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J. E. P.
Miércoles, 25 de enero 2006, 01:00
A Javier B.M. lo cogió la Guardia Civil con un disquete de ordenador que contenía un programa informático capaz de diseñar etiquetas de códigos de barras y 29 de estas etiquetas, de las que 11 pertenecían a artículos comercializados por Carrefour. No eran idénticas a los originales, pero eran lo suficientemente buenas como para que el lector de las cajeras las leyese y las reconociese. Según la sentencia que lo ha condenado a siete meses de prisión y a una multa de 560 euros es responsable de un delito de falsedad en documento mercantil, pues elaboraba las etiquetas para «introducirlas subrepticiamente en los centros comerciales de la cadena con la finalidad de conseguir un beneficio ilícito», ya que podía sacar los productos por debajo de su precio real.
La sentencia, firmada por el magistrado Cañada Clé, titular del juzgado de lo penal número dos de Jaén, es sensiblemente inferior a los 18 meses de prisión que solicitaba en Ministerio Fiscal. Pero el mismo Fiscal rebajó sus pretensiones de condena después de llegar a un acuerdo con la defensa, que se conforma con siete meses.
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