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Cristóbal Berbel realiza una dedicatoria de su libro 'El fabuloso Mundo del Valle del Arroyo Aceituno. IDEAL
«El mundo que he vivido me parece más auténtico que el actual»

Cristóbal Berbel

Catedrático de Lengua Castellana y Literatura y docente
«El mundo que he vivido me parece más auténtico que el actual»

El catedrático explica las novedades de su primer libro, con 85 años, su etapa como docente, además de comparar la vida actual con la que el vivió en el pasado

Javier Cortés

Arboleas

Sábado, 10 de agosto 2024, 23:49

Cristóbal Berbel Martínez (Arroyo Aceituno, Arboleas, 1939) es un catedrático de Lengua Castellana y Literatura, que ha escrito un libro, titulado 'El fabuloso Mundo del Valle del Arroyo Aceituno. Viaje por un pasado fascinante'. Un libro que narra las viviencias de Domingo Antonio Camus Cervantes por Arroyo Aceituno, pedanía de Arboleas, además de varios municipios como Cóbdar, Cantoria y Uleila del Campo, entre otros, contando su vida, las tradiciones, los viajes, inspirándose en grandes autores como Miguel de Cervantes Saavedra y Antonio Machado. Además, Cristóbal ha sido docente durante 42 años en varios centros educativos de Almería, Lubrín, Cantoria, Somontín y Barcelona, entre otros lugares de la geografía nacional.

–¿Cómo surgió la idea de escribir este libro?

–La creación de este libro surgió en mi niñez, ya que a nivel personal siempre fui aficionado a los temas literarios. De hecho, cuando me licencié en Lengua Castellana y Literatura en Barcelona, me enfrasqué en la literatura y de aquel germen que había en mí, salió esta idea. Tenía que dar cuenta de ese mundo que he vivido en mi infancia, una época, unas gentes, una forma de vida que quería que no quedaran en el olvido. Además, en los estudios había dado mucha literatura tanto en el instituto como en la universidad. Con el paso del tiempo me enfrenté a la idea de realizar este proyecto para el que tenía conectar.

–¿Es el primer libro que escribe?

–A título individual, sí. Aunque he escrito muchas cosas desde mi época del instituto, algunos poemarios, además de contribuir para la publicación del libro 'El medio físico y social de Cantoria', donde realicé un estudio.

–¿La portada que escogió es uno de los lugares de su infancia?

–Sí, concretamente, la portada es de la aldea de los Huevonillas, una zona característica del municipio de Arboleas, que se remonta a épocas prehistóricas. Esta zona, muy cercana a donde nací, la veo muy emblemática porque es una de las pocas aldeas que no tiene el topónimo del apellido, por ejemplo, están Los Pardos, Los Gilabertes, Los Berbeles, Los Utreras, Los Molillas, Los Molinas, pero son topónimos entre apellidos, pero Los Huevonillas es un topónimo que no lo tiene. De hecho, Pedro Gilabert, el famoso escultor, con museo en Arboleas, nació en Huevonillas, emigró a Argentina y Francia y cuando volvió a nuestro país, se fue a vivir de nuevo a esta zona. Este escultor fue inspirador para algunos poetas como el murciano afincado en Almería, Domingo Nicolás y para el almeriense Julio Alfredo Egea.

–¿En quiénes se inspiró para hacer este libro?

–Me inspiré en el escritor genial de todos los tiempos Don Miguel Cervantes, que es mi referente. Y también como escritor preferido, al cual cito muchos versos es a Antonio Machado, que siento una admiración por su obra y persona.

–¿En qué escenarios se desarrolla su obra?

–Algunos de los municipios que salen son Almería, Cantoria, Albanchez, Córdoba, Benizalón, Uleila del Campo y algunos pueblos de la Costa de Almería.

–¿Cómo fue su paso por la docencia?

–Entre Almería y Barcelona fui una gran parte de mi tiempo como profesor, que estuvo 42 años. Mi primera carrera docente fue la de Magisterio en Almería. Estuve trabajando en Lubrín y luego me fui a Somontín. En aquellos años del Franquismo había una licencia por estudio, donde seguías cobrando sueldo de maestro, y te integraban a los estudios universitarios. Empecé a estudiar en la Universidad de Murcia, donde estuve dos años, y a partir de ese momento, hice Pedagogía. Para los estudios que precisaba solo había dos lugares en todo el país: Madrid y Barcelona, y ésta última estaba mejor comunicada con Almería. Por aquel entonces había un tren diario desde Barcelona hasta Granada. Mi incorporación a la Universidad de Barcelona fue como el que descubre un universo nuevo. Porque imagínate el cambio que había por aquel entonces, con Barcelona abierta a todos los movimientos culturales. De hecho, mi etapa catalana me marcó.

–¿Cómo llegó a ser catedrático?

–En 1979 ya dentro de la democracia. Mi intención, que hice los cursos de doctorado, era ser profesor universitario. Había una asignatura que me encantaba, e hice los cursos de doctorado para suceder a un profesor. Pero, luego, viene aquello del catalanismo y, en fin, la imposición del catalán a los docentes. Y, como siempre he querido moverme en libertad, pues dije, no, pues ya ni un momento más y me volví para la provincia de Almería a seguir dando clases.

–¿Cómo era la vida en su época?

–En mi época, los jóvenes nos interesábamos por el mundo natural, por contemplar las estrellas, por la realidad. Y ahora los jóvenes viven mucho más la realidad de las redes sociales. Considero que esto significa una pérdida de valores, que ya no son inamovibles. La juventud actual debido a a este mundo virtual que se vive, hay una pérdida de valores, que ya es irreversible. Describo un mundo que ya no volverá a ser más, donde me refugio como espacio místico porque no me gusta la realidad que me rodea. El mundo ahora es relativo, nada es estable. No sé si nos estamos autodestruyendo sobre todo con la aparición de la Inteligencia Artificial. El mundo que he vivido me parece más auténtico que el actual.

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