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Dos mujeres se abanican en la capital jienense. L. V.
El verano irrumpe con niveles «muy altos» de rayos UVA y agrava la contaminación

El verano irrumpe con niveles «muy altos» de rayos UVA y agrava la contaminación

Prevén que el índice de radiación solar en Jaén sea «extremadamente alto» el domingo, y ya ha sufrido los primeros episodios de polución con «mala» calidad del aire

Javier Morales y Laura Velasco

Granada | JAÉN

Jueves, 28 de junio 2018, 01:00

Jaén registró ayer un índice «muy alto» de radiación ultravioleta. Según los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), estos días está siendo una de las zonas más castigadas por los rayos solares de toda la península, con un nivel 10. Tomando como referencia el pasado día 26, martes, se encontró por detrás de Granada y Canarias, y compartió el índice con otras 17 provincias españolas. Los cielos despejados y la proporción día-noche, que estos días se decanta hacia el mayor número de horas de sol, son los responsables de este fenómeno que lleva a los expertos a recomendar el nivel más alto de protección frente a la estrella.

El estío ha desplazado al invierno obviando ese previo aviso que es la primavera, y también se deja notar en los registros de contaminación, con varios episodios de «mala» calidad del aire en los medidores de la capital.

Las precipitaciones que han caído sobre la capital desde el inicio del año hidrológico -septiembre de 2017- han sido variables. Comenzaron sobre el 18 de octubre, el Día de San Lucas, y continuaron en el mes de noviembre de forma irregular. Tras un parón a principios de diciembre, a mediados del último mes del año volvieron las lluvias, pero lo 'fuerte' estaba aún por llegar. Así, la provincia sufrió una lluviosa primavera y marzo de 2018 fue el segundo mes con más precipitaciones desde que comenzaron los registros en 1965, según la Agencia Estatal de Meteorología. Las lluvias no cesaron en mayo, e incluso se alargaron hasta los primeros días de junio. Después, irrumpió el verano, con sus primeros efectos.

Uno de ellos es el incremento de la radiación ultravioleta procedente del sol. Como explica Agustín Buendía, el coordinador general de la campaña Euromelanoma 2018 impulsada por la Academia Española de Dermatología y Venereología, por encima del nivel tres se considera que la radiación ultravioleta que llega a la Tierra es alta, y por encima de seis se considera «muy alta». Esta semana Jaén está en el nivel 10, y la previsión de la Aemet es que el próximo domingo se alcance el nivel 11, «extremadamente alto». «Si la intensidad de la radiación directa es muy alta, los daños que provoca en la piel son mayores», señala.

«Ahora estamos en una época en la que los días son muy largos y hay mucho tiempo de exposición a la ultravioleta», explica el dermatólogo. Llegarán jornadas con igual o mayor intensidad en la radiación, pero con menor lapso de exposición.

De la quemadura al cáncer

Distingue entre dos tipos de efectos. Por un lado, aquellos inmediatos, como las quemaduras de la piel o las alteraciones inmunológicas que pueden favorecer, por ejemplo, a la aparición de herpes. Por otro, el envejecimiento de la piel y la aparición de cáncer cutáneo. «La quemadura es el principal factor de riesgo para el desarrollo de cáncer de piel, especialmente si estas quemaduras se producen antes de los 20 años», detalla el doctor.

Cada año, según los datos proporcionados por la Fundación Piel Sana, 4.000 españoles sufren melanoma -el cáncer con peor pronóstico- y más de 74.000 desarrollan un cáncer cutáneo sin melanoma. Es el más frecuente en el mundo y su incidencia se incremente más rápidamente que cualquier otro cáncer.

Para evitar estos riesgos, propone dos medidas. La primera de ellas consiste en gestionar el tiempo de exposición al sol para evitar la quemadura, sobre todo entre las 11:00 y las 18:00 horas. Propone una comparativa: «Cuando un vaso está lleno, con una gota más puede rebosar. Cada uno tenemos un tamaño de vaso y si lo vamos llenando...». Si esquivamos esas horas, dejamos de lado hasta un 70% de la exposición al sol. Evitamos añadir 'gotas' al vaso que es la piel.

Pero son muchos los trabajadores que pasan el verano a pie de calle y no pueden evitar el baño de sol. En estas circunstancias, las gorras, las camisetas y buscar de vez en cuando la sombra son las medidas de protección básicas. A ellas se suma la crema solar, que debe contar con factores de protección superiores al 30. «Tenemos que ser muy generosos en su aplicación y repetirla cada dos horas», recuerda el doctor. Y, apostilla, el protector «no debe darnos una falsa sensación de seguridad»: las cremas completan la fotoprotección, pero no deben ser la excusa para pasar más tiempo al sol.

Es lo que pretenden quienes, por cuestión de moda, consumen sol a propósito, y no por necesidad. «El bronceado no es sinónimo de salud y no debe serlo de belleza: es un mecanismo de protección ante una agresión externa. Debemos disfrutar de las playas, la vida al aire libre, pero no con el objetivo de buscar ese bronceado», relata Buendía. Hay quien se confía por su facilidad para 'coger color', «pero exponernos es una muy mala costumbre». No se trata, dice, de «demonizar» el sol, sino de guardarle el debido respeto.

Y mientras quema el sol, los medidores de partículas en suspensión de la capital ya registran los primeros episodios de contaminación del verano. En lo que va de junio, las tablas muestran nueve días con calidad mala del aire en Jaén, 17 con calidad admisible y ninguno con calidad buena. Los peores días se concentran desde el 14 de junio hasta el 24, y el contaminante principal fue el ozono.

El doctor especialista de la Unidad de Alergología del Complejo Hospitalario de Jaén, Manuel Alcántara, indicó ayer que «las partículas diésel hacen que el polen sea más agresivo». «Cuando hay niveles de polen más altos también hay un exceso de contaminación ambiental, ya que se potencia la alergenicidad del polen y su potencia para provocar una reacción alérgica», señaló, añadiendo que influye en las enfermedades pulmonares «como posible agravante o desencadenante».

En cuanto a las temperaturas, cuando son altas provoca «que la flor que quedaba sin florecer florezca, así que lo poco que queda se abre de golpe». Por ello, Manuel Alcántara aconseja a los alérgicos que no dejen los tratamientos, «porque quedan restos de polen» e incluso con los niveles bajos algunos tienen síntomas.

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