Edición

Borrar
1. El planeta de los simios
El último de todos
Cultura-Granada

El último de todos

Muchas películas en la historia del cine abordan el tema del final de un ciclo y el comienzo de otro

JESÚS LENS ESPINOSA DE LOS MONTEROS

Lunes, 17 de enero 2011, 05:52

Paradójicamente, su muerte prematura, el 14 de enero de 1957, a los 58 años de edad, provocada por un cáncer de garganta, convirtió a Humphrey Bogart en leyenda. Una leyenda reivindicada por los detractores de la famosa Ley Antitabaco, tan traída y llevada estos días. ¿Qué sería de las grandes películas de la historia del cine, sin los duros de Hollywood fumando virilmente o sus heroínas, seduciendo a los galanes a través de los pitillos?

Pero todo eso se acabó. La cruzada contra el tabaco empezó hace tiempo. De hecho, el elemento definitorio de los malos de 'Waterworld', una de las películas más caras de la historia del cine, era que fumaban. Como descosidos. La espídica 'El dilema', de Michael Mann, desenmascaraba a la industria tabaquera y los héroes y los galanes del siglo XXI ya no pueden llevarse un pitillo a los labios si quieren tener el favor del público. Ha llegado la hora, por tanto, de fumarse el último cigarrillo y enterrar, de una vez por todas, el nefando vicio del tabaco.

Existe una mitología muy especial con todo lo que tiene que ver con el último, sinónimo de final de un ciclo y, por tanto, comienzo de otro. La resurrección que sigue a una muerte, aunque ya nada vuelva a ser igual. El último siempre supone un alto en el camino que nos conduce, nos obliga a analizar el pasado e intentar vislumbrar el futuro. Este comienzo de 2011 aúna el cacareado cambio de paradigma motivado por la crisis con la Ley Antitabaco que ha conducido a miles de personas a intentar dejar de fumar.

Un puñado de últimos

Para animar a tantas personas que estos días piensan en fumarse el último cigarrillo y para reflexionar sobre el cambio de ciclo en que estamos inmersos, vamos a repasar un puñado de películas en las que el protagonismo es, precisamente, del último.

Por ejemplo, ¿quién no recuerda a 'El último mohicano', en las varias versiones cinematográficas que la clásica novela de James Fenimore Cooper ha tenido? La última de ellas, filmada por Michael Mann en 1992, ha pasado a la historia del cine por el brío narrativo de sus secuencias y, también, por su maravillosa banda sonora.

Uncas y Nathaniel son los hijos de un indio sin nombre que pertenece a la tribu de los mohicanos, diezmada hasta el punto de que ellos son sus últimos representantes. En puridad, sólo Uncas es mohicano ya que su hermano, interpretado por Daniel Day Lewis, es adoptado. Tras sufrir aventuras y desventuras de todo tipo y después de pasarse la película corriendo como descosidos, monte arriba y monte abajo, Uncas muere a manos de otro indio, Mawa. Y será su padre el que le vengue, matando al asesino de su hijo y convirtiéndose en el último de los de su estirpe, triste y presumiblemente condenada a la desaparición.

En 'El último samurái' y aunque haga todo lo posible por evitarlo, Tom Cruise se convertirá en testigo del final de otra saga de luchadores, hombres de honor que, fieles a la tradición, se enfrentarán al arribismo de los nuevos ricos que, en el Japón de finales del XIX, se han dejado deslumbrar por todo lo que viene de Occidente. Curiosamente, el personaje de Cruise en la película de Edward Zwick se llama Nathan Algren y también es un occidental que se convertirá en miembro adoptivo, en este caso, de una estirpe de luchadores, los samurái, famosos, míticos y reverenciados por el cine y la literatura.

A través de sus fértiles e intensos diálogos con el culto, sensible y abierto Katsumoto, el último samurái que da título a la película, el antiguo asesino de indios acosado por sus fantasmas interiores, encontrará la paz espiritual con un conjunto de luchadores que le enseñarán no solo a manejar la katana, sino a interpretar el kendo como algo más que un ritual de lucha: un camino de perfección, no en vano su nombre proviene de ken (sable) y do (camino). Como el Nathaniel mohicano, el Nathan samurái será testigo del final de una época y el comienzo de otra, ni mejor ni peor: distinta.

Dos versiones

Para tiempos complicados, los que le tocará vivir a 'El último hombre vivo', adaptación cinematográfica de la maravillosa novela 'Soy leyenda', de Richard Matheson. La guerra química entre China y la URSS ha terminado con todo vestigio de vida humana, excepción hecha de Robert Neville (Charlton Heston), un científico que encontró una vacuna contra el virus maléfico que asoló el planeta tierra y que se enfrenta, absolutamente solo, a La Familia, una mutación de los humanos especialmente sensibles a la luz y que, por las noches, ponen todo su empeño en destruir cualquier conato de ciencia o tecnología, causantes de la hecatombe sufrida por el planeta tierra. ¡Qué empeño, el de Heston, en convertirse en el último de los humanos, del que ya dio buena prueba en la celebrada y maravillosa 'El planeta de los simios'!

En 2007, manteniendo el título original de la novela, Will Smith también interpretó al último de los humanos, en una película cuya mejor baza eran las secuencias de una Nueva York absolutamente vacía y devastada por la guerra.

Robert de Niro, por su parte, fue 'El último magnate' en la última película dirigida por Elia Kazan, que adaptaba al cine la última (e inacabada) novela de Francis Scott Fitzgerald. Una historia de arribismo y ambición sin límites en que se cuenta, magistralmente, el final de la época dorada en Hollywood y, por extensión, en el conjunto de los Estados Unidos ya que, en los años treinta, colapsó el sistema de los estudios que tantas obras maestras había dado al cine. El individualismo a ultranza, el querer llegar a la cima al precio que fuese y los deseos de riqueza y poder de actores, directores, productores y escritores terminaron por cambiar, de forma definitiva, el mundo del cine.

Hablando de cine, ¿cuál fue la película que se proyectó en el cine de Anarene, la localidad imaginaria de Texas en que Peter Bogdanovich situó la acción de uno de sus primeros y más reconocidos filmes, titulado precisamente 'La última película'?

Pues fue 'Río Rojo', de Howard Hawks, uno de los directores más venerados por un afamado crítico y autor de libros de entrevistas con directores de cine que, finalmente, se convirtió él mismo en director. Y, con el cierre del cine del pueblo, Bogdanovich quiso simbolizar el final de una época, auténtico tema de fondo de una película filmada en blanco y negro para incidir en lo sombrío de la existencia de los jóvenes protagonistas, carentes de horizontes vitales, desconocedores de la vida y que se aprestan a chocar de bruces con ella, una vez que el último 'The end' sea proyectado en la pantalla que ha representado sus sueños, fantasías y ficticias aventuras hasta ese momento.

Pero si hablamos de nihilismo, de vacío existencial y de auténtico final de ciclo, ¿cómo no recordar 'El último tango en París' que bailaron Marlon Brando y Maria Schneider, al son de la impresionante y memorable banda sonora compuesta por Gato Barbieri en una de las películas más controvertidas y escandalizadoras de Bernardo Bertolucci? Insistir a estas alturas en la secuencia de la mantequilla o recordar las ingentes colas de españoles que pasaron la frontera de la España censuradora, franquista y paleta de los primeros 70 para ver la película en Perpiñán sería hacer un ejercicio de arqueología memorística.

Vamos con una de aventuras, por desdramatizar un poco. 'El último tren a Katanga' cuenta la historia de un mercenario que, en la guerra del Congo post colonial, pero aún sojuzgado por el yugo de los belgas, ha de salvar a los habitantes de un pueblo dejado de la mano de Dios a la vez que intenta hacerse con un alijo de diamantes. Y es que eso de perder el tren siempre es un problema. Cuando se trata del último. Como 'El último tren de Gun Hill', sin ir más lejos. O la brutal y durísima 'Última salida, Brooklyn', de Uli Edel, protagonizada por una valentísima Jennifer Jason Leigh, con la música de Mark Knopfler suavizando el amargor y la crudeza de las imágenes.

Vivir en 'La última casa a la izquierda', por su parte, permite a los padres de unas chicas violadas vengarse de sus agresores con una furia y una saña brutales, como corresponde a una película de terror que, en 2009, actualizó la versión de 1972, dirigida por ese maestro y pionero del gore llamado Wes Craven. Hemoglobina, sufrimiento, mutilaciones, dolor, padecimientos sin fin. ¡qué bonito, el cine de terror!

Por cierto, ¿saben ustedes que uno de los guiones más caros de la historia del cine fue el de 'El último boy scout', de Tony Scott? En 1991, este especialista en películas de acción dirigió a unos inefables Bruce Willis y Damon Wayans, improbable pareja que se alía para resolver algunos asuntos turbios que les tienen condenados al ostracismo, después de haber sido un brillante agente de los servicios secretos y una estrella del fútbol americano, respectivamente. Una película que, en su momento, se consideró muy escandalosa, por el sexo y la violencia que desprendía, y cuyo guión atesoró otro récord tan poco memorable como el de ser el que más tacos, insultos y palabras malsonantes acumulaba por minuto de metraje.

Olimpo español

Y no podemos olvidar que, en 1957, Sara Montiel entonó 'El último cuplé', convirtiendo a la película de Juan de Orduña en uno de los grandes hits del cine español de todos los tiempos y subiendo a la Montiel al Olimpo de las Estrellas del cine patrio.

Recordemos que una de las grandes obras maestras del alemán F.W. Murnau se tituló sencilla y llanamente 'El último' (1924), un alegato sobre el valor de la experiencia y la dignidad del ser humano.

Siempre nos quedará, eso sí, 'El último refugio', en que Humphrey Bogart se redimirá de su tempestuosa vida como Roy Earle, un violento atracador que está firmemente dispuesto a cambiar de vida y que, en su empeño, ayudará a salir adelante a una familia de granjeros que creen y confían en él. Una película cargada de lirismo y poesía en la que se pone de manifiesto que el destino trágico de algunas personas puede servir para salvar la vida de otras, quizá, las más improbables. Pero ésa es la magia del cine.

Y terminemos, por supuesto, reverenciando a 'El último pistolero', encarnado por un John Wayne que, consumido por el cáncer, hizo una dignísima y emocionante última interpretación en el western de Don Siegel. John Bernard Books es un legendario pistolero que vuelve al pueblo en que se granjeó su fama al eliminar a un grupo de peligrosos forajidos. Mayor y enfermo, antes de terminar sus días tendrá tiempo de arreglar asuntos pendientes con otro puñado de bandidos. Sobrecoge ver en pantalla a Wayne, tan frágil y, a la vez, tan poderoso. 'El Duque'. El mejor ejemplo de que quien tuvo, retuvo. Y de que siendo el último, por supuesto, también se puede ser grande. Muy grande. El más grande.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

ideal El último de todos