![«Mi marido se fue sin llegar a saber que yo era alcohólica»](https://s1.ppllstatics.com/ideal/www/pre2017/multimedia/noticias/201506/20/media/almeria/almeria-alcoholismo.jpg)
![«Mi marido se fue sin llegar a saber que yo era alcohólica»](https://s1.ppllstatics.com/ideal/www/pre2017/multimedia/noticias/201506/20/media/almeria/almeria-alcoholismo.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Javier García Martín
Domingo, 21 de junio 2015, 01:58
El día en que su hija le hizo ver que no era capaz de recordar ni siquiera lo que habían hablado unas horas antes, Ana, que entonces ya había pasado los cincuenta, tuvo que confesarlo: «No llames al médico -dijo-. Lo que yo tengo es otra cosa». Aquellas ausencias de memoria no eran síntoma de ningún Alzheimer. La culpa, desveló, era del cava. Ana llevaba años consumiéndolo de forma abusiva, a veces desde las diez de la mañana, cuando, con el más preciso de los tientos, abría una botella tan lentamente que conseguía que el característico petardazo del descorchado sonara poco más intenso que un suspiro. Era alcohólica y su marido, camarero, nunca lo sospechó. «Se fue sin saberlo», cuenta a IDEAL.
Victoria prefería los cartones de vino. Cualquier excusa valía para salir a comprarlos a alguno de la red de comercios que tenía controlados a su alrededor y que iba alternando para no levantar sospechas ante sus reiteradas visitas. «Sabes que tienes un problema, pero es más fuerte el engaño. Yo me decía a mí misma que me estaba obsesionando», señala Ana.
Y es que, salvo extraños casos, hasta que no hay un episodio de especial gravedad (que puede ir desde el ámbito de la propia salud a la convivencia familiar, la intervención judicial o todo a la vez), las personas que sufren esta adicción no piden ayuda.
El secreto más silencioso
Pedirla significa entrar en un programa de rehabilitación como el que desde hace décadas lleva a cabo la asociación de Alcohólicos Rehabilitados de Almería (ARA) en la provincia y por el que ya han pasado centenares de personas que han repetido el éxito de Ana o Victoria. Pedir ayuda significa, además, tener que revelarlo ante los seres queridos para que ellos se conviertan en protectores de su abstinencia y bienestar. Y eso, durante décadas, ha sido el más difícil todavía para las mujeres.
«Mi marido no sabía que tenía problemas con el alcohol, él se pensaba que lo que me pasaba estaba relacionado con unas pastillas que tomaba para la depresión», señala hoy Victoria, trece años después de llegar a ARA y aún con incredulidad. «En muchas ocasiones, el familiar de la alcohólica tiende a tapar el problema», explica Lola, la psicóloga de la asociación, una pieza fundamental en el puzzle de vidas reconstruidas que enmarca hoy esta entidad y con más de veinte años de experiencia profesional en ella.
Con testimonios así, suya fue la idea de crear una terapia restringida a mujeres que hoy mantiene buena salud. Se trata, a todas luces, de un taller de género al que las usuarias acceden desde el primer día que deciden no volver a probar el alcohol y que les acompaña durante el resto de su mantenimiento en la abstinencia, la última fase, esa que, si sale bien, dura el resto de la vida.
El objetivo de esta iniciativa es, sobre todo, no disuadir a las mujeres ante la mayoritaria presencia masculina. «El hecho es que ellas vienen menos», explica Ana, monitora hoy. «Nos encontramos con una terrible soledad en estos casos», agrega.
Varias generaciones de alcohólicas, como la suya, han caído silenciosas en esta adicción y más calladas se han visto obligadas a recuperarse. «En líneas generales y aunque hay excepciones, mientras que la mujer se vuelca con el marido cuando le pasa algo, el hombre suele dejarlas solas», explica la psicóloga. «Intentamos que aquí se sientan integradas, que vean que nosotras hemos logrado rehacer nuestras vidas», agrega Victoria, también responsable en la asociación.
La impronta de género se deja notar en los contenidos. «La mujer tiene una realidad social y personal diferente, ni mejor ni peor, pero que implica que ciertos temas no se atrevan a hablarlos frente a los hombres», explica la psicóloga, que reivindica ese círculo de confianza en beneficio de la salud de sus atendidas sin menosprecio de las terapias que también reciben sus seres queridos.
Pioneras en Andalucía
No es de extrañar que, precisamente, ARA sea pionera en Andalucía en este enfoque. Desde hace catorce años organiza un encuentro autonómico en Almería para aumentarle el volumen a este grito en el desierto. Durante este tiempo, sus cumbres han generado relevantes conclusiones que suplen la falta de investigaciones científicas al respecto.
Ahora, por ejemplo, se sabe que ellas tardan más en pedir ayuda profesional, que la ilegalidad les aleja del consumo y que suelen abandonar más si no se ven apoyadas. Sin embargo, las cosas están cambiando. Las mujeres, que desde hace décadas han conquistado los espacios públicos, brindan ya a la vez que los hombres y lo hacen cada vez más jóvenes. El nuevo tipo de bebedor ya no es tan continuo durante todo el día, sino intermitente, con consumos esporádicos durante el mes pero muy elevados. La igualdad, así, llega al terreno del alcoholismo, aunque por la vía del aumento de cuota de ellas.
Hoy, las experiencias de estas mujeres son cruciales. Al remate, lo suyo es una cuestión fundamentalmente de legado. «Sigo aquí, ayudando porque siempre he querido recordar», apunta Victoria. «No podemos olvidar lo que pasa cuando se abusa de esta sustancia», concluye.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
España vuelve a tener un Mundial de fútbol que será el torneo más global de la historia
Isaac Asenjo y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.