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Mario Vidal
Domingo, 27 de julio 2014, 00:41
La mayoría de los que utilizamos Internet hemos tropezado, muchas veces sin saber qué es, con una nube. Dropbox, Google Drive o iCloud son algunos de los servicios inicialmente gratuitos que permiten hacer uso del cloud computing.
Se trata de un concepto de gestión y almacenamiento de archivos en Internet. En el ámbito doméstico lo podemos comparar con un gran archivador virtual que cuenta con cajones, carpetas y documentos. Sabemos que el archivador no es nuestro, no tenemos ni idea de dónde se encuentra y sospechamos que aunque se represente con un candado, más de uno tiene llave.
En las empresas el cloud computing se puede resumir en una única palabra: productividad. La clave de la economía. Hacer más con menos. Los sistemas en la nube ahorran tiempo, espacio e inversión a las empresas que los utilizan. Ya no solo para almacenar archivos o trabajar conectado con otros empleados en otra parte del mundo, sino también para que cualquier proyecto de una compañía se pueda desarrollar desde cualquier punto con acceso a Internet. Incluso desde casa. Al jefe no le valen excusas de haber terminado la jornada laboral y haberse marchado a casa. Porque desde allí, también se puede seguir trabajando.
Las empresas que ofrecen servicios de cloud computing han aumentado sus beneficios en los últimos años. Este sector de la industria TIC va a invertir, solo este año, más 4.000 millones de dólares en hardware. La consultora IBM calcula que en 2015 se crearán, en todo el mundo, 14 millones de puestos de trabajo relacionados con la nube.
Pero como cualquier producto relativamente- nuevo que aparece en Internet, su principal desventaja es la seguridad. Si nos centramos en el uso doméstico de esta herramienta, debemos tener en cuenta que la mayor parte de servicios en la nube -ya sea de almacenamiento de archivos, especializados en música o en la gestión de documentos- son gratuitos. Sin embargo, puede que estas empresas que nos ceden sus archivadores, cedan también parte de la información que subimos a la nube a otras compañías que buscan negocio.
Por ejemplo, quizá hayamos pensado que casualmente cuando estamos organizando un viaje con varios amigos a través del correo electrónico, nos aparecen en prácticamente todas las webs que visitamos promociones de hoteles y vuelos al destino deseado. O que escuchemos la misma lista de canciones en la nube continuamente y nos salten anuncios de otros artistas similares, conciertos, discos, etc. Evidentemente, eso no es fruto de la casualidad, sino más bien de la imprudencia. De la nuestra. No es que Drive o Spotify sean débiles ante cualquier ataque de otra compañía, sino que a cambio de dejarnos gratis el archivador, puede que dejen echar un vistazo a un tercero. Y es que el negocio del cloud computing gratuito, también es rentable.
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