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JOSÉ LUIS PASCUAL
Domingo, 21 de agosto 2016, 02:38
El Camping La Garrofa ha visto pasar las décadas hasta convertirse en uno de los lugares con más solera del país dentro del sector turístico. Sus orígenes se remontan al año 1957, convirtiéndose en la instalación de este tipo con más edad de España y también, más que probablemente, en la primera en abrir sus puertas al turismo.
Desde los esos últimos años de la década de los 50 y, sobre todo, desde los 60, ha venido recibiendo a miles de turistas que han llegado desde todos los puntos del mundo y que, en general, suelen ser bastante fieles y han ido repitiendo durante muchos de sus periodos vacacionales. Para algunos de ellos casi se ha convertido en una tradición el disfrutar de unos días al año en La Garrofa.
El encanto de este enclave comienza desde su propia ubicación, ya que el Camping está situado a escasos metros del Puente Romano y la Calzada Romana que son perfectamente accesibles para todos los turistas a través de un paseo de gran atractivo natural. En la ladera Este del Camping se encuentra, además, la Torre Vigía de la Garrofa, construcción defensiva del Mediterráneo típica y desde la que se contemplan hermosas vistas de la costa, y la Alcazaba de Almería, que está a unos cuatro kilómetros de este lugar.
El Camping está situado al borde del mar, en la cala que lleva su nombre, en un entorno privilegiado envuelto en una arboleda de eucaliptos y diversa vegetación autóctona. Su situación lo hace idóneo para disfrutar de la playa y visitar los numerosos espacios naturales de la provincia como Tabernas, Sierra Nevada o el Cabo de Gata. Su cercanía también es aprovechada por los usuarios para hacer rutas por la capital y disfrutar de sus monumentos y gastronomía. El complejo turístico se destaca por la disponibilidad de parcelas con sombra natural y sombraje de palma, situadas frente al mar, una zona relajante y donde disfrutar de unos días de desconexión y ocio.
Para quienes busca mayores grados de confort, también hay edificaciones de madera que están diseñadas con un cuidado especial y acorde con la arquitectura de la zona, disponiendo de un amplio y fresco porche desde el que se divisa el mar y que es uno de los elementos más valorados por los visitantes. En total, la Cala de la Garrofa tiene una playa de 200 metros de largo por 20 de ancho y está acondicionada con sombrillas de brezo que son completamente gratuitas para los usuarios. Durante estos casi 60 años de vida se han ido ampliando y mejorando los servicios, siempre buscando la comodidad y satisfacción del cliente. En este sentido, han crecido las zonas comunes y se han potenciado servicios como la restauración. También se cuenta con un supermercado y con tres bloques de aseos y duchas remodelados y modernizados que están repartidos a lo largo de todo el recinto, así como un conjunto de lavaderos.
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