![El incendio que destruyó el mercado de la seda](https://s1.ppllstatics.com/ideal/www/pre2017/multimedia/noticias/201607/22/media/cortadas/vista_s_XIX_para_incendio_ok-kLDH-U201731648284lqB-490x578@Ideal.jpg)
![El incendio que destruyó el mercado de la seda](https://s1.ppllstatics.com/ideal/www/pre2017/multimedia/noticias/201607/22/media/cortadas/vista_s_XIX_para_incendio_ok-kLDH-U201731648284lqB-490x578@Ideal.jpg)
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Amanda Martínez
Sábado, 23 de julio 2016, 01:20
Esta historia tuvo lugar un 20 de julio de hace 168 años. La Alcaicería, tal y como lo cuenta Juan Manuel Barrios Rozúa en su "Guía de la Granada desaparecida", ocupaba una amplia extensión comprendida entre las calles Tinte, Zacatín y la plaza Bibrambla. Desde el tiempo de los árabes, y hasta el siglo XIX, fue el centro del más rico y lujoso comercio granadino. Sus calles estaban pavimentadas con empedrado árabe, las puertas de los comercios, que se abrían hacia fuera, lucían pintadas de almagra y sus ventanas estaban protegidas por rejas. La vigilaba un alcaide, la única autoridad que podía intervenir en los asuntos que surgieran en el interior del recinto, y para la custodia de las mercancías se designaba una guardia diaria.
Sigue contando Garrido del Castillo que desde la Reconquista hasta el siglo XVII se encargaban de estas guardias los veteranos suizos que pertenecían al ejército español. Estos soldados, a los que jocosamente se les conocía como "los cagones de la Alhambra", tenían su cuartel en las torres de la fortaleza. Al toque de oración se cerraban las tiendas, se hacían una requisa, se clausuraban las diez puertas de acceso al recinto (la de las Cadenas, la de los Lineros, la de los Quincalleros...), se retiraba la guardia y se quedaban vigilando la noche el alcaide y dos guardas que soltaban varios perros de presa para ahuyentar a cualquier malhechor. Imagínense paseando por sus callejuelas : por la placeta y la casa de la Aduana de la Seda, por la calle de los Alfombristas y Tapiceros, por la calle del Cambio y Préstamo, por el cobertizo de los Traperos, Tintoreros o Pañeros, la Casa de los Miradores, la Mezquita, la Universidad, los arcos de los Pesos y las Orejas, la Cucharas...
La noche del 20 de julio de 1843, cuando el barrio estaba casi abandonado por la decadencia del comercio de la seda, un incendio fortuito, al parecer provocado por la reciente fabricación de fósforos, lo destruyó en parte. El redactor de IDEAL cuenta en su efemérides que la inutilidad de la única bomba que entonces disponían los bomberos (que era conocida como bomba de jeringa) , las calles tan estrechas y los edificios de madera, hicieron que el fuego se propagase muy rápido. Algunos cronistas cuentan que tardaron ocho días en extinguirlo completamente. Incluso se pensó en instalar cañones en Bibrambla para apagarlo demoliendo todo el barrio. La nueva Alcaicería reconstruida se inauguró durante las fiestas del Corpus de 1844 y volvería a sufrir otro incendio en 1881. Dejó de ser el centro de la ciudad y durante muchos años sus callejuelas estuvieron sucias y abandonadas. A partir de los años 40 empezaron a instalarse en sus calles industrias artísticas granadinas. Con la mirada puesta en el turismo, el barrio se reinventaba.
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