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Miguel Cárceles
Almería
Sábado, 27 de junio 2020, 23:52
El sol convierte sus blancas arenas finas en un paisaje dorado digno de Arabia cuando Peter O'Toole camina sobre ellas. La magia del cine ha sido la evocación de un entorno natural que ha permanecido prácticamente congelado por siglos. Genoveses es una de las imágenes con las que Almería se muestra al exterior como un destino turístico envidiable: una enorme bahía de escasa profundidad, de cara a Levante, con un paisaje de dunas entre pitas. Genoveses es lo más parecido al paraíso –más aún tras meses de confinamiento–.
«Genoveses está así porque mi familia lo ha conservado». Iván García es el director general de Playas y Cortijos y, como miembro de la familia Torres y González Díaz, es copropietario de El Romeral, una de las fincas –la más grande– que acabó dando pie a la creación hace 32 años del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar. Suyo es el proyecto de la polémica: la rehabilitación de la cortijada situada en el corazón de la finca y del espacio protegido, a un kilómetro de Genoveses, para la instalación de un hotel de 30 habitaciones en la joya de la corona de este espacio de especial protección medioambiental. Hasta ahora no se había pronunciado pese a la creciente polémica: cerca de 100.000 personas han firmado ya una iniciativa virtual en Change.org para tumbar el proyecto.
«Esperábamos cierta polémica, pero no la que se ha montado. Se ha salido todo un poco de madre y creemos que es porque existe un gran desconocimiento del proyecto». García gestiona desde hace 11 años el Grupo Playas y Cortijos: la sociedad mediante la que la familia administra el negocio turístico en el parque natural. Tienen dos hoteles: Doña Pakyta y Cortijo El Sotillo. Además, cuentan ya con un negocio de hostelería en la cortijada en la que pretenden abrir el hotel junto a Genoveses.
«Con este proyecto no se construye nada, sino que se rehabilita. Tanto en términos constructivos como ambientales, cumplimos el PORN y el PRUG[los dos planes de gestión del espacio natural]. Es solo rehabilitar y dar un nuevo uso a un espacio en el que ahora mismo ya viven unas 30 personas».
El proyecto de Genoveses suma ya casi una década de impulso y de recortes. Del inicial queda poco.La Consejería de Medio Ambiente le tumbó en 2019 su penúltima propuesta que pasaba por ampliar la zona de aparcamientos de la finca y de levantar 13 habitaciones de nuevo cuño en un terreno en el que, hasta el momento, solo hay tierra y monte bajo. Y en última instancia presentó un proyecto que sorteaba las limitaciones: reconstruir lo que hay en pie y cambiar su uso de residencial a hotelero.
En un inmueble anexo –una antigua fábrica de cuerda natural para uso marinero con la materia prima de la pita que cerró la difícil competencia del plástico– ya disponen de un centro de convenciones y de celebraciones con restaurante que recibe de forma bastante frecuente celebraciones como nupcias, además de afluencia de turistas. «Ese espacio sería de uso común del hotel y seguiría teniendo también un uso antropológico. El pasado año pasaron por allí entre 800 y 900 escolares a los que se les explicó los modos de vida en el paraje», relata.
El complejo al completo es una cortijada en torno a la antigua fábrica. Hay algunas viviendas, también unos establos para la ganadería –la finca El Romeral, mayoritariamente de cereal, cuenta con más de 1.000 cabezas de cabra blanca celtibérica–. Todo, también las chiqueras, se convertiría en habitaciones de hotel. Una treintena concretamente.
«Esas edificaciones están habitadas. Viven pastores, familias... hay unas 25 ó 30 personas», relata García. «El establecimiento», que definen como ecohotel, «no comporta un mayor impacto sobre el entorno porque tiene un tope de 60 personas como ocupantes, lo que supone un incremento de 30 personas. No es volumen», valoran los propietarios.
«No vamos a destruir el espacio. Se recupera el aljibe y la acequia para el proyecto paisajístico, se mantiene el uso turístico y antropológico... No podemos perder el sentido de la realidad: Genoveses está así porque esta familia lo ha conservado así por más de cien años. El compromiso medioambiental de la familia está más que reconocido», subraya García.
En total, el proyecto prevé la dotación de 2.376,5 metros cuadrados de edificaciones –idéntico a lo dispuesto a día de hoy– en cinco edificaciones aisladas destinadas al alojamiento a sumar a los 1.110 metros de zonas comunes –ya rehabilitadas y en servicio de restauración– y de una zona de recepción de 139 metros cuadrados. Los abastecimientos están ya solucionados, pero uno de los principales objetos de preocupación –lo indica el propio informe– está en el saneamiento de aguas residuales. En su documento preliminar –ahora está abierto a exposición pública y cualquier ciudadano puede presentar alegaciones– se insta a la empresa a obtener autorización para la reutilización de aguas depuradas.Esto es: a dotarse de una depuradora autónoma para el complejo y reutilizar estas aguas sucias para riego en el entorno de futuro complejo. «Cualquier vertido de aguas residuales al dominio público hidráulico tendrá la consideración de no autorizado», refleja el dictamen.
«Todas las actuaciones se llevan a cabo en siete edificaciones que llevan ahí más de 100 años. Se adapta todo a las necesidades del entorno: colores, texturas... Todo va a seguir estando como es tradicional en los cortijos del parque. No construimos nada, insisto, es actuar en una edificación más de 100 años con respeto escrupuloso a la normativa y a los valores medioambientales. Parece mentira que tenga que decirlo, pero es que esto no es un Algarrobico. Y quien lo asocie es que no conoce el proyecto», insistía Iván García.
Frente a su plan de reconversión de la cortijada histórica de agricultores de cereal y de pastores de ganado en un hotel se han ubicado los grupos ecologistas que observan en este plan un primer paso en una potencial carrera para hacer de Cabo de Gata un lugar superpoblado de turistas y, por lo tanto, víctima de la intensa actividad humana. «Nosotros queremos que el parque tenga futuro, que haya desarrollo económico sin destruir sus valores», defiende la familia Torres.
Francisca Díaz Torres, la tía del clan Torres y González Díaz (en Almería conocida como Doña Pakyta), fue premiada en los estertores de su prolija vida con el título de Hija Predilecta de Andalucía. Fue en 2010 por la conservación ecológica de lo que a día de hoy es el único espacio litoral virgen de todo el mediterráneo europeo. En esos 17 kilómetros de playa salvaje está Genoveses.
Su nombre es tan histórico como su pervivencia casi intacta. Sobre sus arenas desembarcó el ejército genovés en apoyo de Alfonso VII para el gran asedio de Almería que llevaría a la conquista de la ciudad a los musulmanes en la campaña de 1147. Y desde entonces permanece incólume. Hasta ahora.
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