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IRENE TÉLLEZ
Lunes, 28 de noviembre 2011, 05:06
Con el inicio de la campaña de recogida de las aceitunas, la provincia de Jaén se convierte en lugar de destino de miles de temporeros, especialmente inmigrantes, en busca de un jornal. De este modo, Linares, una ciudad de paso entre los municipios eminentemente agrícolas de la comarca, hace frente a la llegada diaria de decenas de personas en busca de alojamiento y comida.
La situación, que no es nueva, presenta importantes diferencias con respecto a campañas anteriores pues, desde que el pasado mes de marzo se inaugurara el nuevo Centro de Transeúntes de la ciudad, el sistema de atención al temporero y transeúnte ha sufrido una importante merma en el número de atenciones que se realiza dado que, entre otros aspectos, la pensión ofrecida por parte del Ayuntamiento ya no cuenta con un convenio para la atención de este colectivo, o entidades como Cruz Roja ha dejado de percibir ayudas para apoyar a estas personas en su paso por la ciudad.
El resultado es claro: colectivos como Cáritas se afanan en ofrecer la alternativa más viable para mejorar la calidad de vida de estas personas, ayuda al desplazamiento a otros pueblos de la provincia donde existe la posibilidad de encontrar trabajo o existen centros con una mayor capacidad de atención.
La medida, que maneja Cáritas Interparroquial de Linares, es de una decena de ayudas al desplazamiento diarias ante la gran demanda de espacios para pernoctar que no puede ser atendida por la quincena de plazas que existe en el Centro de Transeúntes. «El albergue está lleno, es un hecho, y no es difícil dado que sólo existen diez plazas. Por eso las ayudas al desplazamiento se han incrementado este año a diferencia que en campañas anteriores, porque en la pensión había más plazas disponibles. Es cierto que en Linares no existe grandes problemas con los temporeros porque es una ciudad de paso, pero se debería plantear poder abrir la pensión en los casos más urgentes», sostiene José Antonio, miembro de la directiva de Cáritas.
Pero la posibilidad de abrir la pensión no entra dentro de los planes municipales, como señala el presidente del Patronato de Bienestar Social, Luis Moya, al «cubrir con las necesidades existentes de la ciudad», a donde se derivan los casos que solicitan ayuda tanto en Cáritas como en Cruz Roja Linares y otros colectivos de ayuda a los temporeros y transeúntes.
Sin embargo, la falta de espacios donde trasnochar no es el principal problema que se acrecienta en estos días en la ciudad con la llegada de temporeros en busca de tajo, según señalan desde Cáritas Interparroquial, sino el incremento en la demanda de comida. De hecho, en las últimas semanas, el reparto de bocadillos a mediodía en la parroquia de San Agustín, así como las cenas por las noches -a las que habitualmente acuden ocupas y 'personas de la calle'- se suman decenas de transeúntes en busca de un palto caliente. «Si antes dábamos una media de 25 bocadillos diarios, ahora no bajamos de los 50. El problema es que los fondos con los que contamos proceden de las parroquias para hacer frente a las comidas, a los desplazamientos o al ropero solidario, donde también acuden a por ropa de abrigo, y es una situación difícil de mantener con nuestros medios», reconoce José Antonio.
Hasta la bandera
Desde que se inaugurara en el mes de marzo, el Centro de Transeúntes del Ayuntamiento de Linares se ha convertido en lugar de referencia para quienes incluyen la provincia de Jaén entre sus rutas en busca de trabajo. Un albergue moderno que ofrece servicios que mejoren la calidad de vida de este colectivo desde diferentes aspectos, que desde su inauguración ha estado ocupado al 100% en casi todo momento.
Tras más de quince años de espera para poder contar con un centro adaptado a las necesidades de los transeúntes, una carencia que se venía cubriendo en hostales de la ciudad y con la colaboración de colectivos como Cruz Roja y Cáritas Interparroquial, el Patronato Municipal de Bienestar Social facilitó un lugar de descanso para 358 personas en los seis primeros meses de actividad, y todo ellos pese a la inexistencia de campañas agrícolas en la zona en este periodo de tiempo.
Así, en el balance del primer semestre de funcionamiento del albergue, el perfil de usuario se marcaba por ser en un 90% de los casos personas de nacionalidad española, en su mayoría hombre, con edades comprendidas entre los 35 y los 55 años. Un servicio que, además de dar cumplimiento a la ley que establece la necesidad de tener unas instalaciones de este tipo en los municipios de más de 20.000 habitantes, ha conseguido dignificar los servicios que se presta a las personas que llegan a la ciudad dentro de su viaje en la búsqueda de un empleo. Así, los usuarios tienen derecho a pernoctar durante un máximo de estancia de tres días, en los cuales reciben atención tanto a sus necesidades básicas como un apoyo psicológico y social a través de diferentes talleres.
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