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¿Está Andalucía condenada a la pobreza?

Economía ·

Las últimas estadísticas mantienen a la comunidad hundida en el ránking de renta en relación con el resto de España

Sábado, 19 de octubre 2024, 23:52

Distintos estudios aparecidos recientemente han recordado que la pobreza sigue siendo el principal problema de Andalucía. El XIII informe de la Red Andaluza contra la pobreza y la exclusión social, publicado esta semana aunque con datos ya conocidos, volvió a situar a Andalucía como la ... comunidad con más personas en riesgo de pobreza o exclusión social, una situación que afecta al 38,5% de la población. También esta semana se difundió un estudio de Oxfam sobre pobreza laboral que desveló que Andalucía es la comunidad con mayor porcentaje de trabajadores pobres, personas que a pesar de contar con un empleo no alcanzan a cubrir sus necesidades mínimas. En esta comunidad, un 19,4% de los trabajadores se encuentra en esta situación, casi seis puntos por encima de la media nacional.

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En un momento de crecimiento económico y en el que algunos de los principales indicadores de la economía andaluza ofrecen cifras por encima de la media nacional –como las exportaciones, la inversión, la creación de empleo o los nuevos autónomos– las preguntas que surgen es por qué Andalucía no consigue salir del puesto de cola en pobreza y si aspirar a superar esta situación supone una quimera. «Durante muchísimos años hemos sido los líderes no sólo en pobreza, sino también en desempleo, en brecha salarial, en todo lo malo. Cambiar esa dinámica no es fácil aunque ya no seamos los últimos en paro y en otras cuestiones», reconoce Ana Vanessa García, secretaria general de Inclusión Social de la Junta, que señala que las medidas que se pueden tomar para paliar la situación de quienes padecen pobreza son el último escalón de la cadena de las actuaciones para conseguir cambios de fondo a medio plazo.

O'Kean explica que la estadística de pobreza es consecuencia de dos problemas, paro muy alto y rentas muy bajas

A la hora de analizar los datos, en la Junta de Andalucía señalan un matiz que aunque no quita gravedad a la situación sí relativiza los datos de alcance estatal. El umbral de riesgo de pobreza, que se estima a partir de calcular el 60% de los ingresos medios en un determinado territorio, se situó en España en 2023 en 10.990 euros anuales en los hogares de una persona y en 23.078 euros en los hogares de 2 adultos y 2 niños. Con estos valores de referencia se calcula la tasa de riesgo de pobreza tanto del conjunto nacional como de cada comunidad.

El economista José María O'Kean, catedrático de Economía Aplicada en la Universidad Pablo de Olavide, invita a abordar los datos en términos relativos. En primer lugar, teniendo en cuenta las rentas no monetarias que supone el acceso a determinados servicios sociales, pero también entendiendo el distinto valor del dinero en cada territorio. «Con 10.000 euros en Madrid eres un pobre, pero en un pueblo de Andalucía no eres un pobre», matiza.

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Más allá de las diferencias metodológicas que arrojan porcentajes distintos, la brecha que sigue separando a Andalucía del resto de España es incuestionable.

Desindustrialización

El origen, según sostiene el economista José María Zambrano, de 3CS Estrategia Económica, hay que buscarlo entre 50 y 100 años atrás, cuando se tomaron decisiones que llevaron a trasladar la actividad industrial desde Andalucía, adonde se habían iniciado gracias a la minería de Huelva y del Valle de Los Pedroches, en Córdoba, a Madrid y a territorios del norte como Cataluña y el País Vasco. «Se decidió que Andalucía fuese una comunidad agrícola porque tanto España como Europa necesitan abastecimiento estratégico, como se ha visto en la pandemia», asegura. Esto llevó a que se desarrollara una economía de escaso valor agregado frente a los modelos más pujantes del norte de España.

La industrialización de España comenzó por Andalucía, pero posteriormente se trasladó a Madrid y al norte

En su opinión, las decisiones que posteriormente se tomaron a la hora de diseñar las grandes infraestructuras, especialmente las de transporte, reforzaron ese modelo y para completar el panorama, asegura, los sucesivos gobiernos andaluces no asumieron la decisión de reconocer que esta es una comunidad pobre, primer paso necesario para iniciar la transformación. Así, el atraso se soslayó con programas de subsidio, como el PER, que impidieron que pueblos desaparecieran del mapa pero que no sentaron bases para modificar la situación.

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Círculo vicioso

El sociólogo José Manuel García Moreno, profesor en la Universidad de Málaga (UMA), señala el círculo vicioso que crean unas condiciones materiales adversas que después se convierte en un lastre para salir de esa situación. «Cuando uno no ve la salida se acaba instalando en el conformismo y termina aceptando sus condiciones de vida como normales, y por lo tanto acepta esa situación de desigualdad», sostiene. Por ese motivo, aboga por impulsar cambios culturales que impulsen el cambio económico y no al revés. Ese cambio, según los estudios realizados desde la UMA, ya se está produciendo en algunos sectores de la población joven.

En esa línea, Zambrano señala hacia las zonas donde más se concentran las bolsas de pobreza y lamenta que en las ciudades andaluzas haya barrios «que parecen diseñados como un sistema penitenciario» y que dificultan la permeabilidad con otros sectores sociales. «En un barrio donde todo el mundo es pobre no hay posibilidad de superación», advierte.

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García Moreno insiste en esa dirección: «Hay que ver cómo se están reproduciendo dentro de determinados espacios factores en los que si no se interviene llevan a la exclusión desde el punto de vista laboral, formativo, sanitario, habitacional o cultural».

Ana Vanessa García destaca que muchas veces la propia administración no colaboró para evitar la formación de guetos al concentrar en unas pocas zonas la construcción de viviendas destinadas a familias vulnerables en lugar de distribuirlas por diferentes zonas.

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Paro y bajas rentas

O'Kean explica que la estadística de pobreza es consecuencia de dos problemas, un paro muy alto y unas rentas muy bajas. «Las dos cosas se resuelven de una sola manera, más empresas y más grandes –apunta–. Más empresas para que contraten a más gente y más grandes porque las empresas más grandes pagan más».

Uno de los problemas de la economía andaluza es el escaso tamaño de sus empresas; son muchas, pero pequeñas

¿Es posible crecer en número de empresas y en tamaño en una economía que a pesar de haber asistido a la aparición de nuevos sectores, como el tecnológico en Málaga, sigue teniendo su base productiva en la agroindustria y los servicios ligados al turismo?

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García Moreno sostiene que si en diferentes momentos económicos, tanto de crecimiento como de recesión, el diferencial de Andalucía con otros territorios de España se sigue manteniendo es porque las fórmulas aplicadas hasta ahora no han funcionado más allá de cambios puntuales en el sistema educativo, la mejora en algunos sectores productivos o que haya más implicación en la economía verde. «La caída del empleo que se produjo en Málaga, en Almería o en Granada durante la pandemia fue radical de un día para otro por un tejido productivo que lleva a un tipo de trabajo de poco valor añadido –subraya–. En otras sociedades, cuando se cae una pieza se mantiene el edificio, pero aquí se cae una pieza y el edificio se tambalea».

Cuidar lo que hay

O'Kean lanza una advertencia frente a quienes propugnan suplantar unos sectores por otros. «Lo que tenemos, lo tenemos; lo que hay que hacer es cuidarlo y potenciarlo», señala.

Zambrano apunta que Andalucía no puede competir con otros países y territorios que ya son líderes en determinadas materias, pero en cuestiones de innovación, de inteligencia artificial, de bioagricultura, donde no hay otros países que sean líderes si puede competir. «Las universidades tienen que conseguir que sus investigaciones se conviertan en empresas rentables», propone. También apunta que Andalucía tiene en el sol una oportunidad única porque puede convertirse en la primera productora de energía verde. «Somos capaces de producir la energía más barata del mundo y que se instalen aquí industrias intensivas que serían más rentables que nunca».

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Para O'Kean, la estrategia no debería apuntar a apoyar sectores determinados, sino a una visión más transversal de respaldo a empresas que aspiren a aumentar su dimensión mediante la transformación digital o la inversión en capital humano independientemente del sector en el que actúen.

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