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JUAN LUIS TAPIA jltapia@ideal.es
Viernes, 22 de octubre 2010, 04:35
Durante cuatro meses, el hispanista Ian Gibson escribió un diario, una especie de cuaderno de bitácora, sobre el desarrollo infructuoso de la búsqueda en Alfacar de los restos de Federico García Lorca. Las anotaciones no sólo suponen un seguimiento mediático de aquellos hechos sino la recopilación de los comentarios y opiniones personales de Gibson respecto a las nuevas publicaciones aparecidas sobre el asesinato y supuesto lugar de enterramiento del poeta. 'La fosa de Lorca' lleva como subtítulo unas palabras que resumen el cariz del libro del biógrafo del poeta: 'Crónica de un despropósito'.
Gibson, a pesar de todas las elucubraciones aparecidas durante el 'circo mediático' lorquiano y del fracaso en la búsqueda de los restos del poeta, mantiene la versión que allá por 1966 le diera Manuel Castilla, alias 'Manolo El Comunista': al poeta lo enterraron en el barranquillo situado más allá del olivo y del monolito existente en el Parque de Alfacar, una zona en manos privadas y sembrada de pinos, en plena linde con el citado parque. Esta zona no fue objeto de excavación alguna por el equipo de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Granada
El hispanista califica de «deficiente» el informe que realizó Francisco Gil Bracero, responsable de Memoria Histórica, y en el que se basó «la fracasada excavación de Alfacar». «Lo más importante -señala el escritor-, la recomendación no alude en absoluto a la posibilidad de que la fosa de Lorca se encuentre fuera ya del parque justo al otro lado del barranquillo y olivo indicados por Manuel Castilla». Gibson cuestiona por qué la Junta de Andalucía no consiguió el necesario permiso para investigar aquel lugar. El hecho de que ese espacio se encuentre en manos privadas no era un argumento para impedir la intervención en aquel espacio, según Gibson, porque el Estado podría haber llegado a un acuerdo con los propietarios o bien haber procedido a la expropiación.
Gracias a IDEAL
Esta 'crónica de un despropósito' contiene un único agradecimiento: «El autor agradece a D. Eduardo Peralta, director de IDEAL, su permiso para reproducir el artículo de Rafa López y Quico Chirino publicado en el diario el 20 de octubre de 2008». Este reportaje se convierte en uno de los elementos centrales del cuaderno de Ian Gibson sobre las excavaciones.
El trabajo periodístico de los compañeros de IDEAL recogía, entre otras cosas, las declaraciones del ex vicepresidente de la Diputación Provincial de Granada, Ernesto Molina, según las cuales aparecieron huesos cerca del olivo cuando se vallaba el recinto antes de su inauguración en 1986, huesos luego vueltos a entrar en otro lugar del recinto, quizá debajo de la gran fuente ornamental. «Que al parecer nadie le haya pedido explicaciones a dicho señor en relación con este asunto, y que el actual presidente de la Diputación, Antonio Martínez Caler, no nos haya aclarado nada al respecto, es realmente preocupante», escribe Gibson (pág. 206).
En este mismo sentido, el hispanista cuestiona que no se tuvieran en cuenta «las declaraciones públicas de José Antonio Rodríguez Salas, el locuaz alcalde de Jun, acerca de dicho supuesto hallazgo de huesos cerca del olivo y del supuesto entierro de los restos de Lorca detrás de una cancela no identificada en las inmediaciones de Fuente Grande». En relación con este testimonio, Gibson narra: «Rodríguez Salas dice que lleva años preparando un libro sobre la muerte del poeta, que da a entender que será muy completo, con información nueva. Esperemos que lo saque pronto de una vez tras conseguir el permiso que afirma necesitar, por estar de excedencia, de su jefe, Antonio Martínez Caler, presidente de la Diputación Provincial».
En plena redacción del 'Post Scriptum', una especie de escrito final a modo de conclusión, el pasado mes de agosto, el investigador lorquiano se encuentra con una noticia esperanzadora que da cuenta de la preparación de un decreto por parte de la Junta de Andalucía para proteger, como un lugar de memoria, la zona que va desde los pozos de Víznar hasta Alfacar. En la misma información se confirma que la AGRMH solicitaría, de ese modo, catas en cinco parajes y acreditar si hay restos en el lugar antes de plantearse una excavación. Gibson recupera la alegría, pero le dura poco.
Gibson, entusiasmado por la posible recuperación de los trabajos de búsqueda, decide entrevistarse en Sevilla con Juan Gallo, el comisario para la Memoria Histórica de la Junta de Andalucía, a quien le pregunta por el decreto. «¿Qué decreto?», le pregunta Gallo extrañado. Gallo le asegura a Gibson que «no hay tal proyecto. Que además la Junta no podría decretar la protección de la zona, ni queriendo, pues jurídicamente tal iniciativa les incumbiría no a ellos sino a los Ayuntamientos de Alfacar y Víznar».
Gibson se muestra pesimista, le auguran en Sevilla la llegada del PP al poder en Andalucía y, por lo tanto, «un retroceso en todo lo que concierne a la recuperación de la memoria histórica».
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