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JORGE PASTOR
Sábado, 21 de octubre 2006, 04:31
El mundo al revés. Si antes del verano los olivareros, abanderados por las asociaciones profesionales y las cooperativas, sacaban las uñas para evitar que la Unión Europea aprobara la entrada de aceite de fuera para equilibrar los precios del aceite de oliva, ahora una cooperativa de segundo grado como Hojiblanca, cuyo gerente es para más inri presidente de la Federación Andaluza de Empresas Cooperativas Agrarias (FAECA), ha pedido que se le autorice importar 5.000 toneladas de caldo de Túñez. Esta opción se contempla en la nueva Organización Común de Mercado (OCM), junto al régimen de tráfico de perfeccionamiento activo, para garantizar el abastecimiento cuando la producción comunitaria no es suficiente para satisfacer la demanda.
Esta petición no ha dejado indiferente a nadie. Los envasadores (Anierac) y los exportadores (Asoliva) apoyan a Hojiblanca «en aras de la globalización, la solidaridad internacional y en beneficio de los consumidores». Pero detrás de esta valoración oficial, en sintonía con la línea de pensamiento que vienen defendiendo ambas organizaciones empresariales, subyace la intención de 'poner el ventilador' (con cierta dosis de ironía) a una idea que siempre ha partido de ellos y que ahora emana sorprendentemente de los propios productores.
La propuesta ha causado también un efecto inmediato entre las organizaciones agrarias, que no salen de su asombro. El secretario regional de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), el jienense Agustín Rodríguez, reclama al Grupo Hojiblanca que justifique esta decisión ante el resto de sociedades cooperativas de Andalucía, que en su día se plantaron en bloque ante la posibilidad de abrir la puerta al género foráneo por el daño que ello podría causar a los propios oleicultores, que por entonces vendían el kilo por encima de los 4 euros y que defendían que el mejor sistema para corregir los desequilibrios era el propio mercado.
Las reglas del juego
Respecto a la posición de Anierac y Asoliva, Rodríguez recuerda que ya estamos en un contexto de libertad y que las reglas del juego vienen establecidas por la propia OCM, que entra en vigor este ejercicio y que permite contingentes libres de aranceles para situaciones excepcionales.
El secretario general de la Coordinadora de Organizaciones Agrarias y Ganaderas (COAG), Rafael Civantos, considera que la maniobra de Hojiblanca «es poner a las cooperativas al servicio de los industriales y querer entrar de lleno en la especulación sin mirar que los dueños de las cooperativas son los agricultores». «Tienen un grupo de almazaras para proveerse -comenta- y si no pueden hacerlo en el resto de la región, ya que todavía existe suficiente stock almacenado (entre 150.000 y 160.000 toneladas según la Agencia del Aceite de Oliva)». «Esta actuación de Hojiblanca sólo se entiende si esta empresa tiene planteado crear otro tipo de estructura, como una sociedad anónima, en cuyo caso defendería unos intereses puramente especulativos que no tienen por qué coincidir con los del resto de fabricantes», opina.
Para el presidente de la Unión del Olivar Español (UDOE), Pedro Ramírez, es incongruente que el sector productor no defienda el aceite español. A su juicio, el doble lenguaje de Hojiblanca responde a intereses propios y no los de todo el ramo.
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