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ISABEL ALCÁNTARA
Martes, 8 de julio 2008, 11:29
Como es sabido, en estos primeros días de julio se celebra una de las fiestas más famosas de nuestro país, los Sanfermines. Esta celebración congrega a miles y miles de personas, gran número de ellas de fuera de la Comunidad Foral. Son muchos los que llegan a Pamplona desde cualquier parte del mundo para vivir los encierros como si fueran uno más del lugar. También encontramos a muchos jienenses, amantes del mundo de toro, que se lanzan a la aventura pamplonica ataviados con su pañuelico al cuello y el fajín en la cintura. Tal es el caso de Santiago Javier Arias Peña, un joven jienense de 30 años que en este 2008 ya va por su octavo año de carreras en San Fermín.
Como él mismo cuenta, comenzó yendo a Pamplona con un grupo de amigos de la provincia tan sólo los fines de semana que dura San Fermín, pero cada vez iba alargando su estancia hasta que, hace tres años, enganchado a la semana de San Fermín y a todo lo que esta ciudad le ha ido brindando, decidió fijar allí su residencia, llegando hoy a convertirse en un pamplonica más.
La fiesta al completo
Santiago vive la fiesta al completo. No se pierde ni un sólo segundo del día. Su jornada comienza en estas fechas a las 7.30 de la mañana, momento en el que se lanza a las calles a correr delante de la manada. Estos instantes, en los que él disfruta al máximo viviéndolos con intensidad, son los mismos en los que tiene en vilo a su 'club de fans' (como él dice entre risas al referirse a su madre y a su novia). Tras el encierro, y haciendo uso de esa fama del buen comer que tiene el Norte, pasa a tomar lo que allí llaman 'el almuerzo' con los compañeros del encierro. Se trata de un desayuno de lo más variado y copioso que carga las energías para vivir la fiesta de día.
Mientras tanto, y para ir haciendo tiempo para todas las demás comidas que vendrán a lo largo del día, Santiago y los suyos se van de 'potes', lo que en Jaén se conoce como 'tapeo'. Después, hacia las dos o las tres de la tarde, llega la comida propiamente dicha. Todo ello amenizado por las charangas, que no paran un segundo animando las calles y llenándolas de jolgorio y colorido, incluso durante las corridas vespertinas de toros.
Justo esto último, «el colorido de la fiesta de San Fermín durante el día», es lo que más llamó la atención de Santiago la primera vez que puso sus pies en la celebración de San Fermín. El hecho de ver toda una ciudad pintada de blanco y rojo fue algo que le encandiló; todos los allí presentes vestidos con los colores típicos es algo que no se aprecia en cualquier celebración.
Santiago afirma que prefiere más la fiesta durante el día que durante la noche, ya que la actividad es mucho mayor y variada y a la vez puede estar descansado para enfrentarse cada mañana al difícil y arriesgado trance del encierro, algo para lo que se mantiene en forma todo el año y la primera razón por la que Pamplona lo llamó hace ya ocho años.
Autobuses llenos
Como este jienense, muchos otros son los que se desplazan hasta Pamplona en los días previos a esta celebración para disfrutar de la fiesta. Sólo hemos de echar un vistazo, por ejemplo, a alguna de las líneas de autobuses que unen nuestra provincia con Navarra, como la Navarro Andaluza, que como comenta uno de sus taquilleros, traslada en esta época cada día un autobús repleto hasta este lugar del norte de la península.
Jaén y Pamplona, conectados en Sanfermines. Así es la vida.
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