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El desalojo del asentamiento del Cortijo El Uno, en San Isidro de Níjar, el pasado 25 de febrero, dejó sin techo bajo el que cobijarse a medio centenar de personas, entre ellas nueve menores de edad, de origen extranjero. Casi dos semanas después, la situación de parte de los desahuciados no se había estabilizado, según explicaron desde los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Níjar como desde el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) de Almería.
Tras la demolición, indicaron desde el SJM que se ha realizado una seguimiento telefónico y, en algunos casos, presencial, de estas personas. «Todas siguen la vida e intentan encontrar un hogar ya que no tienen nada definitivo ninguno de ellos», apuntaron a finales de la semana pasada a este diario.
De acuerdo a la información recopilada desde dicha entidad religiosa, una de las que actualmente trabajan con el colectivo migrante en la Comarca de Níjar, hay constancia de una familia de cuatro miembros que se instaló en una habitación y busca «desesperadamente un lugar» donde alojarse definitiva y dignamente.
Almería Acoge, por su parte, dio alojamiento en las viviendas de las que disponen a seis hombres jóvenes, si bien «otros no han podido pero querrían» mientras que en el Albergue Municipal de Almería, por su parte, econtraron plaza de manera temporal otros dos varones.
También se sigue la pista a otras dos familias con hijos. El SJM desconocía a finales de la semana pasada si una de ellas, con un menor a su cargo y que se instaló temporalmente en la vivienda de un familiar, había logrado ya un domicilio más permanente mientras que hay otro núcleo familiar que sí que ha conseguido un alojamiento con carácter temporal.
La complejidad de encontrar una alternativa llevó a varias personas a marcharse de la provincia de Almería. En los días previos al desalojo del cortijo, se conoció el caso de una familia que se había trasladado a Murcia, donde también se marchó otro de los jóvenes que residían hasta finales de febrero en este asentamiento.
Hasta Huelva, donde «tiene amigas» se mudó una mujer que se encontraba sola para «intentar trabajar de temporera allí» mientras que se tiene constancia del caso de un hombre con una hija que se plantea regresar «a su país de origen» al no tener donde alojarse.
En cuanto a los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Níjar, consultado por este diario, en los días posteriores al desalojo del cortijo, recibieron a un mujer, que residía en El Uno, que, tras «recibir hace 15 días la notificación se buscó una vivienda en otro pueblo». Sin embargo, acudió al Consistorio para tratar de encontrar «alguna vivienda en san Isidro para no cambiar a los niños de colegio».
A raíz del caso de esta familia, se conoció el de otra residente en el cortijo desalojado que «tenía miedo» de acudir a Servicios Sociales. «Se le facilitaron datos para que ella misma mediara con la chica y viniera al centro para orientarla», apuntaron las fuentes municipales consultadas.
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