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Marcos de Quinto es el presidente de la división de Coca-Cola en España y Portugal desde enero de 2000. :: R. C.
El ejecutivo 'rebelde'
SOCIEDAD

El ejecutivo 'rebelde'

Andar en moto y elaborar vino son solo dos de las aficiones del presidente de Coca-Cola en España y Portugal

BORJA OLAIZOLA

Sábado, 21 de mayo 2011, 05:27

Las manos. Marcos de Quinto (Madrid, 1958) se las ve y se las desea para que sus interlocutores no se fijen en sus manos cuando llega al trabajo los lunes. Los fines de semana acostumbra a enredar en las tripas de sus motos y por mucho que se demore restregándolas con jabón bajo el grifo siempre queda alguna sombra de grasa. «Procuro que no se me vean porque no quiero que los que se reúnen conmigo me tomen por una persona desaseada». En otoño es aún peor. El tinte de las uvas es más difícil de quitar que la grasa y cuando uno trasiega con racimos maduros para hacer vino en su propia casa -él le llama vino de garaje- es inevitable acabar con las manos color grana.

Andar en moto y elaborar vino son solo dos de las aficiones del presidente de Coca-Cola en España y Portugal, un ejecutivo polifacético que ha saltado en las últimas semanas a la primera línea de la actualidad por un doble motivo: la conmemoración del 125 aniversario de la Coca-Cola y las críticas que ha lanzado vía Twitter tanto al anunciado recorte de plantilla de Telefónica como a las actitudes de los partidos con motivo del 15-M. De lo primero hay que decir que la bebida de la fórmula secreta goza en la península de una salud de hierro: somos el segundo mercado europeo por detrás de Gran Bretaña y ocupamos el décimo puesto mundial. La compañía da trabajo directo a unas 300 personas e indirecto, a cerca de 6.000 que atienden las plantas envasadoras.

Algo más de espacio requiere la polémica que se abrió a raíz de los mensajes que De Quinto escribió en su cuenta de Twitter cuando en abril salió a la luz que Telefónica, una empresa con beneficios multimillonarios, tiene intención de poner en la calle a 6.000 empleados, el 20% de su plantilla: «Hay quienes hacen el dinero AQUÍ con tarifas altas y lo reinvierten fuera con bajas. Luego sacrifican el empleo del lugar que les da el 'cash'», escribió. Pero no fue el único: «Aunque sea perfectamente legal no todo vale en la vida. Un poco de patriotismo, por favor. O un poco de 'por favor' patriótico». Los mensajes contra la compañía de César Alierta levantaron una buena polvareda en medios financieros. Hubo quien acusó a De Quinto de hacer saltar por los aires los códigos de la aristocracia empresarial. Al fin y al cabo, razonaban, la búsqueda del máximo beneficio es un objetivo legítimo en cualquier multinacional y hasta el más lego en economía sabe que el recorte de personal hace más competitivas a las empresas. Pero el presidente de Coca-Cola Ibérica no es de los que dejan caer opiniones gratuitas. «Hay que ser competitivos, por supuesto, -replicaba en la red a los que le reprochaban sus comentarios- pero también solidarios. No solo son 6.000 personas+cobrando de SS, sino NO aportando».

De Quinto no es un ejecutivo al uso. Su desapasionada lectura de los movimientos de protesta que han agitado las aguas de la política española en los últimos días y el alineamiento con algunas de sus tesis le han valido otro aluvión de críticas. «El excesivo corporativismo de los partidos, su 'cierre de filas' ante la corrupción propia, es lo que genera la desafección del ciudadano», escribía poco después de que estallase la chispa de la Puerta del Sol. «Creo que la gente del 15-M no está 'contra el sistema', sino 'contra los que lo administran' de forma ineficaz y corrupta», insistía. Y frente a los que trataban de colgar el sambenito de antisistema a los concentrados, De Quinto aclaraba: «La mayoría es gente normal, no organizada, desengañada con la actuación de políticos, sindicatos, etc». El presidente de Coca-Cola Ibérica, como se ve, está lejos del perfil que uno atribuiría en su reduccionismo a un alto directivo de la más señera de las multinacionales estadounidenses. Pero es que De Quinto, en realidad, no iba para ejecutivo. Él suele contar que al acabar la carrera -hizo Económicas- lo que en realidad le apetecía era hacerse un viaje por el norte de África. Acababa de comprarse una moto de segunda mano y tenía proyectada una ruta por las pistas del Magreb. «Vi un anuncio en un periódico y acudí a la cita con la idea de trabajar un tiempo para financiarme la aventura, pero al final le cogí gusto y aquí estoy».

Navegante en el Dakar

Lo de la moto no lo ha dejado y, además de utilizarla con frecuencia para sus desplazamientos por Madrid, toma parte cuando puede en pruebas de todoterreno como el Raid de las Merindades, una carrera de enduro de tres días por tierras burgalesas. Tampoco se ha olvidado del 'veneno' del desierto, una pasión que contrajo cuando con 18 años recorrió Marruecos y Argelia en un Seat 127. Ha sido un habitual de los rallyes de todo terreno y ha participado de copiloto en al menos media docena de rallyes París-Dakar. De Quinto, además, no comparte habitáculo con cualquiera: al principio acompañó a Miguel Prieto, el primer español que consiguió subir al podio de la prueba, y luego guió a Manuel Plaza, un viejo amigo que también forma parte de la elite de los dakarianos.

«Me iría con él al fin del mundo», proclama con resolución el propio Plaza. El piloto conquense no hace el comentario por cortesía. Una prueba como el Dakar saca a la luz todo lo que lleva uno dentro. Son 19 intensas jornadas que ponen a prueba a todos los participantes y que dan para un buen número de anécdotas. Plaza recuerda que en una de las ediciones la caja de cambios del coche que pilotaba dijo basta en un desolado rincón del desierto mauritano. «Cuando el coche se quedó clavado, Marcos me pidió que fuese montando la tienda que solíamos llevar en la parte de atrás mientras él contactaba con las asistencias. Yo no le había dicho que antes de la etapa había sacado todos los trastos del coche para aligerarlo y poder ir más rápido. No había ni tienda, ni provisiones, solo un botellín de agua y unas chucherías. Cuando se lo dije ni se inmutó; en los dos días que tardaron en llegar las asistencias no perdió la calma en ningún momento y encima todavía tuvo ánimo para bromear con ellos cuando nos encontraron: les dijo que se diesen una vuelta y viniesen más tarde porque estábamos esperando a alguien».

Para ser un buen copiloto en el Dakar hay que saber navegar, una facultad que requiere un sexto sentido que va más allá de la lectura de los mapas o la destreza con la brújula. Cuenta Plaza que De Quinto es un navegante excepcional porque tiene intuición, un requisito indispensable cuando hay que 'leer' el terreno, y además no le gusta dejar cabos sueltos. «Cuando por la noche terminábamos de arreglar todo y dejábamos el coche listo para la mañana siguiente, yo me iba a dormir y él siempre se quedaba despierto a estudiar las cartas del día siguiente».

Plaza y De Quinto dijeron adiós al Dakar cuando la prueba saltó el charco y empezó a disputarse en América del Sur. «Adujeron motivos de seguridad, pero lo que pasó fue simplemente que la organización podía sacar más dinero de Chile o Argentina que de los países africanos», argumenta Plaza en un comentario que no desentonaría en el twitter de su copiloto. Ambos se mantienen fieles a África, donde el responsable de Coca-Cola ha puesto en marcha varios proyectos de cooperación, y tratarán de competir en la próxima edición del Raid África, la prueba que intentó coger el testigo del Dakar en territorio africano.

De Quinto, cuya pareja es la periodista Teresa Viejo, que fue directora de 'Interviú' y ha presentado varios programas de televisión, tiene también otra querencia: el teatro. La afición le viene de familia, ya que sus progenitores estuvieron siempre vinculados al mundo de la escena: José María de Quinto, su padre, fue uno de los grandes de la crítica teatral, y Luisa, su madre, fue actriz. El gusto por la escritura que le transmitió su padre ha cristalizado en iniciativas como el premio de Teatro Buero Vallejo que promueve la Fundación Coca-Cola y también en los mensajes que 'cuelga' en la red, un modelo de sobriedad precisa o de precisión sobria.

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