todo el que quiera, la suelen realizar niños que han estado en el grado elemental, durante cuatro años, y que lo finalizan a la edad de 12 ó 13. Pero María, sin cumplir aún los 8, edad mínima exigida, demostró al jurado que si para el amor no hay edad, en las aptitudes musicales tampoco.

La prueba se divide en dos partes. En la primera, Teoría Musical y Dictado, obtuvo casi un 7 de nota; y en la segunda, Interpretación de Instrumento y Canto, sacó un 8, que la posicionó en el tercer puesto del ranking de las mejores calificaciones de la convocatoria. En esta última prueba, lo estipulado es la interpretación de tres piezas: dos con partitura y una de memoria. No obstante, María hizo su aparición en la sala con un repertorio de cinco piezas y su «memoria prodigiosa» hizo que apartara las partituras a un lado y, a la vez, se acercara un poco más a su sueño: «ser violinista», afirma la pequeña de forma contundente.Lo tiene muy claro. El énfasis y el brillo de su mirada delata cual es la meta de su vida aunque baraja como segunda opción ser profesora de inglés como su madre. «Yo prefiero que se dedique al violín», interviene entre risas su progenitora, «aunque bueno, que haga lo que ella quiera», asiente.

Algunos sueños se consiguen de golpe y otros se construyen al sumar experiencias. María guarda en su memoria una que, probablemente, no olvidará. En marzo de este año participó en el programa televisivo de La 2 'El Club de Pizzicato', en donde interpretó 'Boy Paganini', pero lo emocionante, lo que ella siempre había soñado pero que nunca pensó que sucedería, se hizo realidad: compartir escenario con Ara Malikian, su violinista preferido, «el genio de la música», como ella lo apoda.

Este verano, María disfrutó del tiempo libre con chapuzones refrescantes en la piscina, leyendo, viendo la televisión y coloreando, con azul, «el color del cielo y del mar», sus dibujos. A finales de julio, viajó a Oviedo para asistir a un curso impartido por un reconocido violinista, «una experiencia única en la que hemos disfrutado toda la familia».

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