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ENRIQUE SEIJAS
Domingo, 25 de febrero 2007, 03:53
RECONOZCO mi ignorancia en cuanto a los candidatos para el Rectorado de la Universidad de Jaén, entre los que sólo puedo presumir de conocer a uno: Juan Manuel de Faramiñán, un hombre no jienense, ni siquiera español de nacimiento pero, eso no se lo puede negar nadie, sería injusto, sabe defender Jaén como pocos de los nacidos en la provincia y, lo que para mí al menos es mucho más importante, defiende la UJA como algo propio porque ha alcanzado tal grado de identificación con ella que le duele cuanto ocurre a su alrededor y quiere mejorarlo; ésa es la principal razón por la que aspira a ser Rector, un puesto para el que ya tiene un bagaje pues no en vano ocupó puestos de responsabilidad en uno de los mandatos del actual primer responsable de la Universidad, todavía en el cargo hasta que finalice el proceso electoral.
Yo conocí a Juan Manuel de Faramiñán hace muchísimos años -tantos que casi me da vergüenza contarlos-, cuando ambos caminábamos por los circuitos culturales de una Granada que cambiaba a pasos agigantados y algunos no queríamos quedan0os atrás en el ritmo de desarrollo humanístico. Compartimos entonces mesas redondas, ciclos de conferencias, recitales, actos y algunas cosas más, y descubrí que el futuro catedrático de la UJA demostraba una inquietud que le impedía quedarse a la espera de los acontecimientos; que prefería adelantarse a ellos y promover iniciativas sin el menor temor a un posible fracaso, quizá la primera razón por la que rara vez fracasaba.
Después nuestros caminos se bifurcaron, él empezó a dar clases en Jaén y yo marché a Almería, con este periódico, aunque mantuvimos un cordial contacto y una leal colaboración, no en vano su esposa, María Dolores, es compañera de letras y redacción desde también mucho tiempo atrás; hasta que volvimos a coincidir aquí, en la capital del Santo Reino, cuando ya Juan Manuel tenía serias y fundadas aspiraciones a ocupar una cátedra y puso en marcha aquella experiencia tan enriquecedora del derecho europeo por cuya aula pasaron prestigiosos maestros de la disciplina de talla internacional. Y ahora quiere ser Rector, no por mera ambición ni afán de protagonismo sino porque realmente piensa, y yo con él, que puede ser muy útil a la Universidad de Jaén en ese puesto de máxima responsabilidad, desde el que impulsaría tanto los proyectos que figuran en su programa como, sobre todo, ese inmenso paquete de ideas que bullen a diario en su mente y que tantas veces no puede ni siquiera exponer porque no dispone de un foro adecuado donde hacerlo.
Sin duda alguna cualquiera de los otros candidatos sería un Rector digno, no sólo no lo pongo en duda sino que estoy convencido de que les sobra capacidad para ello; pero al profesor De Faramiñán lo conozco personalmente y sé que la UJA se lo merece. De verdad.
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