La capital madrileña, ese rompeolas de las Españas, se ha convertido este fin de semana en puerto de atraque para los tres principales partidos. El primero en convocar su congreso fue el PP, después Podemos hizo que coincidiera en la fecha con su asamblea estatal, Vistalegre II, posiblemente para marcar diferencias. Sin duda, la formación morada y de los círculos lo ha conseguido y ha llegado a este cónclave de manera inimaginable. Sus repetidas retóricas de una nueva forma de hacer política, o gritar de manera indignada el «no nos representan», se les han vuelto como cuchillos clavados en su propio pecho. El enfrentamiento que han dado Pablo Iglesias e Íñigo Errejón y sus respectivos cuates es posible que deje heridas imborrables.
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Rajoy, en cambio, ha pasado por su congreso nacional como el gran Houdini, triunfador y aclamado por su público en la Caja Mágica. Poco debate, ni falta que hace, cuando se gobierna y se goza de una más que aceptable valoración, aunque todavía se le crucen temas como la Gürtel valenciana o las andanzas del que fuera uno de los hombres fuertes del PP, Rodrigo Rato. Con sólo alguna discrepancia como la acumulación de cargos, el líder conservador ha cumplido con su propio estereotipo, ha sido previsible y ha dejado a María Dolores de Cospedal como secretaria general al frente de Génova y mantiene su núcleo duro «porque lo que funciona no hay que cambiarlo». Así de sencillo.
Frente a la batalla fratricida en Podemos y la balsa de aceite que es el PP, con un Rajoy satisfecho y posado sobre una roca, el PSOE ha entrado este sábado en escena gracias a uno de sus alcaldes, el de Vigo, Abel Caballero, uno de los baluartes de las esencias del partido. La contraprogramación sirvió para demostrar su poderío municipal y provincial, incluso para ejercitar el músculo necesario de cara al próximo proceso de primarias y congresual, pero sobre todo para que fuera un acto de devoción hacia Susana Díaz quien, según este ex ministro de Felipe González: «Es lo mejor que tenemos en este proyecto».
La presidenta andaluza no defraudó y mostró sus mejores artes. Reivindicó la actual labor de oposición socialista en el Congreso al ser capaz de sacar adelante, sin complejos, temas importantes con tan sólo 85 escaños. Lo dijo ella misma, tiene «fuerzas, ganas e ilusión». No ha dado el paso todavía pero se muestra imparable. Le queda vencer a los de su propio partido, los peores enemigos según dicen.
En resumen, fin de semana con tres pájaros a tiro y posiblemente algún muerto. ¿No les parece?
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