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Primacho, sentado a los pies del Cerro de la Virgen, una zona por la que suele transitar. :: SALVADOR RODRÍGUEZ
«¡Qué arte tienes, Primacho!»
COSTA

«¡Qué arte tienes, Primacho!»

Un personaje callejero de Motril se convierte en el 'rey local' del Youtube donde protagoniza una decena de vídeos que suman miles de visitas

FERMÍN ANGUITA

Domingo, 2 de enero 2011, 04:12

«¡Bueeeenos días, señora!». El saludo resuena como un trueno y a la señora, que da un respingo, se le intuye la intención de cambiarse de acera. Pero el hombre se aleja caminando, con los hombros bajos, la mirada en el suelo y se arranca por Camarón. «¡Queee niña más bonita, te criaste en el jardín.!». Hay que ponerse en situación, se trata de uno de los personajes más importantes de la intrahistoria motrileña y el rey absoluto de los vídeos de Youtube: El Primacho.

Su vozarrón de penetrante zumbido, grave y con un reflujo agudo que se mete en los sentidos provoca que se asome -a ver qué pasa- hasta la gente que en ese instante compra en las tiendas de la calle Catalanes. Hace aspavientos con los brazos, con los que un rato antes empujaba un carrito de supermercado parapetado de hierros y chatarra hasta pasarle medio metro de alto por encima de la cabeza. «Yo me dedico a hacer canastas, pero como las canastas ya no se venden. si quieres te canto una canción». Y otra vuelta a Camarón. Primacho protagoniza cerca de una decena de vídeos subidos por los motrileños a Youtube, tiene gracia y cae bien.

Sus dichos y salidas pueblan ya el vocabulario cotidiano de los estudiantes de la ciudad. Desde los piropos (irreproducibles) a las chavalas, hasta lo que soltó por su boca el día en que se paseó por Motril con el chasis destartalado de un motocarro subido en el carrito de la compra, colapsando el tráfico de todo el centro de la ciudad y haciendo intervenir a la propia Policía Local. Una escena de guión cinematográfico, que está reflejada en uno de los vídeos subidos a internet que tiene ya más de 15.000 visitas.

Pero lo suyo es el argumento de una película rodada en blanco y negro: «Lo de Primacho es un apodo que me han puesto, por que como soy gitano y soy muy bueno, la gente y los niños me lo dicen». Pero su nombre, repite varias veces, es José Antonio Maldonado Campos, almuñequero de treinta y nueve años y una vida que se torció un buen día aunque su interior sea como el cante flamenco: Un quejido continuo que, al salir al exterior, irradia arte y alegría.

Los jóvenes se lo dicen. «¡Pero que arte tienes, Primacho!», «eres un máquina», le repiten sin cesar. Paradójicamente, este es un hombre que asombra por su lucidez, saber estar y un sentido de la justicia que se empeñan en hacer notar, a pesar del aspecto desarrapado, escuálido, de su piel ajada, de sus manos convertidas en un suelo duro mal arado, de su mirada perdida en sabe Dios qué caminos.

«Yo soy drogadicto, no te voy a engañar. Pero no le robo nada a nadie... Y el día en que yo vea a un yonqui quitarle el bolso a una mujer, le voy a dar ostias hasta en el carnet de identidad... Y perdóneme usted. ¿Está bien hablado?». Pasan dos mujeres y por un momento se vaticina un piropo imposible de transcribir, pero finalmente se queda en un saludo de cortesía, eso sí, de atronadora resonancia y nuevo repullo en las señoras. «Soy bueno y tengo el corazón muy sensible. Yo lloro. Las mujeres me hablan y me hacen llorar, soy sensible de más». La gente de Motril se ha ido acostumbrando a su presencia, a sus cosas, a verlo en la puerta de los Frailes o junto al Mercado o, antes, aparcando coches en la Alcoholera. «La vida está muy 'joía', yo busco chatarra y me voy a la iglesia a pedir antes de robar». Mientras habla, los niños lo saludan, «es que yo soy muy famoso, pero no estoy en la fama como artista». Primacho asegura que fue fontanero durante cinco años, que tiene carnet de camión, que llegó a ser fijo y que tiene doce años cotizados.

Su conversación rezuma un hálito de cultura y educación que puede hasta resultar chocante. La calle es muy triste para quien la tiene por hogar. «Yo tengo un compañero de 29 años y duerme conmigo, colchón con colchón, porque al chaval le da miedo dormir en la calle; me da lástima y cuando no tiene ropa yo le doy zapatillas, pues tiene el mismo pie que yo», cuenta el Primacho. «Caballero, yo lo que tengo lo comparto, porque el que siembra recoge», dice sabiamente el Primacho, que desaparece con paso rápido. Se cruzan con él unas jóvenes y se le escucha no se qué de un 'Bollycao' y unas risas ahogadas. Mejor no saber el resto.

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