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La guerra sin cuartel de Zaida

La guerra sin cuartel de Zaida

La capitán que logró encarcelar a un superior por acoso sexual relata su calvario y la persecución de los altos mandos. Ayer fue testigo de la bronca que se armó en el Congreso cuando el ministro Morenés dijo: «En el Ejército hay tolerancia cero»

daniel vidal

Jueves, 12 de marzo 2015, 10:38

Zaida Cantera de Castro era una capitán ejemplar cuando le propusieron participar en un anuncio de las Fuerzas Armadas, ser la imagen del Ejército. Pero ni el mejor soldado está curtido para una guerra tan sucia como la que ha librado ella durante más de seis años, con el enemigo en su propia trinchera. Aquella preciosa niña rubia que se quedaba boquiabierta con las maniobras de los paracaidistas en el pantano de Sacedón, en la sierra madrileña, campeona de España de natación, se convirtió por pura vocación en una soldado con una hoja de servicios inmaculada, calificaciones brillantes y numerosas condecoraciones. Especializada en transmisiones y en inteligencia, al volver de una misión internacional en Kosovo, en 2008, fue requerida por el teniente coronel Isidro José de Lezcano-Mújica, uno de sus superiores en Valencia, para asistir a unas jornadas en Valladolid. No siempre ocurre que todos vuelvan a casa sanos y salvo de una zona de guerra. «Esta vez hemos esquivado el peligro», pensó Zaida. Nada más lejos de la realidad. Al menos para ella. Pronto le quedó claro.

«A la orden, mi teniente coronel. ¿Cuáles serán mis funciones?», preguntó.

«Tú vienes como mi secretaria. Como una de esas secretarias de falda corta», espetó Lezcano.

A Zaida ya le habían puesto sobre aviso en el cuartel. Y sus peores sospechas respecto al teniente coronel, un tipo alto, delgado y bizco, «de aspecto desagradable», a quien algunos compañeros de su promoción apodaban el feo, se confirmaron definitivamente en el tren. «Visten de paisano. Él le pide que se reúnan en el vagón-cafetería para ultimar cuestiones relativas a su ponencia. Lezcano inicia su acoso. Le mira los pechos con ojos lascivos. Su lenguaje corporal es inequívoco. Zaida se siente incómoda», relata la diputada de UPyD Irene Lozano en No, mi general (Plaza & Janés) escrito junto a la capitán y publicado este lunes, que ha levantado ampollas en el Ejército. En el libro, Cantera cuenta cómo fue agredida y acosada sexualmente por Lezcano-Mújica, y perseguida profesional y personalmente, después, a modo de escarmiento, por los superiores que tendrían que haberla protegido. Narra las penalidades de pasar de víctima a culpable.

El 12% de los militares

  • mujeres en el ejército

  • Desde el denominado Observatorio Militar para la Igualdad se incide en que «la carrera profesional es exactamente igual para hombres y mujeres. Tienen las mismas tareas, formación, salario y régimen disciplinario». Sin embargo, y a pesar de que el Ejército se abrió para las mujeres hace más de 25 años, el porcentaje de féminas en el Ejército se ha estancado en el 12%. Son casi el 17% entre los efectivos de tropa y marinería, pero solo el 7% de los oficiales y el 3% de los suboficiales. Defensa aduce que la antigüedad es un grado, y que en pocos años habrá más mujeres en los puestos de mando.

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  • Mujeres habían alcanzado, a fecha de diciembre de 2013, el puesto de teniente coronel. Y solo 7 eran capitanes de corbeta.

Lozano preguntó por este tema al ministro Pedro Morenés en 2013, pero éste ni siquiera se presentó a la Comisión de Defensa del Congreso. También le cosió a llamadas para que tomara cartas en el asunto: no le cogió el teléfono. UPyD volvió ayer a la carga en el Hemiciclo, con la protagonista, hoy comandante, en la tribuna de invitados. Morenés, que en su día negó el amparo que la militar le pidió por carta, la saludó, le mostró sus respetos, y acto seguido sacó la artillería pesada contra la diputada de UPyD por su «bajeza moral» y por «manchar el nombre de las Fuerzas Armadas», lo que provocó el abucheo de toda la oposición. Mientras, la oficial treintañera escuchaba esas palabras con ojos llorosos.

El titular de Defensa no tuvo ni una palabra de complicidad. Se limitó a leer un escueto folio en el que explicaba que su ministerio mantiene «tolerancia cero con las situaciones de acoso sexual». Pero ponerla en práctica parece un problema cuando «en el Ejército, si tu superior te viola, tienes que denunciarlo a través de tu superior. Y la credibilidad depende de los galones». Eso, dice Zaida, ya se lo enseñaron en la Academia.

«Te arrepentirás»

En cuanto tuvo ocasión tras llegar a destino, Lezcano-Mújica intentó propasarse en aquellas jornadas. «Me tocó la pierna y empezó a subir. Di un respingo». Aquel fue el inicio de un tortuoso y repulsivo calvario que se agravó cuando decidió pararle los pies al teniente coronel en una de sus aviesas intentonas. Tenía que andar con mano izquierda. El bofetón a un superior, de uniforme, implica cárcel de inmediato: «Téngalo presente: a mí solo me toca mi marido. Para usted, yo soy capitán del Ejército, no una mujer», zanjó Cantera. «Te arrepentirás», pronosticó el feo. El acoso, esta vez laboral, subió de intensidad. Pintadas e incendios intencionados durante unas maniobras. Dio parte a su superior, el teniente coronel Carlos Andrade, pero otra vez se encontró con evasivas. «Se sentía impune». Lejos de achantarse, la humillaba en público. «¡Es usted una inútil!». Cuando se cruzaban en el cuartel, le apuntaba con el dedo. Y disparaba.

Intentó comunicar la situación al coronel y al general de su unidad por el llamado «conducto reglamentario». Miraron hacia otro lado. Poco después, Lezcano-Mújica zarandeó a Zaida en el aparcamiento de la base de Marines de Valencia y a plena luz del día. La agarró de los brazos y la lanzó contra el coche. La amenazó: «Si mi carrera se ve afectada, acabaré contigo». Zaida huyó hecha un flan. Se encerró en casa y se metió en la bañera a llorar durante horas.

El padre «comunista» y la petición a los Reyes

  • zaida cantera

  • Zaida, nacida en Vallecas hace «treinta y tantos» años, no tiene ni un solo antepasado militar en la familia. Su padre, un «viejo comunista», trabajaba en la Pegaso cuando Zaida confesó su vocación «Me apoyó sin reservas». Ahora es una petición canalizada a través de change.org, la que exige al Rey, como máximo responsable de las Fuerzas Armadas, que apoye a Zaida.

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  • Condenas han fallado los jueces militares en la última década por abuso de autoridad o trato degradante. Desde 2010, la Fiscalía ha intervenido en unas 90 causas por este delito, aunque no se sabe cuántos incluyen acoso sexual. Zaida denuncia que hay otros casos como el suyo.

Pocas horas antes de la publicación del libro, Jordi Évole ya había desatado la tormenta en Salvados, entrevistando a la militar, que aún tiembla cuando detalla su historia. «Y eso que cortaron las escenas en las que se derrumbaba. Zaida no quiere parecer débil, no quiere dar pena», explica su marido, José Lóbez, un comandante sobresaliente, el primero de su promoción, asesor de generales, pero que también vivió su propio infierno cuando su mujer denunció judicialmente a Lezcano-Mújica, desesperada por la pasividad de la cadena de mando. Lóbez, que de la noche a la mañana pasó a ser «el comndante malo», terminó dejando el Ejército.

«¿Qué te han hecho, hijita?»

«Me pongo a temblar cuando recibo una simple notificación en casa. Los psicólogos me dicen que tengo que aceptar que estoy tocada». A Zaida le han diagnosticado angustia, ansiedad... «un paréntesis de sufrimiento muy largo que aún no se ha cerrado. Queríamos tener hijos, pero aquello tuvo que esperar», resume Lóbez. El peor momento fue ver llorar a su padre enfermo, tras leer un burofax con información médica y laboral confidencial que nunca tendría que haber llegado al domicilio paterno: «¿Qué te han hecho hijita, qué te han hecho?». Era la primera vez que le veía llorar. «Esto no lo perdono».

El juicio contra Lezcano sirvió para comprobar cómo se sucedían «los fallos de memoria a medida que desfilaban los testigos de mayor graduación», como indica Irene Lozano. «Se ve que la amnesia selectiva causa estragos entre los jefes del Ejército». Pese a todo, el teniente coronel, que en pleno proceso judicial ascendió a coronel, fue condenado a dos años y diez meses de prisión por dos delitos de abuso de autoridad. El fiscal pedía tres años y medio, lo que hubiera supuesto la expulsión definitiva de Lezcano del Ejército. La sentencia es demoledora. La capitán fue «acosada, humillada y vejada» por los actos «indignos y absolutamente reprochables» del teniente coronel, «una conducta denigrante y envilecedora para quien la sufrió». El fallo también afeaba la postura de los mandos: su pasividad «permitió» el acoso.

Aquello parecía una victoria, pero solo fue un espejismo. «Todos podemos tener un acosador en el trabajo. Lo vergonzoso vino después, cuando el Ejército se volcó para destrozar a Zaida», se lamenta José Lóbez. A raíz de la sentencia, le hicieron la vida imposible. Le quitaron el mando de su unidad, le dejaron sin vacaciones, traslados forzosos... Incluso llegaron a pedirle seis años de cárcel por falsificar, supuestamente, una solicitud de permiso. Y al final se demostró que lo que se había falsificado eran las firmas de sus superiores, realizadas por la misma mano. Nadie pagó por ello.

La situación desembocó en otra denuncia por acoso laboral, pero, tras una instrucción vertiginosa, todos los superiores de Zaida salieron limpios. Lezcano-Mújica cumplió su pena en la prisión militar de Alcalá-Meco, obtuvo la libertad condicional el pasado mes de febrero y en breve volverá a mandar al cuartel. Zaida, por su parte, ha renunciado a su vocación por «incapacidad». Está de baja desde hace un año y todavía espera la resolución del expediente. «No me voy, me han echado». Su guerra, esa para la que no la prepararon, tendrá sentido si logra evitar casos como el suyo: «Hay mucho que cambiar». Porque, «como dice Pérez-Reverte, no hay nada más digno de respeto que un soldado honrado, ni nada más despreciable que uno que no lo es».

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