Metidos en la carrera a las urnas se abre otro debate, el de los debates electorales. Primero sobre el número de participantes, dos, tres, cuatro, cinco... Y luego los formatos, con alguna innovación, pero muy cocinada y alejada de lo que debe ser un cara a cara en vivo y en directo. Estamos acostumbrados a demasiados corsés, temáticas muy cerradas y tiempos cronometrados, sin dejar hueco a la necesaria improvisación.
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