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Los siete pecados capitales

Los siete pecados capitales

La estrategia de Comendador no movilizó a su electorado y la participación cayó un 3,7%. La insistencia en centrar el debate en la Junta de Andalucía y la campaña de desprestigio a Miguel Cazorla también se le volvió en contra. Entre la abstención y Ciudadanos suman prácticamente los 14.850 votos que ha perdido el PP desde 2011

Miguel Cárceles

Miércoles, 27 de mayo 2015, 00:27

La primera vez en que Luis Rogelio Rodríguez-Comendador (PP) ha mencionado expresa y públicamente a Ciudadanos como posible aliado en un gobierno municipal fue ayer. Ya reposado, dos días después de los comicios municipales, se mostró «a la expectativa» de las decisiones que tome la dirección nacional de este partido a la hora de establecer las bases que permitan acuerdos de gobernabilidad municipales y autonómicos. Durante la campaña, sin embargo, les había obviado de forma absolutamente deliberada.

Su equipo de campaña vetó cualquier actividad de confrontación dialéctica con el líder de la formación naranja en Almería, Miguel Cazorla. En los debates televisivos, sólo se enfrentó a los candidatos de PSOE e IU. Y ante la propuesta de IDEAL de posar para una fotografía junto con el resto de candidatos de los partidos con representación parlamentaria en las cámaras estatales y andaluza, puso como condición que la foto fuera o con los 15 cabezas de lista incluido formaciones que han obtenido menos de 200 votos o solo con las tres fuerzas plenarias. Comendador buscaba a conciencia que su proyecto no confrontara en pie de igualdad con el de Ciudadanos, de cuyo electorado cabreado beben los naranjas.

La estrategia para contrarrestar la posible fuga de electores a Ciudadanos comenzó, no obstante, mucho antes de que el día 8 de mayo se abriera de par en par la carrera para hacerse con los despachos de El Preventorio, sede de la Alcaldía de Almería. Los de Comendador ubicaron en el comodín del número 27 de su lista a Juan Megino. El movimiento estratégico era clave. Por un lado, se abría un puente de comunicación con Cazorla, ya que Megino es amigo personal del líder de Ciudadanos y fueron compañeros en la formación independiente Gial. Y por otro, se lanzaba la imagen pública de que Gial no es ciudadanos, que Gial se disolvió para revertir en el PP.

Sin embargo, durante la campaña algunos de sus compañeros de lista han criticado abiertamente y con dureza al candidato de Ciudadanos. Una situación que Cazorla dijo el lunes que «perdona pero no olvida», un obstáculo más para alcanzar el pacto ansiado por el PP y necesario para un gobierno de Rodríguez-Comendador que no pase por las siempre dificultosas negociaciones de un equipo en minoría.

Fue uno de los pecados de la capital en una campaña extraña, en la que la artillería ha estado en la Junta Electoral y en los juzgados y muy poco en la movilización, en la agitación y en las propuestas. De hecho, y durante la campaña, el PSOE interpuso un escrito de denuncia en Fiscalía por la presunta compra de votos a cambio de puestos de mercadillo por parte delPP que fue un revulsivo. En un breve comunicado, los populares achacaron la denuncia al «nerviosismo» de los socialistas. Otras formaciones también han presentado quejas por presuntas anomalías en el voto remitido a distancia.

Cambio de escena

Por ello quizás, el PP, que confiaba en su capacidad de movilización gracias a su red de líderes de opinión, fió todo a una campaña plana, sin vigor, sin confrontación, apenas contrastando sus últimos 12 años de gobierno con promesas futuribles, se vio golpeado en los últimos días de campaña por unos hechos que suponían elevar el tono a pocas horas de la cita con las urnas. Una ruptura total del debate cuando por aquel momento se veían cerca del decimoquinto escaño.

Sus encuestas internas venían dibujándole que solo en el peor de los escenarios se quedarían en puertas de la mayoría absoluta, con 13 asientos. Y fue precisamente este peor escenario el que acabaron dibujando los resultados electorales del domingo. Pero con dos añadidos. El primero es que la izquierda no se fragmentó tanto como esperaban IU guarda sus dos escaños, el PSOE subió otros dos, y no habrá más grupos en el Pleno. Y el segundo, que los votos que le otorgaron la mayoría absoluta hace cuatro años migraron íntegramente a Ciudadanos o a la abstención. Un total de 14.850 votos.

Rodríguez-Comendador sabía que repetir los 18 escaños era materialmente imposible.Entre otras cosas porque gran parte de los votos obtenidos hace cuatro años era un préstamo asociado al castigo que los ciudadanos infligieron al PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero. Pero además porque durante estos últimos cuatro años ha habido sombras alargadas sobre su gestión.

Algunas de ellas fueron reiteradas de forma constante durante la campaña por parte de los nuevos aspirantes. La principal es el propio hecho de que Rodríguez-Comendador haya compaginado la Alcaldía con su cargo de senador en Madrid. Desde allí, ha votado en contra de iniciativas como la creación de un cambiador de ancho en Granada que permita que los almerienses se aprovechen a finales de año de la llegada del AVE a la capital de la Alhambra o la exigencia de que se ejecute a la mayor celeridad el soterramiento del tren y la conexión con el Puerto en el municipio del que él mismo es alcalde.

El reproche, personalizado, era respondido en los dbates por comendador con alusiones airadas a la Junta de Andalucía. Casi se convirtió en un argumento comodín para evadir situaciones de confrontación verbal incómodas para el alcalde en funciones. También le ocurrió cuando se le mencionaba la compra por parte del Consistorio del edificio que albergaba el sanatorio Virgen del Mar.

Sorpresivamente, y por suerte para los populares, el PSOE e IU entre otros no han situado en el centro del debate de la campaña el tema del catastrazo. La negativa municipal a devolver dos años de sobrecobros por considerarlos, a priori, prescritos, es un tema que podría haberle acarreado un fuerte rechazo en su propio electorado más liberal, el que apuesta de forma indefectible e incondicionada por la bajada de impuestos.

Y si alguna oportunidad tenía de explicarse con mayor libertad de estos grises de su gestión, esto es, concediendo entrevistas, Rodríguez-Comendador optó por hacerlo solo en algunos medios. Rechazó de facto, pese a la petición cursada por IDEAL, responder a las preguntas de este periódico. Y con ello, cercenó a los lectores de este diario la posibilidad de conocer sus explicaciones en torno a su gestión y sus proyectos de futuro para la ciudad. Ni siquiera se ofreció una explicación por parte de su gabinete de los motivos del rechazo.

Obras de última hora

Tampoco le ha servido a Comendador para hacer valer su gestión de los últimos cuatro años y con ello revalidar la ansiada mayoría absoluta el haber pospuesto la inmensa mayor parte de las obras de infraestructura a los últimos meses de mandato. La estrategia la dio a conocer él mismo y de forma pública, ante los medios, durante un acto de partido en el año 2014, pocos meses antes de las elecciones europeas. Comendador auguró un fuerte voto de castigo hacia su formación después de los años de Gobierno de Mariano Rajoy en La Moncloa. Y animó a sus homólogos en la provincia a concentrar la inversión en los últimos años de la campaña. Él mismo hizo lo propio. En los meses previos a los comicios se abrieron infraestructuras como el parque de la Estación, el bulevar de Pescadería, el Museo Doña Pakyta, la Casa de José Ángel Valente o la remodelación de la rambla de Alfareros.

Con todo este cóctel, Rodríguez-Comendador enfrenta ahora uno de los momentos más difíciles de su mandato. Probablemente más difícil que la primera negociación con el Gial de Juan Megino. Las exigencias de los nuevos partidos para ofrecer su apoyo pasan por medidas estructurales, mucho más difíciles de contentar.

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