El Gobierno ha abierto esta semana en internet un portal, no es el de Belén aunque ya estamos encima de la Navidad, sino el de la trasparencia. La idea no es mala, sino todo lo contrario. Pero nos pasa lo de siempre, llegamos tarde y a medias. La iniciativa de gobiernos transparentes está en marcha desde hace tiempo en muchos países democráticos. Aquí lo hacemos fustigados, obligados por la corrupción y el presunto avance de una fuerza política que dice que va a acabar con determinados comportamientos poco ejemplares que también practica.
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