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LORENA CÁDIZ
Martes, 6 de abril 2010, 05:21
«En vez de un terremoto parecía un cohete, un estallido muy fuerte, como si algo crujiera». Así define el alcalde de Vilches, Juan Navarrete, el terremoto ocurrido la madrugada del domingo al lunes en ese municipio. Según los datos aportados por el Instituto Geográfico Nacional, el terremoto tuvo una intensidad de 3,3 grados en la escala de Ritchter y tuvo su epicentro en las proximidades de la localidad, que tiene unos 5.000 habitantes.
El epicentro se localizó a diez kilómetros de profundidad bajo tierra, exactamente a las 23.13 horas, y se dejó sentir en pueblos cercanos como Linares, Espeluy, La Carolina, Begíjar, Jabalquinto, Arjona, Bailén e Ibros. Aún así no hubo que lamentar ningún tipo de daño, ni personal ni material.
«El estallido fue muy fuerte pero por suerte fue muy corto, por eso no hemos sufrido ningún daño, sino, tal y como están los terrenos después de las lluvias era muy probable algún desprendimiento», explica el alcalde.
Además, al primer terremoto, le siguieron dos réplicas de 2,8 y 2,2 grados en la escala de Richter, según los datos del Instituto Andaluz de Geofísica, en la Universidad de Granada. El primero fue a las 2,04 horas del lunes y fue el que tuvo una intensidad de 2,8 grados, mientras que el segundo ocurrió a las 2,37 y fue el que alcanzó los 2,2 grados.
Según cuentan los vecinos del municipio, en ningún momento hubo escenas de pánico ni vecinos que se echaran a la calle por miedo, aunque fuentes del servicio de Emergencias 112 informaron de que dos minutos después de tener conocimiento del terremoto, comenzaron a recibir llamadas de particulares dando cuenta del suceso. En total, se registraron más de 50 llamadas.
«Ni siquiera pensamos que se trataba de un terremoto. Fue un ruido muy grande, como una explosión. En casa, mi mujer primero pensó que había ocurrido algo en la casa de al lado y yo directamente creí que un camión se había empotrado con algo», comenta un vecino del municipio.
Una anécdota
En el pueblo ayer, el terremoto era el tema de conversación entre todos los vecinos y la mayoría coincidían en contar lo sucedido como una anécdota, ninguno recordaba el momento con miedo ni recordaba haber visto las lámparas moverse o imágenes parecidas que se repiten en todos los terremotos.
«Del primero me enteré, pero de las réplicas no me di ni cuenta», reconocía el alcalde del municipio, que aseguraba que la «normalidad» había sino la tónica en el día.
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