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Ideal.es
Sábado, 4 de julio 2015, 13:27
Todo, hasta el más mímino detalle y el último milímetro de su superficie, está medido y pensado en la construcción de una auténtica obra de ingenieria como es un avión.
Ninguno de los elementos que se pueden apreciar en la nave está puesto ahí por casualidad y un ejemplo de ello es el pequeño orificio con el que cuentan las ventanillas en cada una de las filas en las que se divide el habitáculo.
Su utilidad es realmente importante y tiene que ver con la necesidad de garantizar la seguridad cuando el avión se encuentra a más de 10.000 metros de altura.
La ventanilla se divide en tres partes: dos láminas -exterior e interior- que separan la parte central, justo donde se encuentra ese diminuto agujero que sirve para regular el vacío que forman las láminas. Si la parte exterior sufriera algún tipo de rotura, la despresurización que sufriría la cabina -está a diferente presión respecto al exterior debido a la altitud- se produciría de forma mucho más lenta facilitando así la reacción de los viajeros (que se colocarían las máscaras de oxígeno, por ejemplo) y garantizando así un nivel más de su seguridad.
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