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Juan Esteban Poveda
Martes, 14 de julio 2015, 01:17
Ochenta y cuatro profesionales en extinción de incendios del Infoca apoyados desde el aire por dos helicópteros seguían luchando ayer contra lo que queda del incendio que desde el domingo 5 de julio arrasa los montes de Quesada, Huesa, Larva y Cabra de Santo Cristo. Alrededor de los retenes se extienden miles y miles de hectáreas arrasadas, donde aún siguen humeando tocones y fantasmas de árboles, con ascuas que resucitan amenazantes apenas sopla el viento. El panorama es desolador. No es para menos. A falta de que el Infoca haga pública una estimación oficial de superficie quemada, hasta los cálculos más conservadores sitúan este fuego entre los diez más grandes en España en lo que va de siglo.
El décimo puesto, hasta ahora, lo ocupaba el incendio de Aldeaquemada de 2004, donde ardieron 7.137 hectáreas según los datos del portal 'España en llamas', que recopila datos centenares de siniestros forestales entre 2001 y 2012 (2013 y 2014 fueron años sin grandes incendios). El triste honor del mayor incendio de lo que va de siglo XXI en España está en la provincia de Huelva, donde en 2004 ardieron 29.867 hectáreas. En el verano de 20012 en Valencia hubo dos siniestros de más de 20.000 hectáreas. Solo hay dos siniestros por encima de las 10.000 hectáreas (Guadalajara en 2005 y León en 2012). Y hay otros cinco entre las 10.000 y las 7.000. En este último tramo de esa clasificación es donde puede entrar en incendio de Quesada.
Panorámica de Juan D. Cano tomada desde Peña Cambrón, antes del incendio:
Al margen de la cantidad, preocupa la calidad. El profesor Antonio J. Manzaneda, del Departamento de Biología Animal, Biología Vegetal y Ecología, Área de Ecología, de la Universidad de Jaén, y experto en restauración ambiental, explica que los montes arrasados (en los que ha trabajado en 2012) son «sin lugar a dudas el espacio natural más particular y singular de la provincia de Jaén. Una región semiárida, con precipitaciones de entre 200 y 400 litros al año y con un suelo con mucho yeso que dificulta mucho el crecimiento de la vegetación. De hecho, el problema más urgente que hay que afrontar ahora es el de la erosión. Lo que se ha quemado es fundamentalmente pinar de repoblación de los años 50 y 70, indica.
En este paisaje, el fuego tiene una presencia periódica. En 2014 casi no llovió. Las condiciones eran perfectas para un gran incendio. Solo hubo que esperar a los dos rayos que prendieron a las 17,45 del 5 de julio.
Otra de las preguntas que ahora se hace mucha gente es si el monte estaba bien preparado para un fuego. En 2013 la Junta invirtió entre Huesa y Quesada, justo en la zona que ha quedado arrasada, 289.000 euros y más de 1.600 jornales para clareos selectivos, mejora de caminos, control de plagas, eliminación de residuos y albarradas que sujetasen el suelo. Este invierno, aseguran forestales del dispositivo Infoca, también se ha estado trabajando en la zona «con mucha mano de obra». Todo perdido ahora en uno de los diez mayores incendios en lo que va de siglo en España.
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