Teruel cree que el resultado del PSOE en Almería tiene «mérito» por luchar en una contienda política «desigual»

La resaca electoral se vivió en Almería con aparente calma chicha y cierta dosis de resignación. No queda otra opción cuando las urnas hablan. En la provincia estas lo hicieron y de lo lindo, legando para la historia el hecho de que por vez primera en democracia hasta cuatro fuerzas de distinto signo han conseguido cuota representativa en las Cortes Generales. El eje PP-PSOE se ha quebrado en parte debido a la irrupción de dos fuerzas pujantes: Ciudadanos y Podemos, cuyo hito fue lo único que se celebró con ganas en las distintas sedes y cuarteles generales salpicados por la capital.

Apenas doce horas después de haber conservado la representación en el Congreso volviendo a sacar los dos escaños de 2011, la sensación entre los socialistas era por encima de todo de sosiego. Y más viendo el descalabro del partido antagonista, un PP de Almería que el domingo sufrió un golpe a sus ambiciones de proporciones mayúsculas. En términos cuantitativos, 60.000 votos menos y dos escaños al Congreso de los Diputados que fueron a parar a las fuerzas emergentes.

El balance que hizo ayer el líder de los socialistas almerienses, José Luis Sánchez Teruel, fue en esta línea. Habían igualado por debajo al PP, por lo que aunque habían pocos motivos para la celebración, tampoco cabía el flagelo. «Nosotros teníamos claro que como mínimo debíamos mantener la representación de las últimas elecciones. Ahora bien, también queríamos aumentarla y es por eso que no podemos decir que se hayan cumplido las expectativas. Si acaso sólo en parte». El diputado autonómico hiló ayer un discurso cuya columna vertebral fue aquello del 'podía haber sido peor', lugar común en el que se sintió cómodo destacando la «fidelidad» que demostró el votante socialista en Almería el pasado 20D. La crisis económica ha volatilizado tanto el voto que para un partido tradicional mantener el caudal de apoyos es hoy toda una suerte de heroicidad digna para subrayarlo públicamente.

Así lo hizo Teruel, quien no olvidó tampoco de dónde partían: «Claro que es importante mantener la representatividad y que la subida de Podemos y C's no ha sido a costa de nosotros, pero no podemos estar satisfechos porque aspirábamos a conseguir más respaldo». O lo que es lo mismo, a recuperar ese tercer diputado que fue todo un espejismo durante el recuento de una noche electoral poco emocionante para ellos.

Descabalgar al PP

Visto lo visto al PSOE le toca remar también en Almería, feudo que lleva tiempo sin darle demasiadas alegrías. Sin embargo el líder socialista ve cada vez más cerca arrebatarle al PP la posición hegemónica en la provincia. No es un pálpito presuntuoso, cree firmemente en que en las últimas elecciones celebradas los ciudadanos les están enviando claves para poder darle la vuelta a las cifras. «Yo estoy convencido de ello porque cada vez estamos más cerca. Nos están diciendo por dónde trabajar para poder obtener su confianza», indicó Teruel, que como bien sabe su formación sufre en los grandes municipios de la provincia.

Para salvar este escollo el diputado autonómico tiene claro que la clave es acortar distancias con los ciudadanos. También confía en el desencanto cada vez más latente de la mayoría social con el PP de Amat, que ya el domingo lo definió como un «proyecto acabado». Ayer volvió a incidir en la idea. Aunque reconoció que no le corresponde a él decidir cuál debe ser el futuro del presidente de los populares almerienses, si que dejó caer que la situación es insostenible. «Pinta a que 'hasta aquí hemos llegado', por lo que más pronto que tarde tendrá que haber cambios tal y como exige la ciudadanía», añadió.

Por contra, existe para Teruel otra circunstancia que otorga más «mérito si cabe» al resultado electoral del PSOE. Es que a su juicio el PP cuenta con «apoyos institucionales muy potentes», dijo. Según explicó el hecho de que los populares controlen la Administración Provincial o los ayuntamientos más grandes le confiere ventajas para llegar con más facilidad a la gente. ¿El antídoto? «La política de cercanía», respondió.