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INÉS GALLASTEGUI
Jueves, 7 de octubre 2010, 04:13
Un parto con todas las garantías de asistencia especializada para la madre y el recién nacido en caso de necesidad, pero con el máximo respeto a la naturaleza del proceso. Esa es, en resumen, la filosofía del curso 'Humanización de la atención perinatal' que la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP) imparte esta semana a profesionales de obstetricia, matronería, enfermería, pediatría, neonatología y anestesia del Servicio Andaluz de Salud. Este programa de formación, coordinado por Francisco José Pérez Ramos y Gracia Maroto, se integra en el proyecto de Humanización de la Atención Perinatal en Andalucía, que la Consejería de Salud impulsa desde 2006 para cumplir las recomendaciones de la Estrategia de Atención al Parto Normal del ministerio.
La psicóloga Gracia Maroto subraya que el objetivo es «reducir el intervencionismo innecesario y desmedicalizar» la atención perinatal. Aunque España es uno de los países más seguros del mundo para las parturientas y los recién nacidos, hay aspectos que se pueden mejorar, como «la calidad y la calidez», señala esta profesora de la EASP.
Francisco José Pérez Ramos, que coordina el citado proyecto de la consejería, recuerda que el nacimiento fue un acontecimiento personal, familiar y social, que ocurría en las casas, hasta la creación de los grandes hospitales en los años 60 y 70, cuando se convirtió en «un acontecimiento médico». Las mujeres acabaron acudiendo a tener a sus hijos «como quien va a extirparse la vesícula o el apéndice».
Por la propia inercia del trabajo, procedimientos que en principio sólo estaban indicados para algunas mujeres con complicaciones acabaron practicándose a casi todas: el enema, el rasurado púbico, la administración de oxitocina para provocar las contracciones, la episiotomía -corte del periné-, la anestesia epidural... La propia postura en la que se coloca a la embarazada en la camilla de parto -tumbada boca arriba con las piernas elevadas- es necesaria cuando el obstetra utiliza ventosas o fórceps, pero es «la peor para un parto sin problemas».
También se convirtió en protocolo la separación del recién nacido de su madre para realizarle pruebas y aplicarle calor artificial.
Muchas cesáreas
Entre los efectos de esta tecnificación del parto están el elevado número de cesáreas -en Andalucía rondan el 21% del total de nacimientos, por encima de 15% recomendado por la Organización Mundial de la Salud- y la baja tasa de lactancia materna. El enfermero recuerda que el vínculo que se establece en los primeros minutos de la vida entre el recién nacido y su madre, así como el apoyo que recibe la mujer durante su estancia en el hospital, son determinantes para que triunfe la alimentación natural. «Si la lactancia se instaura en esos primeros momentos, es muy raro que luego fracase», subraya.
En los últimos años, las mujeres han exigido cambios y cada vez más matronas y obstetras se replantean su forma de trabajar. El objetivo ahora es que la mujer «recupere el protagonismo y la capacidad de decisión sobre su parto». Para ello existe el plan de parto, un documento en el que la mujer expresa de antemano sus preferencias.
Pero sensibilizar a los profesionales no es suficiente. También hace falta que los centros sanitarios se adapten físicamente a estas nuevas demandas. Por ejemplo, todos los hospitales andaluces cuentan ya con taburetes de parto vertical, y algunos han empezado a incorporar las bañeras de agua caliente para el periodo de dilatación.
La tendencia es que la pareja o algún otro familiar acompañen a la usuaria durante el proceso, si ella quiere. Salvo complicaciones, lo ideal es colocar inmediatamente al bebé «piel con piel» con la mamá. «El recién nacido sin problemas necesita calor, amor y alimento -resume Ramos- y para eso la naturaleza ha diseñado a la madre».
Gracia Maroto explica que el curso dedica una de sus sesiones a la mejora de la comunicación. «A los profesionales se les exige una alta capacitación técnica, pero también grandes dosis de empatía y habilidades emocionales», recuerda.
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