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JULIO VALDIVIA
ALMERÍA
Lunes, 5 de abril 2021, 12:12
La Universidad Miguel Hernández de Elche lleva un lustro analizando las poblaciones de tortuga mora en el sureste, en las provincias de Almería y Murcia, con el objetivo de monitorizar la evolución de una especie considerada «en peligro» en el Catálogo Andaluz de Especies Amenazadas y ver su posible evolución. Unos estudios que también están sirviendo para el diseño de corredores que faciliten los movimientos de los diferentes grupos de población, especialmente ante los retos que suponen fenómenos como el cambio climático.
En el caso de la provincia de Almería los trabajos se están realizando en colaboración con Serbal, que está coordinando las acciones de voluntariado con las que tres veces cada primavera, se capturan ejemplares, se les toman muestras y mediciones y son marcados para poder hacer seguimientos en años posteriores.
Una especie «bandera»
Unos estudios que no solo sirven para la propia especie, ya que como explica Eva Graciá, del Departamento de Biología Aplicada y Ecología de la UMH, la tortuga mora «es una especie bandera y paraguas, porque gracias a ellas se protegen espacios áridos y semiáridos con muchas otras especies de flora y fauna a los que no se les da valor».
Graciá cita la expansión de la agricultura intensiva y el desarrollo urbano, como las principales amenazadas para la tortuga mora, que es algo que se está evaluando con estos estudios, al igual que otros fenómenos como los efectos de los incendios forestales. Otro problema es la extracción de individuos para ser usados como mascota, algo muy común hace unos años pero que la concienciación ciudadana y las estrictas normativas de protección, han reducido.
La tortuga mora está presente en sierras litorales de Murcia y Almería con climas áridos y semiáridos. El estudio Testudo analiza una docena de poblaciones de las que la mitad se han designado para su seguimiento a largo plazo, tres en Almería y otras tres en Murcia. La investigadora de la UMH, Eva Graciá, destaca especialmente el caso de la cuenca de Vera en la provincia, donde se están registrando densidades «muy altas» de ejemplares en unos espacios que no están protegidos.
Con los datos recopilados, además de evaluar la situación y evolución de la especie, también se quieren diseñar corredores que faciliten sus movimientos para así garantizar su futuro. Emilio González, de Serbal, explicaba en este sentido que la falta de conexión entre las poblaciones dificulta la viabilidad genética de las mismas en un futuro, y a ello se suman los movimientos provocados por el cambio climático que los científicos prevén que empujará a la especie hacia otras zonas.
Preguntada por ello, Eva Graciá matizó que los modelos de proyecciones son todavía pocos, pero todo apunta a que la tortuga mora se irá desplazando hacia al noroeste, y ya se está estudiando la cartografía de esas zonas para la búsqueda de hábitats oportunos y la detección de puntos críticos por donde no pueden pasar, con el fin de plantear esos corredores que faciliten las futuras migraciones.
Ambas cuestiones, el estudio de las poblaciones (bautizado como Testudo) y el diseño de corredores (proyecto Corredor) cuentan con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y varias organizaciones ambientalistas de Almería y Murcia, caso de Serbal en la provincia, participando en su organización junto a la UMH la Asociación Herpetológica Española.
Más de 750 voluntarios están participando desde 2015 en el desarrollo de este proyecto que también tiene entre sus fines el fomento del voluntariado y la educación ambiental, y que se espera que aporte datos muy importantes a las Administraciones implicadas para la elaboración de planes de conservación y de recuperación que hasta ahora no tienen aprobados , según indicó Eva Graciá.
La asociación Serbal, Sociedad para el Estudio y Recuperación de la Biodiversidad Almeriense, es la encargada en la provincia de realizar los trabajos de voluntariado desde hace cinco años. Unas labores que se realizan tres veces entre los meses de marzo, abril y mayo, el primer mes porque acaban de salir de hibernación y empiezan a salir a buscar pareja, y los otros dos porque es la época de reproducción.
Los trabajos, en los que participan 6 voluntarios por turno, consisten en realizar batidas en las que se cogen todos los ejemplares de la zona designada, que son marcados para poder hacer seguimientos a largo plazo, además de sacarles sangre y hacer mediciones y otros datos biométricos.
«En Almería tenemos poblaciones muy buenas, muy abundantes y estables, pero otras están decayendo», explica Emilio González de Serbal, para el que la falta de conexión entre los diferentes grupos es uno de los mayores problemas a los que se enfrenta esta especie propia del sureste español.
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