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J. E. P.
Miércoles, 13 de junio 2007, 13:19
Hace ahora un año se decía que era más rentable atracar una almazara que un banco. Desde finales de 2005 hasta mayo de 2006 se sucedieron los robos de aceite. Uno tras otro. La Guardia Civil ha seguido el rastro de más de medio millón de kilos robados entonces. Desde las almazaras desvalijadas en Santo Tomé,Vilches, Villatorres y localidades aceiteras de Córdoba o Málaga como Puente Genil o Humilladero -e incluso de Tarragona- que fueron asaltadas en cuestión de horas durante la madrugada por profesionales que vaciaban los depósitos empleando bombas y camiones cisterna. Y pronto habrá resultados. La 'Operación Cisterna' está próxima a su culminación con la identificación y puesta a disposición de la Justicia de los responsables de robos que inquietaron al mundo olivarero justo los meses en los que el producto batía records de cotización y pasaba de los cuatro euros el kilo.
Las pesquisas de los agentes del Instituto Armado habrían dado frutos en Italia, según indican fuentes cercanas al caso. En la Guardia Civil se mantiene sigilo al respecto. Pero se tiene identificado ya a un grupo numeroso de personas relacionadas con los robos. Tanto en lo que se refiere a la ejecución material de los golpes como en la gestión del aceite robado para ocultarlo primero y ponerlo en el mercado después.
Pista jienense
La investigación sobre los robos de aceite ya apuntó en mayo pasado a que el aceite sustraído se almacena en dos empresas de Jaén que tenían alquilados depósitos de aceite y que no habían justificado el producto almacenado.
Además, se establecieron puntos en común con robos que se cometieron en la provincia ya desde el año 2004 en los que se hallaron indicios de la participación de vehículos con matrícula italiana que supuestamente habrían transportado la mercancía sustraída. Había más pistas que apuntaban a la conexión italiana: en el lugar donde habían estado aparcados los camiones cisternas usados para el robo de alguna de las almazaras se encontraron restos de comestibles procedentes del país transalpino.
Todos los robos se producían de la misma forma: los ladrones aparcaban de madrugada sus camiones cisternas en las inmediaciones de la almazara, accedían al interior, desplegaban mangueras hasta los camiones, ponían a funcionar sus bombas, llenaban las cisternas y desaparecían antes del amanecer. En cada uno de sus golpes lograban hacerse con entre 90.000 y 130.000 kilos de aceite, de forma limpia y, aparentemente, sin dejar rastro. Todo el género sustraído, al menos el de Jaén, estaba asegurado.
Mientras que la Guardia Civil buscaba a los ladrones, el consejo de Agricultura y Subdelegación a los almazareros fue que pusieran alarmas.
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