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A. ROMÁN Y J. E. P.
Jueves, 22 de octubre 2009, 06:33
Ana Beltrán llegó al juzgado de Úbeda por su propio pie, pero sostenida por dos personas y rodeada por varios familiares. Le quedaba el duro trago de relatar de nuevo la agresión que sufrió, supuestamente a manos de su ex novio, Juan Carlos M.V.. Una paliza salvaje que ha conmovido a España. Después, entre fuertes medidas de seguridad, llegó él, pasadas las once de la mañana. A las cuatro y media salía camino de la cárcel, a donde lo envía el juez sin posibilidad de que la eluda con una fianza. Ana, ya en su casa de Rus, respiraba tranquila. «Casi me cuesta la vida darme cuenta de lo que me estaba pasando. Callé durante años por miedo. Yo lo quería. Lo tapaba. Llegaba a casa con hematomas, con las tajadas sacadas, y mentía para taparlo», explicaba a los periodistas.
La Justicia ha tenido en cuenta el dramático testimonio de Ana, que relató ante el juez como pudo escapar de la lluvia de golpes «cuando él fue al coche, a buscar en la guantera un cuchillo para rajarme la cara. Me decía que o era suya o de nadie». Pudo llegar a casa de una tía suya junto al descampado donde se celebra la feria de Rus, a donde él la había llevado. También declararon familiares y amigas de Ana (para aclarar si hubo malos tratos anteriores), agentes de la Policía Judicial y el forense que la ha examinado. La madre de Ana sufrió un desvanecimiento. Fueron horas de muchas emociones. De gran tensión.
Después declaró Juan Carlos, de 19 años. En su entorno aseguran que era ella quien le andaba provocando a él desde que cortaron hace cosa de un mes. Pudo dar sus explicaciones a la Justicia. Ayer, en la puerta del juzgado, un par de tíos suyos le lanzaron gritos de ánimo a cuando lo sacaban esposado hacia la prisión.
Tensión en Rus
Por otra parte, decenas personas participaron ayer por la tarde en una concentración silenciosa en Rus para mostrar de este modo su rechazo y repulsa a la violencia de género. En declaraciones a Europa Press, el alcalde del municipio, Manuel Hueso, explicó que la concentración se ha desarrollado sin incidentes y con la participación de entre 60 y 70 personas.
Además, el regidor no dejó pasar por alto que, al tratarse de una localidad pequeña en la que prácticamente todos los vecinos se conocen entre sí, la situación es en cierto modo complicada.
Hueso especificó que, aunque evidentemente la violencia no se puede justificar ni entender, las familias de los jóvenes son conocidas y también se comprende y se tiene sensibilidad hacia los parientes del muchacho. Ahora hay que dejar a la Justicia actuar.
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