La Almería rural que se resiste a desaparecer
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Desde ayudas a familias hasta incentivos a comercios, municipios como Beires o Velefique combaten la despoblación con todas las armas a su alcanceNEREA ESCÁMEZ
Almería
Sábado, 13 de noviembre 2021, 23:28
Los municipios de la 'España vaciada' en diferentes zonas de la provincia se resisten a desaparecer. En su lucha contra la preocupante pérdida de población que sufren, imparable desde hace décadas, localidades como Alcudia de Monteagud, Olula de Castro o Velefique, en la Sierra de Los Filabres, y Beires, en la comarca de la Alpujarra almeriense o, Laroya en la comarca del Valle del Almanzora, han tomado una serie de medidas para tratar de mantener a sus habitantes, incluso atraer a otros nuevos. Ayudas para el alquiler, actividades culturales, apuesta por el internet, atractivos de residencias para las familias y ayudas a jóvenes emprendedores son algunas de las iniciativas llevadas para hacer frente a la despoblación.
El alcalde de Alcudia de Monteagud, Juan Manuel Sánchez Pérez, ha expresado que la propuesta desde el Consistorio es la de «servir de revulsivo» a un pueblo tan pintoresco ubicado en la Sierra de Los Filabres. En esta línea, para hacer frente al proceso de despoblación que sufren desde hace décadas, quieren seguir poniendo en valor el patrimonio de Alcudia que son «las casas blancas de cal y rojo de teja junto a las calles trazadas a la hechura musulmana de los moriscos que en su día las habitaron». El futuro del pueblo pasa «por el turismo rural, porque España es un destino turístico por excelencia y nosotros queremos sumarnos a este sector estratégico que es también el gran banco de empleo nacional, pero esto es impensable sin la ayuda de las instituciones, ya que pueblos como el nuestro no tienen recursos propios».
En el 2020, el Instituto Nacional de Estadística, reflejaba que la población de Alcudia de Monteagud está estancada en 138 habitantes. Por ello, la prioridad de Alcudia, durante estos años, es la de posicionarse «en buen lugar embelleciendo calles e infraestructuras». Un sinfín de hechos que también, según el primer edil de Alcudia, desembocará en una «inminente construcción de archivo y biblioteca municipal, servicio de restauración con gastronomía tradicional típica y servicio de farmacia, todo ello en dependencias municipales que crearán empleo». Para atraer a la población joven acondicionarán las pistas deportivas y senderos al igual que organizarán actos culturales para vecinos y visitantes en fines de semana.
Y, respecto a tareas pendientes del Ayuntamiento está la de disponer de piscina y pista de pádel, «que será el principal atractivo para niños y jóvenes y que muy pronto contaremos con ellos». Juan Manuel Sánchez destaca otro hito para el municipio que es «la instalación de la fibra óptica y puede suponer un freno para la despoblación», subraya. «Nuestro fin sería hacer del pueblo de Alcudia un museo en sí mismo, donde participe todo el pueblo y que el visitante recorra sus instalaciones, calles y alrededores sin dejar de extasiarse, al frente de este trabajo estuvo también Juan Blas Martínez Sánchez, alcalde hasta el mes de julio pasado que puso su dimisión por motivos de salud», sentencia.
Velefique es otro de los municipios que trata de sobrevivir. Su población es de 253 habitantes pero, desde el Ayuntamiento son conscientes que «la población cuenta con más de 60 años» por lo que, sus iniciativas pasan por atraer a familias y jóvenes. Rafael García, alcalde de Velefique, confiesa que «no tenemos incentivos económicos por el momento» pero, arrimar el hombro siempre es la principal opción para lograr que los habitantes se queden en este lugar con encanto de la Sierra de Los Filabres. «Tenemos tres niños pequeños con tres años, dos y uno y medio, llevábamos más de quince años sin tener niños pequeños», ha lamentado a este periódico.
Incidiendo en las ayudas por trabajo, el Ayuntamiento de Velefique proporcionó unos corrales a un ganadero que se estableció en el pueblo. «Le pedimos un alquiler simbólico pero a cambio el estaba dándonos una explotación de leche», comenta el primer edil. Pero en lo que subvenciones a familias se refiere, «no damos nada, pero eso no significa que en un futuro se pueda hacer», comenta.
Mientras tanto Velefique continúa con un programa turístico basado en traer a personas al pueblo. Por ello, recientemente celebraron 'Veleficuento', unas jornadas literarias que están basadas en potenciar la imaginación de los más jóvenes con cuentacuentos, teatro, libros y marionetas. «El 'Veleficuento' es un recorrido por los rincones más entrañables del pueblo donde hacemos una parada y explicamos cuentos acompañados de música tradicional», revela Rafael García, contento porque este año tuvo un gran éxito ya que «acudieron muchos niños de otros pueblos».
Para continuar potenciando Velefique, el Ayuntamiento se ha encargado de construir cinco viviendas rurales. «Queremos potenciar el turismo rural y se nota porque los fines de semana el pueblo está lleno, la gente quiere huir de la ciudad en sus días de descanso y por eso hemos optado por esta iniciativa», expresa Rafael que observa como «en verano o puentes la población se multiplica por quince». Su grito para combatir con la despoblación, se basa en «traer a niños al pueblo porque Velefique está muy envejecido y queremos que se queden aquí».
El municipio de Beires es otro de los puntos de la comarca de la Alpujarra almeriense más afectados. Compuesto por casas de fachadas blancas, típicas de la zona, deambular por Beires es encontrarse con calles de pronunciadas pendientes, mucha vegetación y, lo más llamativo, losas que te indican el camino hacia puntos turísticos como el Museo Abierto Memoria de la Minería. También cuenta con un mirador con vistas espectaculares hacia sus casas. Así, Beires trata de sobrevivir con el paso de los años, tratando de llamar al turismo que pasa por la zona.
Según los datos publicados por el INE a 1 de enero de 2020, el número de habitantes en Beires data en 120 habitantes, diez más que en el año 2019. Pero, este rincón alpujarreño, llegó a tener en los años 60 en torno a 500 habitantes. Para los años 70, disminuyó considerablemente a 286 habitantes. La mayoría de residentes son personas mayores que, según los datos arrojados por edad, la media es de 58,68 años. Si hablamos de los niños, solo hay seis que están por debajo de la mayoría de edad de 18 años.
Por su parte, desde el ayuntamiento, la alcaldesa, Carmen González, ha informado que, ahora mismo «están trabajando gracias a los Fondos Europeos». Entre otras cosas, «se está reciclando todo lo que se puede, hemos puesto farolas solares en nuestro municipio, también estamos poniendo luces led, placas solares...», comenta con intención de poner su granito de arena ante el cambio climático.
«Estamos viendo los carriles bici, que son muy importantes, pero, en lo que a ayudas respecta, son cosas muy puntuales», dice. Lo que más atrae a personas al pueblo, sin duda, Carmen manifiesta que es la actividad de Santa Bárbara. «Se celebra el 4 de diciembre y ponemos un horno de leña público, en el que hacemos comidas mineras porque este lugar tiene origen minero y, de esta forma, atraemos a muchos turistas y habitantes de otros pueblos». En esta jornada, desde Beires se prepara pan y los niños se lo llevan a sus casas. Así, Carmen González relata que «se cocina comida que antiguamente preparaban los mineros, como tocino, chorizo, café de malta». Posteriormente, a esta comida, en Beires se celebra «una misa y una procesión en honor a Santa Bárbara».
Otra de las épocas que hace que el pueblo cobre vida es el verano. En agosto, en concreto, se celebran las fiestas patronales en honor a San Roque y, se realiza una velada minera, «donde en cada barrio se hacen actuaciones flamencas porque a los mineros le gustaba mucho ese tipo de música, también se hace esparto o las mujeres de la asociación hacen comidas típicas...».
Carmen González comenta que, para poblar Beires, se tiene que hacer mediante la creación de puestos de trabajo. «El empleo es lo que llenaría el pueblo de vida y las administraciones tienen que ayudar a que esto ocurra».
Una de las intenciones para el ayuntamiento está en rehabilitar la cooperativa de mermelada y envasados. Un enclave que, «si se saca adelante, porque el proyecto está terminado, tiene un futuro muy positivo para Beires», dice esperanzada la alcaldesa. «Tenemos un terreno para comprarlo, lo único que se necesitaría es un inversor que ponga el capital y dé trabajo. El Ayuntamiento no tiene el poder adquisitivo para comprarlo y meter a la gente, encima, hablamos en una previsión de aquí a cuatros años, en menos tiempo será imposible sacarla adelante», admite.
El municipio de Olula de Castro, en la Sierra de Los Filabres (con 191 habitantes, según los datos publicados por el INE en 2020) viene sufriendo una pérdida de población continuada desde hace más de una década. Esta caída se ha visto aminorada en los últimos años por el aumento de población extranjera, sobre todo jubilados que han visto en las viviendas en cueva de la localidad un buen lugar para vivir. Por ello, cerca del 13% de la población es de origen extranjero. Pese a que la pandemia ha puesto en valor el vivir en los pueblos, la tendencia de Olula de Castro sigue siendo a la baja porque no se registran datos de más de 300 habitantes que no sea en los años 80, en ese entonces, se notificaron 319 habitantes y en los 60, un total de 525 personas.
Desde el Ayuntamiento de Olula de Castro, Cristian Quero, resalta a este periódico, que se ha formulado un proyecto basado en la creación de puestos de empleo gracias a «la puesta en marcha de la fábrica de turrón» porque en cuanto a ayudas, se ofrecen a los habitantes a nivel provincial. La construcción de la cooperativa se encuentra «en proceso y esperamos que para el 2022 esté totalmente lista para comenzar a fomentar el empleo y que la gente se quede en Olula de Castro». También, ve la apicultura como una opción para que «las familias se queden en el municipio».
Con eso y, con la reciente llegada de la fibra óptica, «podemos hacer que la gente se quede y trabaje, que gracias a la pandemia existe el teletrabajo y las personas pueden encontrar en Olula de Castro un lugar muy tranquilo y seguro». La biblioteca también se ha dotado de internet lo que hará posible que «vengan personas durante largas temporadas». Por el momento, no hay colegio y los niños escasean por las calles del pueblo. «No tenemos niños empadronados y esperamos que con la fábrica la situación cambie», confiesa Quero.
Laroya, con 204 habitantes, es uno de los municipios de la comarca del Valle del Almanzora que trata de poner un alto a la despoblación. Pese a que sus cifras no son muy elevadas, han conseguido aumentar el número de habitantes respecto a 2001, donde residían solamente 98 personas. Así lo considera Loli Moreno, alcaldesa de Laroya, que observa positivamente esta subida en el censo de la población.
«Cuando llegué había 140, éramos el pueblo más pequeño de la provincia de Almería y ahora no, vamos subiendo, gracias a las fábricas de mármol muchas personas prefieren vivir aquí ya que Cosentino está a quince minutos». Para ayudar al crecimiento, desde el Consistorio proporcionan ayudas para los libros, «no queremos que los niños dejen de venir al colegio». A familias con dificultades, les ofrecen viviendas con VPO o alquileres bajos para que pueblen la zona.
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