Si a algo debe Ciudadanos su explosivo crecimiento es al carisma de su líder nacional, Albert Rivera, a quien en las últimas semanas no le han faltado comparaciones con Adolfo Suárez y hasta con John Fitzgerald Kennedy. Más allá de la claridad o falta de ... ellas en programas y propuestas –a Ciudadanos se lo ha calificado indistintamente de partido de derechas y de centroizquierda; de marca blanca del PP y de seguro aliado del PSOE– la formación naranja ha basado gran parte de su aparición explosiva en el magnetismo personal y la telegenia de Rivera. Dos cualidades, magnetismo y capacidad para resultar atractivo y convincente, que no figuran en la cartera de características innatas de Juan Marín, el candidato que Rivera ha puesto al frente de su proyecto en Andalucía.
Lo suyo es algo mucho más terrenal. De hecho aterrizó en política por una cuestión casi doméstica. En 2007, durante una huelga de basura en su pueblo, Sanlúcar de Barrameda, su mujer le dijo que había que hacer algo. Marín, hasta entonces dedicado a su negocio familiar -una relojería– fundó un partido: Ciudadanos Independientes de Sanlúcar. Desde entonces gobierna en coalición con el PSOE.
Casualidad o no, la coincidencia de denominación y de concepciones políticas lo llevaron cuatro años después a converger con Rivera y a convertirse en su hombre en Andalucía, aunque no pueda decirse que por su defensa de las señas de identidad andaluzas.
No obstante, Marín es un político más de práctica que de teoría. En la escuela de verano de Ciudadanos de 2013, llegó a decir que para acudir a unas elecciones se puede prescindir de programa e ideología. En su opinión basta con el sentido común y que las cosas funcionen.
Nacido en Sanlúcar en 1962, casado y con dos hijos de 15 y 16 años, se licenció en Relaciones Laborales. Con una amplia trayectoria como dirigente deportivo en Sanlúcar, si hay algo que pueda decirse de Marín es que su perfil es el de un político atípico. Su irrupción en las encuestas ya era un signo de los nuevos tiempos. La llave de la gobernabilidad que los ciudadanos le han dado son la mejor muestra de la fuerza con la que soplan los vientos de cambio.
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