Cuatro tiros por la familia

FRANCISCO M.M. se sentará el día 19 de febrero en el banquillo de la Audiencia Provincial con una pena de 14 años y seis meses de cárcel sobre su cabeza por tirotear un pub de Linares en el que un pariente había sido apaleado un año antes. Asuntos de familia que sólo se lavan con sangre, pensaría.

Francisco llegó al pub, en la calle Carolina, en la madrugada del 17 de diciembre de 2005. Para entrar, según el escrito de acusaciones del fiscal, tuvo que pasar junto al portero. Le llamó «maricón de mierda» y le enseñó un cartucho de escopeta. «Con este te voy a matar». Se marchó y volvió al cuarto de hora. Esta vez con un cuchillo de grandes dimensiones y similares amenazas. Se fue de nuevo y regresó, esta vez al volante de un coche (sin seguro) y se llevó por delante varias motos. A los veinte minutos volvió de nuevo. Ahora ya con la escopeta.

Los tiros

El fiscal asegura que cuando se echó el arma a la cara, Francisco tenía «intención de cumplir sus amenazas». Lo encañonó a pocos metros cuando el portero estaba en la entrada del local. Ahora no habló. Apretó el gatillo. Una, dos, tres, cuatro veces. «Sin importarle el peligro para la integridad física de las numerosas personas que estaban en el pub».

El portero «logró salvar su vida tirándose al suelo rápidamente y entrando en el pub». Con todo, se llevó perdigonazos en el brazo izquierdo. Pero la mayor parte de los plomazos entraron al bar. Cuatro clientes resultaron heridos, aunque ninguno de gravedad.

Después, Francisco se marchó de lugar de manera precipitada, conduciendo (a todo esto, no tiene ni carné) y haciendo caso omiso de los coches de la Policía que ya lo perseguían por Linares. No respetó señal alguna y puso en peligro la vida de cuantos estaban a esas horas de la madrugada en las calles, según indica el fiscal.

Si es por papeles, Francisco tampoco tenía licencia para manejar la escopeta de la Churruca y Salaverría, de cañones paralelos de ánima lisa y recamarada para cartuchos del 12-70 con la que hizo los cuatro disparos en la puerta del pub. El arma había sido inutilizada para su uso por su anterior propietario, pero con dos puntos de soldadura en los agujeros hechos en la parte inferior de cada cañón la volvieron a poner en servicio.

Dos días después del tiroteo, Francisco ya había sido detenido y puesto a disposición de la Justicia. El juez lo mandó a prisión, donde ha permanecido hasta ahora. Allí también se ha encontrado con otros primos, padre e hijo, que ingresaron en prisión preventiva posteriormente por matar a tiros -de pistola o revólver- a un vecino tras una desavenencia en la que se mentaron a los difuntos de la parte armada.

El antecedente familiar

La inquina de Francisco contra el pub y sus gentes podría proceder de la noche del 25 de diciembre de 2004. Un primo suyo, Joaquín -el mismo implicado con su padre en lo de los tiros de pistola o revolver con un muerto tirado en la calle Madroñal, y también conocido por su 'hazaña' de fugarse de Salud Mental del hospital de Úbeda y secuestrar sin querer a un niño al robar un coche que encontró con las llaves puestas- quería entrar al local y no lo dejaron porque estaba bebido. Echó mano de un destornillador y causó destrozos en la puerta y, de paso, cerca de los riñones de uno de los dueños, que salió a impedirlo y al que le metió cinco centímetros de acero.

De dentro salió otro de los propietarios y, junto con el herido y un taburete, corrieron al primo hasta la cercana plaza de San Agustín. Allí le dieron fuerte y demostraron para qué llevaban el taburete. El primo Joaquín acabó en el hospital con un traumatismo craneoencefálico y fractura abierta de la tibia.

Recientemente, en noviembre de 2006, la Justicia cerró la pelea del taburete con un año de cárcel para los dos propietarios del pub que participaron en la paliza. Pero antes, Francisco ya había pegado cuatro tiros por su cuenta. Por su familia, debió pensar.