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Rosenda Mirón
Almería
Jueves, 30 de enero 2025, 13:00
El cultivo del tomate se enfrenta a una de sus etapas más complejas: Problemas sanitarios como el virus del rugoso (ToBRFV) o adversidades medioambientales y climáticas son desafíos importantes. La innovación en semillas y el desarrollo de variedades resistentes son por el momento soluciones clave para mantener la competitividad de este cultivo.
A partir del 1 de enero de 2025, el ToBRFV ha pasado a ser considerado un Plaga Regulada no Cuarentenaria (RNQP). Este cambio normativo refuerza la necesidad de implementar medidas de control y prevención más estrictas. En esta línea, el Plan Nacional de la Sanidad Vegetal del Tomate, publicado en junio de 2024 por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, fue un paso importante para contener la propagación del virus. Por otro lado, iniciativas lideradas por un grupo de empresas investigadoras, alertan sobre la importancia de mantener los estrictos protocolos de control establecidos en el Plan Nacional de Sanidad Vegetal. Subrayan que toda semilla comercializada, independientemente de su origen, debe estar libre del virus para cumplir con la Ley de Sanidad Vegetal. Asimismo, se insta a analizar otros virus relacionados, como el ToMMV y el PepMV, para garantizar una protección integral del cultivo.
Las casas de semillas han asumido un papel protagonista en la lucha contra el ToBRFV, trabajando en dos frentes fundamentales: el desarrollo de variedades resistentes y la investigación colaborativa. Se espera que para el periodo 2025-2026 la mayoría de los segmentos y ciclos del cultivo estén cubiertos por variedades capaces de resistir este virus.
«La biotecnología permite identificar, mediante técnicas metagenómicas, qué variedades poseen genes de resistencia. Esta información es vital para que los mejoradores seleccionen las variedades que manifiesten alta resistencia», explica Juan Jesús Narváez, Quality Process and Seed Technology Manager en Semillas Fitó. Empresas como Rijk Zwaan están desarrollando variedades que no solo garantizan resistencia, sino que también cumplen con las exigencias de calidad que demandan los consumidores.
Agricultores y productores de Almería han implementado estrictos protocolos de bioseguridad, que incluyen la desinfección de herramientas, el uso de pediluvios y la limitación de movimientos en los invernaderos. Estas medidas, aunque exigentes, son esenciales para contener la propagación del virus.
Según líderes del sector, muchas variedades actuales podrían quedar obsoletas en pocos años, marcando un cambio de modelo en el cultivo del tomate.
La calidad del producto ya no es el único criterio a tener en cuenta, se necesita viabilidad agronómica y comercial. Algunas variedades resistentes ya han dado buenos resultados y han permitido recuperar el calendario habitual de plantación. La mejora en las prácticas de manejo y la implementación de estrategias colaborativas hace que el sector confíe en superar pronto estos desafíos.
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