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ÁNGEL DEL ARCO
Lunes, 28 de febrero 2011, 04:13
Había mucha expectación en Villanueva del Arzobispo. Público llegado de muchos puntos de la provincia no querían perderse el gesto de José Carlos Venegas de medirse en solitario frente a un encierro de Guadalmena, que tuvo flojos los dos primeros, mejor el tercero y ya en esa línea los tres restantes. El saldo final, seis orejas que Venegas paseó por el ruedo entre las ovaciones de un público que en todo momento apoyó al torero, muy entregado y valeroso pero también con un componente de nervios lógico por el compromiso adquirido.
Venegas era consciente de lo mucho que se jugaba y de lo necesario que le resultaba el triunfo. Voluntarioso, entregado y con unas ganas tremendas quiso triunfar y lo consiguió. Otras citas pueden resultar más logradas artísticamente, pero en este gesto estaba el deseo de corresponder al cariño que le muestran los públicos de su tierra, bien expectantes y deseosos de emocionarse en los tendidos teniendo en cuenta las características de este diestro.
Sucesión de orejas
Las orejas llegaron desde el segundo de la tarde para después conseguir dos más en el tercero y tres respectivamente en los tres toros siguientes. Esta decisión de toreros tan jóvenes, como José Carlos Venegas, es un compromiso muy fuerte que justifica el grado de tensión de un torero que necesita el triunfo. Tensión que no le priva de hacer el esfuerzo con logros artísticos inferiores a los posibles, ante el estado nervioso que el hombre sufre, teniendo en cuenta el compromiso de lidiar seis toros y además triunfar que es el gran objetivo.
Con el capote quiso, y en muchos momentos lo consiguió, resultar variado, pero es con la muleta donde radica su fuerza y en la que se basa el impacto que suele tener en los públicos. Le siguen por la quietud y verticalidad que tiene el toreo de los que lo interpretan con quietud y cercanía. Una actuación que fue a medida que pasaba el tiempo a mejor, pero todavía a distancia de lo que le hemos presenciado a este coleta en tardes en que no tenía la obligación de lidiar seis toros, ni el compromiso era tan grande como el de ayer, con una expectación que dio a Villanueva del Arzobispo una jornada de fiesta muy celebrada y disfrutada.
Ésa es la imagen espléndida de los tendidos casi llenos que aplaudían la vuelta al ruedo, que es el regalo que los toreros hacen para corresponder a los aplausos de entusiasmo del público. Fueron muchos los méritos de José Carlos Venegas, muy capaz en todo momento, valiente y entregado. Ahora a esperar que durante la temporada, los logros artísticos alcancen mayor altura, con un torero en compromisos siempre de menor envergadura que encerrarse en solitario para matar media docena de toros. Por eso el mérito no hay quien se lo quite a Venegas, que con mucha entrega y ganas de complacer al público tiene como premio seis orejas que le permitieron ser paseado a hombros por el ruedo, entre una calurosa ovación del público, que tuvo que hacer un gran esfuerzo debido al enorme frío que padecimos en la espléndida plaza de toros de Villanueva del Arzobispo.
Una corrida que tuvo unos prolegómenos muy bonitos, cuando la banda de música saludaba al público a sones de pasodoble en el mismo ruedo, escoltada por un grupo de peñistas de la ciudad catalana de Vilaseca, que quiso asistir al festejo en solidaridad y deseo de que no dejen de celebrarse festejos taurinos en toda Cataluña. El torero tuvo una atención de brindis al círculo cultural taurino de Tarragona, que disfrutó con la corrida y se permitieron seguir soñando en que se restaure la normalidad y se celebren corridas de toros en Cataluña.
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