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RAFAEL VALERA ESPINOSA jaen@ideal.es
Domingo, 13 de febrero 2011, 02:57
El pasado viernes, 11 de febrero, la Peña Flamenca de Jaén y los más de cincuenta aficionados que se dieron cita en la misma fueron testigos de la solvencia flamenca y la depurada técnica que viene demostrando los jóvenes flamencos que se han presentado -21 en total- al XIV Concurso de Guitarra Flamenca para Jóvenes Intérpretes, que el Área de Cultura y Deportes de la Diputación Provincial viene organizando con la colaboración de la Peña capitalina y la Delegación de Canal Sur en Jaén.
Y sorprende sobre todo el dominio del instrumento flamenco que chicos con 15 años han efectuado en la primera fase de clasificación. De éstos hay que resaltar su técnica y sensibilidad flamenca. Y quiero comenzar resaltando los valores de estos jóvenes, entre otras cosas porque ello significa reconocer el trabajo que se está estableciendo en los determinados conservatorios de música y danza, y muy concretamente en la especialidad de guitarra flamenca, tras el auge pedagógico que las determinadas administraciones han asumido.
Álvaro Pérez Alvarez, de Granada y con 15 años, evidenció desde el comienzo de su participación el sonido flamenco, la identificación temprana de su toque minero (taranta-minera), desarrollando el estilo con reposo y cierta limpieza, virtudes con las que adornó el trémolo, demostrando seguidamente soltura en la prima, aunque pienso que podía haber alargado su intervención. Creo que esto último está motivado por la corta duración de las grabaciones clásicas y antiguas. Su zapateado lo estructuró con las mismas premisas del anterior estilo, manteniendo resonancias de Agustín Castellón 'Sabicas'.
Manuel García González, de Fuente de Cantos (Badajoz) y con 23 años, comenzó con taranta y sonido netamente flamenco, evocando la guitarra de concierto del navarro 'Sabicas', con sensibilidad y precisión en el manejo del instrumento flamenco, complementando su trabajo en el traste con frescura tonal en el trémolo con apoyo en el picao y cierta falta de redondez final. Las alegrías las ofertó con cierta brusquedad inicial, para conforme avanzaba en el desarrollo del toque establecer dosis de composición y un final algo apresurado.
David Navarro
David Navarro Mancebo, de Córdoba y 23 años, constató su sentimiento y sensibilidad flamenca en la taranta, demostrando conocimiento y precisión en los trémolos. Sus bulerías denotaron el dominio que establece del ritmo y el compás, adobando su toque de cierto modernismo y fases de creatividad personal, abundando en la extensión de su toque para mostrar su capacidad musical.
Juan Luis Campos Triguero 'El Poti', de 15 años y de Granada, ofertó la reivindicación del toque que define su tierra, con una inicial falseta en la que su trabajo con la prima fue protagonista, ajustándose a la creatividad de Paco de Lucía, para seguidamente establecer las enseñanzas de las viejas escuelas flamencas, evocando sones de Luis Maravilla y sensible limpieza en los trémolos que tanto identifican al estilo. En la soleá me recordó en el inicio a Melchor de Marchena, para seguidamente establecer la autodidáctica técnica de 'Diego el del Gastor' con precisión, manteniendo el ritmo y el compás del estilo.
Luis Medina Blanco, de Córdoba y 20 años, acometió su rondeña con fuerza, limpieza en la ejecución, dominio del traste, y solvencia en el picao, dejando resonancias de Paco de Lucía. Sus alegrías volvieron a denotar su dominio del instrumento, la adecuación de los picaos y la medida de los tiempos rítmicos y el compás del estilo.
La francesa de 15 años y residente en Valencia, comenzó con soleá y estructura de las viejas escuelas como la de Ramón Montoya, desarrollando buen compás, limpieza ejecutoria en los trémolos, mas con mínimas imprecisiones que resuelve al final con cierta solvencia. Su malagueña volvió a mostrar su inclinación por las escuelas clásicas con evocaciones de 'Sabicas', mostrando un toque limpio y adecuado trabajo en el diapasón, con resolutivos y sensibles trémolos.
El japonés Isamy Oyama comenzó con un zapateado que me recordó al clasicismo de Segundo Pastor o Narciso Yepes, con demostración de conocer el instrumento flamenco y trabajando bien las pulsaciones en el diapasón. Su taranta denotó sonido flamenco desde el comienzo, con influencias de las viejas escuelas, a la vez que mostraba prestancia en el trémolo.
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