J. L. PASCUAL
Domingo, 27 de julio 2014, 00:25
El pasado viernes se le entregaron las licencias a cuatro nuevos árbitros de Almería, algo que no se producía desde hace más de treinta años y que es considerado como un hito por los aficionados. El encargado de 'apadrinar' a esta hornada es Juan Manuel García Reyes, un colegiado que ha llegado a la cima mundial de este deporte con mucho esfuerzo y sacrificio.
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-¿Qué le parece esta nueva generación de árbitros que emerge en el boxeo almeriense?
-Fui yo el que la inicié porque veía que los que estamos en la actualidad ya nos hacemos mayores y que tenían que venir otros a sustituirnos. Lo dimos a conocer a gente interesada en el boxeo , pedimos autorización a la Federación Andaluza que aceptó esta iniciativa y nos pusimos en marcha con cuatro alumnos, entre ellos una mujer. El curso ha durado tres meses, primero se entregó la documentación de los estatutos de la Federación Española para que estudiaran, después se les hizo un examen teórico y finalmente hemos estado con boxeadores preparados por José Ros haciendo prácticas. Hemos visto que están preparados y capacitados de cara a debutar en la velada de la próxima Feria de Almería.
-¿Cómo son estos jóvenes que quieren iniciarse en el arbitraje?
-Los cuatro aspirantes son personas muy normales, con su estatus social y su oficial. Mire, yo muchas veces cuando vuelvo de un país extranjero a España coincido en los aviones con banqueros, políticos o empresarios y cuando me preguntan y les digo que estoy en el boxeo se extrañan por la mala fama que arrastra este deporte. Yo les doy a entender que esto no es lo que algunas películas han querido dar a parecer, aquí hay gente solvente, de cualquier esfera de la sociedad.
-¿Cuáles son las cualidades que debe tener un colegiado?
-Principalmente la autoestima, cuanto más mejor. También el coraje y la decisión para tomar una decisión en el momento oportuno y la honradez porque hay que ser siempre imparcial. Hay que estar siempre muy concentrado, no oír el ruido ni a los preparadores, que nada te impida dar el máximo y puntuar solo los golpes válidos, porque esto no es cuestión de pegar más, sino de hacerlo bien.
-¿Se puede realmente un árbitro abstraer del ambiente tan fuerte que se genera en un combate?
-Yo he estado arbitrando en pabellones o recintos abiertos con 40.000 personas y eso son muchos aficionados chillando. Un juez, mentalmente, se debe concentrar y no ver más allá. Tu no vas a ver una pelea, vas a trabajar. De cualquier forma, esto es algo que llega con la práctica, lógicamente.
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-¿Se ve reflejado en estos nuevos árbitros del boxeo almeriense?
-Sí me veo reflejado. A todos les gusta el boxeo y aspiran a ser algo, se fijan mucho en los que hemos conseguido llegar a la elite del boxeo y están con muchas ganas de aprender. Aún sin la licencia, han estado en Madrid en un curso de árbitros profesionales impartido por un colegiado italiano que estuvo conmigo arbitrando recientemente en Mónaco. Ese punto de ambición es fundamental, pasa como con cualquier otro oficio o con una carrera universitaria, sino te gusta nunca vas a estar a gusto, si te gusta no vas a tener ningún sufrimiento.
-¿Cómo fueron sus inicios?
-Pues hace ya más de 40 años. En aquellos tiempos el boxeo en Almería era más importante que el fútbol, todas las semanas había dos veladas por la provincia y el sábado era el día de la velada oficial en el Parque Móvil de los Bomberos. Nos juntábamos los amigos, como ahora lo hacen para ver el fútbol, teníamos nuestro asiento asignado. Desde pequeño me gustó el boxeo y un día le dije a mis amigos que lo vería más cerca, justo donde estaban situados los jueces. Se rieron un poco de mí, pero al cabo de tres semanas yo ya estaba en una silla auxiliar junto al juez, se quedaron todos muy sorprendidos. Mandé un escrito, me contestaron y pude comenzar a puntuar para que los jueces vieran si lo hacía bien. Yo siempre digo que cuando alguien quiere algo lo acaba consiguiendo
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-¿Cuál ha sido el mejor combate que ha dirigido durante estas cuatro décadas?
-Quizás fue uno en Volvogrado en el que se hicieron dos combates mundiales, uno masculino y otro femenino. Yo arbitré el de mujeres e hice de juez en el masculino. Había 40.000 personas, era un acontecimiento muy importante, un homenaje a lo acontecido en la Segunda Guerra Mundial. También recuerdo un mundial de los pesos pesados con Nikolai Valuev, el boxeador más alto de la historia con 2,14 metros, que peleó ante un púgil inglés en la localidad alemana de Düsseldorf
-¿Quién ha sido el mejor boxeador que ha visto sobre un ring?
-El mejor creo que ha sido Félix Trinidad junto a Julio César Chávez. También destacaría a los hermanos Klitschko que, aunque muchos supuestos entendidos dicen que en otros tiempos no hubieran llegado a nada, yo creo que no desmerecen en nada a los Tyson y compañía. Lo que pasa es que siempre que miramos atrás parece que siempre lo de antes fue mejor.
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-¿Ha vivido algún momento especialmente complicado?
-Tuve una gran polémica en un Campeonato Internacional que se celebró en España y en el que estuve de juez. Había un boxeador ruso pero que se había nacionalizado español, llamado Lacatus, que se enfrentó a un púgil británico. Los promotores de Lacatus llegaron pensando, poco menos, que antes de empezar el combate ya lo tenía ganado. Yo di como vencedor a su rival y se formó un auténtico circo. Me llegaron a amenazar con que no iba a arbitrar más y con ponerme denuncias ante la Federación. Yo estuve tranquilo en todo momento y les dije que los combates había que ganarlos en el ring y nunca en los despachos. Les invité a que revisaran la grabación del combate para que vieran como se había desarrollado y porque el inglés merecía una mayor puntuación. A las dos semanas ya me dieron otros campeonato y yo estaba arbitrando otra vez. Poco después me encontré con uno de estos promotores en Las Vegas y se disculpó ante mí por todo lo que había pasado. Me dijo que para luchar por un Campeonato del Mundo había que estar entre los cinco primeros del ranking y que para eso era necesario invertir una gran cantidad de dinero. Una victoria para ellos hubiera sido muy importante. Yo le dije que soy español pero que también soy colegiado internacional y que, por tanto, me entrego en este deber.
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