Juanma Moreno, presidente del PP andaluz

Tucídides en el Parlamento

Vuelven las viejas tácticas en el debate andaluz: el PP presiona a Díaz con la corrupción, el PSOE confronta con Madrid por el dinero e IU recupera la 'deuda histórica'

MARIA DOLORES TORTOSA

Domingo, 28 de septiembre 2014, 00:41

Cuando hace ahora ocho meses fue nombrado presidente del PP andaluz, Juan Manuel Moreno asomó por esta comunidad con una mochila cargada de grandes deseos y esperanzado de que la mayoría social de su partido le haría fácil el camino para ser el líder de la alternativa a Susana Díaz. La realidad ha contrariado los sueños, a los que él mismo aludió en aquel discurso eufórico de Granada, y Moreno se ha encontrado con muchas piedras en ese camino a San Telmo que él preveía largo, de al menos seis años, pero no lleno de tantas zancadillas y errores estratégicos como él mismo ha reconocido en alguna ocasión.

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En aquella mochila traía una hoja de ruta con la que pretendía darle la vuelta a lo que había sido el PP andaluz de los últimos años, desde que quedó como ausente tras no lograr la Presidencia de la Junta. En esa etapa, por herencia de la de Javier Arenas, el PP seguía esgrimiendo los casos de corrupción en la Junta, sobre todo el de los ERE, como única arma política contra los socialistas, entonces con José Antonio Griñán al frente. Sorprendió que Moreno ni mencionara las palabras corrupción y ERE en sus primeras intervenciones, quizás convencido como otros de su partido de que la erosión política de los socialistas por tales escándalos ya estaba amortizada.

El nuevo líder del PP se mostró bienintencionado por conocer los problemas de Andalucía y dispuesto a tender la mano al Gobierno de la Junta cuando se tratara de transparencia y creación de empleo. Parte de su ideario inicial lo ha cumplido. El PP ha votado a favor de las tres leyes aprobadas en el Parlamento desde que Moreno es su líder, la última esta semana, la que suprime barreras administrativas para abrir negocios y crear empresas. También respalda la propuesta de Susana Díaz para legalizar viviendas construidas en el campo, que tanto ha contrariado a IU, sus socios de gobierno.

Todos sus antecesores hablaban de mano tendida, pero a la hora de la verdad, sobre todo con Arenas, el PP siempre votó en contra de casi todas las iniciativas parlamentarias del PSOE, incluso de aquellas en las que había participado y aportado mejoras.

También es notable el esfuerzo de Moreno en reuniones con representantes de todos los sectores económicos y sociales, muchas de ellas sin publicidad o solo con referencias puntuales en su cuenta de Twitter, red social en la que informó esta semana de un encuentro con blogueros de Sevilla, capital que aún se le resiste.

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Pero otra cosa ha sido la oposición dialéctica. Mario Jiménez mencionó este jueves en el Parlamento al romano Tucídides y a su célebre frase de que la historia siempre vuelve. Él lo sabe bien porque parte de la estrategia de Susana Díaz suena ahora a 'revival' de la de Manuel Chaves. Ha copiado su formato de equipo: un hombre en el Parlamento (el mismo Mario Jiménez, como en tiempos de Chaves fue José Caballos); otro en el partido (Juan Cornejo, como antes Luis Pizarro) y otro en el Gobierno (Chiqui Jiménez Barrios, como antes Gaspar Zarrías). Y además ha repescado de Chaves la confrontación con el Gobierno de Madrid con la financiación autonómica y el agravio como argumentos.

Moreno también ha recuperado de sus antecesores la corrupción como casi única munición contra Susana Díaz, situando a Carlos Rojas y Loles López Gabarro como francotiradores, como antes lo fue Antonio Sanz con Arenas. Hay algo a tener en cuenta. Según IU, hay encuestas en las que Susana Díaz saca datos muy positivos en casi todos los indicadores, salvo en uno, el de su capacidad de acabar con la corrupción. Los ciudadanos no se la reconocen pese a que empieza todos sus discursos como una Juana de Arco contra los corruptos.

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No es por tanto que el PP devuelva el foco hacia la corrupción solo por el escándalo de los cursos de formación. Esta semana ha estrenado la estrategia de sembrar dudas sobre la presidenta, aunque hay que decir que sin ningún dato para ello y con bastante fullería y poco rigor.

La cuestión es si la táctica es solo hacerle picar, que salga a responder, que entre al barro y el titular sea «Susana Díaz niega....». (Hasta ahora la presidenta ha resistido). Porque esta presión también recuerda a la de Arenas y Zoido contra Griñán, avisando y avisando en los debates del Parlamento de que la jueza Alaya le señalaría como imputado. Y así ha sido. ¿Busca lo mismo el PP con Díaz?

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¿Y los de IU, de qué moviola tiran? Pues sí, de la deuda histórica. José Antonio Castro recordó este jueves, al pedir insumisión contra el Gobierno y una nueva deuda histórica, al exlíder de IU Luis Carlos Rejón, cuando en los noventa fue el primero en mencionar las dos palabras. La deuda ya la terminó de pagar Zapatero con solares que no se venden ni a la de tres.

Rejón, que fue gran orador parlamentario, renegó de Izquierda Unida y esta de él, pero nunca se sabe. Ahí está Mario Jiménez citando a Tucídides sobre la amenaza de la historia con volver a repetirse, aunque en el caso andaluz también debería citar a Lampedusa: «Cambiemos todo para que nada cambie».

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