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Héctor Barbotta
Sábado, 25 de mayo 2024, 00:51
Apenas unos días después de haber sido elegido coordinador federal de Izquierda Unida, Antonio Maíllo se encuentra con este periódico en la estación sevillana de Santa Justa, a apenas diez minutos andando desde su casa. «Esta va a ser mi oficina», dice medio en broma, ... medio en serio. A pesar de su nueva responsabilidad, mudarse a Madrid no entra en sus planes. Será el único máximo dirigente de una fuerza política nacional que no ejercerá desde la capital. «Venir a coger un tren, irme a Madrid algunos días a la semana y volver no va a ser un problema. Y además porque quiero reivindicar que todo no va a pasar por Madrid», asegura
-¿Qué diagnóstico hace de cómo está Izquierda Unida?
-Está en una situación difícil. Como toda la sociedad ante el avance de la extrema derecha y de los valores que representa y de la inoculación de esos valores y de sus tesis en la derecha clásica. Nuestra organización necesita un reforzamiento organizativo en el que tenemos un elemento positivo en relación a cómo está el mapa político español, que es nuestra capilaridad, nuestra vinculación al territorio. Un trabajo hecho muy pegado y muy ligado a los pueblos y ciudades de España y la visión federal que tenemos de nuestro país. Esos dos componentes son un esqueleto, una estructura, digamos, de buena base para construir y reforzar organizativamente Izquierdo Unida y lo que es el espacio de la izquierda.
-¿Ese momento difícil es lo que le ha hecho dar el paso de volver al primer plano de la política?
-Sí, pero cuando hablo de dar el paso no lo hago solo por Izquierda Unida como algo identitario o excluyente. Lo hago como ciudadano de izquierdas que milita en Izquierda Unida y además me siento muy orgulloso de ello, ante el avance de los valores que representan todo lo contrario de aquello por lo que yo he luchado. En pocas ocasiones hemos tenido las olas a nuestro favor y estamos muy acostumbrados a bregar con las olas en contra. Tenemos una mentalidad muy fuerte para afrontar este riesgo reaccionario que ya está en Europa y que está en las puertas de los Pirineos. En Izquierda Unida tenemos una necesidad de reforzamiento, porque hemos estado golpeados por el constante oleaje de esta década última. A ese agotamiento, la respuesta de mi candidatura, sin yo ser consciente de ello, ha supuesto un revulsivo. Una asamblea que podía ser un trámite ha sido una asamblea llena de alegría, de reforzamiento y de ganas de luchar. Y creo que ese es el gran valor que ha aportado. De un cierto ensimismamiento que había en la organización hemos ido a una reactivación tanto de la militancia como de la propia organización.
-¿Cómo entiende que 35 años después de la caída del muro de Berlín haya un movimiento político en auge en Europa que enarbole la bandera del anticomunismo?
-Es que el capitalismo es insaciable y la construcción de imaginarios que estén asentados por décadas de anticomunismo son técnicas de construcción de hegemonías, en el caso de la extrema derecha, que les pueden ser rentables y además son reveladoras de la construcción de su relato. No perdamos de vista que el avance del fascismo surge en un marco de una sociedad donde adquieren relevancia valores irracionales. Es decir, no estamos hablando de un contraste de evidencias y de datos objetivables. Estamos hablando de un constructo de datos que no tienen nada que ver con la verdad, que es el asentamiento y reiteración de las mentiras, pero que justifican una cosmovisión del mundo. Frente a eso, nosotros, el bloque democrático que trasciendo Izquierda Unida, representamos la necesidad de que venza la racionalidad. Por eso hablo, por deformación profesional, de la contraposición entre el mito de Prometeo, que roba el fuego a los dioses para darlo a los hombres, un mito liberador, un mito del nosotros y del nosotras de lo común, frente al mito de Narciso, una exaltación del individualismo como base civilizatoria.
-¿Lo individual frente a lo colectivo es lo que marca el debate actual?
-Mire, hay una anécdota que tiene mucho que ver con mi trayectoria personal. Usted sabe que yo abandoné la política por un cáncer de estómago, me quería cuidar. Yo soy hijo y superviviente de la sanidad pública que me salvó la vida, literalmente. Y por eso estoy hablando con usted. Y le puedo decir que la defensa de la sanidad pública ha adquirido ya una relevancia civilizatoria. Ya no es ni siquiera de contraposición derecha e izquierda. Estamos hablando de una forma de entender la vida. Y desde el punto de vista histórico, la sanidad pública es un sistema que viene después de la Segunda Guerra Mundial. Por tanto tenemos el riesgo de que sea un paréntesis en la historia de la humanidad. Y en la defensa de la sanidad pública está la defensa de un modelo civilizatorio de vida y ahora está amenazado por una extrema derecha que construye un relato irracional que no tiene que ver con la verdad, que tiene que ver con la irracionalidad, con los sentimientos, con la creación de un estado emocional que no se combate, que no le puede desmantelar con razones.
-¿Qué cree que hay que oponerle?
-La identidad del bloque democrático tiene que ser la construcción de un relato desde la racionalidad, desde la evidencia y desde la propia forma del debate. No podemos entrar en el marco del fango de la extrema derecha porque entonces ya nos han ganado. Porque además ellos son un experto en el fango, no nosotros. Y por tanto, por eso apelo al poder amable de la razón como expresión de una visión política y apelo a la defensa de los valores democráticos y a una militancia democrática. Militancia democrática tiene que ser en Izquierda Unida, que invito a mucha gente que se identifique con nosotros a organizarse a través de nuestro espacio, en otras organizaciones o incluso en la vida diaria, en un AMPA, los docentes con su alumnado a enseñar lo que es la democracia, en el respeto, en el debate, en una comunidad de vecinos, la democracia como capilaridad en todos los frentes de la cotidianidad, en tu relación, en el trabajo. Porque estamos hablando de unos valores que pueden irse por el sumidero de la historia. Y ese es el motor que me mueve a este compromiso político. Yo he tenido unas circunstancias personales duras, he tenido una decisión que para mí ha sido difícil y he dado el paso.
-Sin irnos del tema de la sanidad pública. La Europa del bienestar, que fue la que permitió que hubiese sanidad pública…
-La del movimiento obrero organizado…
-Fue una construcción donde no solamente participó la izquierda, también participó la democracia cristiana, los liberales…
-Sí, el capitalismo renano, podemos decir
-Sin embargo, ahora, según el planteamiento que hace, parece que esa defensa solamente se puede hacer desde la izquierda.
-Bueno, el capitalismo, tras la desaparición de la Unión Soviética, hace una lectura. Ya no le hace falta una estrategia de contención que era la que evitaba que la clase trabajadora se abrazara al bloque soviético. Y entonces entra el protagonismo de lo que podemos decir el capitalismo anglosajón frente al capitalismo renano, más proteccionista y más paternalista. La revolución de Thatcher y Reagan en los años 80 abre una nueva etapa de la que llevamos ya 45 años, nada más y nada menos, de la exaltación del individuo, de la demolición del estado y de la denigración de todo lo que es público. ¿Y qué ha pasado? Que en una constante histórica dramática, la derecha clásica de nuevo intenta dominar a la bestia imitándola. No han aprendido de la lección histórica que le dio el nazismo y el fascismo en los años 30 cuando se mimetizaron en él pensando que lo iban a controlar y los laminaron. La bestia es insaciable. Y ahora tenemos un debate en el que yo defiendo la necesidad de establecer enlaces con la derecha clásica para que se incorpore al bloque democrático y no abandone el bloque democrático.
-¿Cree que ese debate está abierto dentro de la derecha?
-Yo creo que no. Que el problema es que ahora la derecha, como dice Daniel Innenarity, hay que ayudar a la derecha clásica para que se mantenga en el bloque democrático. Pero yo lo que pienso es que la derecha no está dispuesta ahora mismo a dejarse ayudar.
-Sin embargo, viendo un poco lo que sucede en Andalucía, aquí el PP sí intenta situarse en ese discurso de defensa de los servicios públicos
-Moreno Bonilla tiene una construcción de su personalidad política que tiene que ver con un diagnóstico acertado sobre Andalucía. Esta tierra que mayoritariamente se siente centro izquierda e izquierda no soportaría una estridencia tipo Ayuso. Eso es cierto y por tanto, formalmente y es de agradecer, el debate es un debate ideológico que establece un diálogo diferente. Pero la política son hechos, y los hechos están demostrando que lo que Moreno Bonilla plantea no es más que una táctica de crear mayoría en Andalucía desde una amabilidad formal, pero con un proyecto estratégico que no difiere de Ayuso.
-¿Por qué lo dice?
-En Andalucía se está produciendo un desmantelamiento de la sanidad pública como se está produciendo en Madrid. No hay matices: deterioro de la atención primaria, transferencia y desviación a la sanidad privada de intervenciones quirúrgicas, pruebas clínicas y atención de especialistas que las puede asumir el sistema público y un efecto indirecto, que es que ya llegan a una de cada cuatro familias andaluzas las que se han hecho socias de compañías privadas. La misma política de Ayuso, desmantelamiento de la educación pública. Lentamente, con buenas palabras, pero se ha abierto la veda al concierto de bachilleratos con las escuelas privadas, habiendo plazas suficientes en las públicas. El bachillerato, que está disminuyendo de alumnos frente a la FP, está provocando disminución de grupos en los institutos. Por tanto, la política de hechos que son los relevantes políticamente, no difieren entre Juan Manuel Moreno Bonilla y Ayuso.
-¿No cree que difieren?
-Lo que difieren es en la táctica de construir procesos mayoritarios que frente a la hiperventilación de Madrid que hacen absolutamente irrespirable el debate político, intoxicado, lleno de veneno, en Andalucía el debate es formalmente más correcto. Esa estrategia está provocando que la izquierda esté reaccionando de manera más lenta. Pero afortunadamente en los últimos hechos estoy viendo a un partido socialista y a una Por Andalucía, donde está integrada desde Podemos, Más País o Izquierdo Unida, mucho más activada en la oposición a Moreno Bonilla y sobre todo el movimiento social de la defensa de la sanidad pública y la educación pública que están no solo activando sino que están ensanchando su reivindicación y su amplitud de movilización. Y creo que se está sembrando muy bien, para el debate político que venga en las próximas elecciones. Ha habido un hecho que creo que ha pasado desapercibido en Andalucía y en el resto de España y que a mí me parece muy relevante, que es la creación de una plataforma por la mayoría social en Andalucía que ha integrado por primera vez a organizaciones ecologistas, pacifistas, sindicatos de clase y partidos desde el PSOE hasta cualquier otro espacio de la izquierda como Izquierda Unida, Podemos, o Más País. Y ese espacio tan amplio creo que es pergeñador de una voluntad de acuerdo que hay frente a la hegemonía actual de la derecha y son semillas que creo que pueden dar buena cosecha a medio plazo.
-Una de las dificultades a la que tendrá que enfrentarse es que aparentemente el espacio de la izquierda es mucho más pequeño de lo que era hace unos años y sin embargo está repartido entre más organizaciones. ¿Cómo afronta esa situación?
-Asumo la dificultad del diagnóstico, asumo la dificultad del momento y por eso hablaba gráficamente de arremangarme. Yo creo que hay una constatación después de esta década que es que los espacios de confluencia son manifiestamente mejorables. Segundo, la época de los liderazgos se ha acabado y toca construir un espacio de unidad que tiene que ver con la construcción de alianzas sociales sin las cuales no es posible la respuesta electoral. Yo creo que la fragmentación de marcas electorales es un reflejo de la falta de movilización que hace que al no haber un impulso social, pues digamos que la seña de identidad es como se exacerba, como un mecanismo de compensación a la disminución de movilización. Cuando hay mucha movilización, los dirigentes o referentes tienen que estar sometidos a oír a lo que dice la gente activada. Cuando se desactiva, se crean la construcción de identidades, lo que yo llamo los muros identitarios que dificultan los diálogos.
-¿Para superar eso, cuál es su aportación?
-Mi aportación es que tenemos una voluntad unitaria. Segundo, que construir un frente amplio no puede ser sólo un frente electoral o político de quítame tú allí a mí estas pajas de número uno, dos o tres de candidatura, sino ensanchar sobre todo la base social y las alianzas sociales. Porque si hay un tejido social fuerte, las organizaciones estamos en la obligación de obedecer a ese tejido social fuerte. Si no hay tejido social que soporte este frente amplio en términos políticos electorales, las tentaciones de las estructuras de cada partido es la de conformar alianzas o disputas del poco espacio que nos queda. Es una visión muy miope de la política en la izquierda. Yo quiero aspirar a introducir un marco de sentido común que nos haga ver un horizonte más amplio, que no estemos sometidos a las coyunturas electorales inmediatas y que tenga una clarificación en la orientación estratégica del proyecto. Vamos lentos, pero que vayamos todos y todas. Que cada paso que demos, lo demos sólido, de manera irreversible y no instalado en oportunismo, tacticismo y qué hay de lo mío. Porque si situamos el marco o el centro del debate en qué hay de lo mío, el neoliberalismo ha triunfado también en ese espacio en el que decimos que lo disputamos y lo combatimos.
-¿Eso es lo que ha pasado en Sumar?
-En Sumar ha pasado que no se ha construido con la comodidad de las partes. ¿Pero cuál es la salida? Nosotros fraternalmente lo hemos dicho, además no en titulares de prensa, sino donde hay que decirlo, en los espacios de encuentro, donde se crean complicidades, donde se establecen vinculaciones, incluso emocionales, si te lo puedo decir, de lealtad y de decir aquí estamos para construir y mejorar lo que tenemos. Y mejorar lo que tenemos. Lo hemos dicho en la asamblea. ¿Qué hemos dicho? Apostamos por el frente amplio desde métodos democráticos y con comodidad y protagonismo de las partes.
-¿Cómo es su relación emocional con Yolanda Díaz?
-Muy buena. A Yolanda la conozco desde que ella era coordinadora de Galicia y yo coincidí con ella en Andalucía. Y además le debo, esto como anécdota, que no lo he dicho nunca, yo le debo a Yolanda haber ido a Galicia por primera vez, porque fui a conocer a gran Xosé Manuel Beiras, una persona a la que admiro mucho. A través de ella y gracias a ella visité por primera vez Galicia y tenemos una relación de mucho respeto personal, político y de mucha lealtad para decir aquello en lo que coincidimos, en lo que no coincidimos en Andalucía.
«Voy a tener algo que no he tenido en mi vida, que es paciencia»
-Esa situación que describe de lo que pasa con la izquierda a nivel nacional es un poco más compleja en Andalucía. Porque hay por un lado un grupo parlamentario donde está lo que sería sumar a Andalucía más Podemos, y luego está delante Andalucía, que está por fuera. Y es todo un amalgama de siglas que la gente, evidentemente, es muy difícil que la entienda. Es evidente que hemos pasado por una etapa muy compleja en el campo de la izquierda. ¿Y por eso el aprendizaje cuál es? Y en eso soy muy dialéctico, el aprendizaje es qué no debemos hacer y ponernos en marcha para construir algo sólido, con método democrático y, digamos, en la que se sienta cómoda la gente. ¿Ahora, qué pasa en Andalucía? Que es un momento de esperanza en el que, a pesar de las dificultades Por Andalucía se ha construido un espacio donde la gente está trabajando con mucha lealtad.
-¿Y en el resto de España?
-Pues hay experiencia que yo creo que están construyéndose con lealtad y sobre todo con humildad. Creo que nos ha faltado mucha humildad en la construcción de las confluencias, mucha humildad porque quizá en el reconocimiento de las desigualdades puede estar la base de la solución, de la construcción de un espacio amable de confluencia y de unidad popular.
-¿En su proyecto de unidad de la izquierda a nivel estatal entra Podemos?
-En el proyecto de frente amplio tienen que entrar todo aquello que coincida en tesis políticas con todos y evidentemente no podemos excluir a nadie.
-¿Y en Andalucía? Porque aquí el proyecto de Adelante Andalucía no es el de confluir.
-Con respecto a Podemos, la cuestión no es lo que nosotros pensamos sino lo que Podemos quiere hacer. Ahora mismo está en un proceso muy identitario, ha optado por no construir proceso de unidad. Entonces lo que hay que preguntarle es lo que quieren hacer y yo celebraría que lo que quisieran fuera sinceramente o construir espacio, unidad, que creo que es la única condición para poder transformar nuestro país. La unidad no ha garantizado siempre el éxito, pero la división garantiza el fracaso. Y en cuanto al otro grupo que hay en Andalucía, han decidido adoptar una posición también identitaria y digamos aversiva a cualquier proceso de unidad. Respetable, pero no lo compartimos, obviamente, y nosotros nos identificamos siempre con todas aquellas fuerzas políticas que quieren construir juntas y juntos.
-Hay una lógica, en la que Adelante parece sustentarse, según la cual la agrupación regionalista o nacionalista que consigue entrar en el Congreso se lleva algo.
-Pero no es así. La política nos ha demostrado, a mí también, tanto en los aciertos que haya podido tener en mi etapa anterior como en los errores, que los caminos de la política son absolutamente inescrutables. No hay una bola mágica que determina las consecuencias de una estrategia y eso lo ha demostrado la experiencia a la que usted hace referencia. Yo soy coordinador federal y si hablamos de Aragón o de Valencia, de Asturias, que están haciendo una experiencia muy interesante de convocatoria por Asturias, la caracterización de la realidad de cada territorio es fundamental para no caer en la irrelevancia. Izquierda Unida es un proyecto federal y desde ese proyecto federal tenemos una estrategia federal, es decir, igual en todos los territorios. Pero tener una estrategia igual en todos los territorios no puede llevarnos a no leer bien las diferencias de situación que hay en cada comunidad autónoma porque si no pasaría como los puentes cuando no se tiene en cuenta la dilatación de los de los metales que lo componen, que se quiebra, pero sigue siendo el puente. Tenemos que tener la flexibilidad de atender a las realidades de cada territorio desde una visión global o federal. Y ahí tenemos una responsabilidad.
-¿Por qué?
-Porque somos la única fuerza política que está integrada en Sumar, que tiene carácter federal, junto con el movimiento Sumar, que es el otro partido, que también se llama igual pero que pero que es un partido más dentro de esta de este movimiento. Y desde esa responsabilidad federal de la capilaridad y el trabajo local, de nuestro arraigo territorial, tenemos un papel fundamental y protagonista en la construcción de estos espacios con las realidades de los territorios, pero desde una visión federal que nunca olvidamos.
-¿Usted se va a trasladar a Madrid para ejercer su nueva responsabilidad?
-Voy a vivir en Sevilla, pero mi base, mi medo oficina va a ser la estación de Santa Justa. Venir a coger un tren, irme a Madrid algunos días a la semana y volver no va a ser un problema. Y además porque quiero reivindicar que todo no va a pasar por Madrid. Yo desde aquí me voy a mover a Valencia, Baleares, a Canarias o Asturias y lo puedo hacer perfectamente, afortunadamente desde el punto de vista de la movilidad, de transporte. Entonces voy a hacer una dirección de carretera y manta de encuentro con la militancia que creo que es fundamental en estos momentos. Reivindico mucho el carácter esencialmente humano que tiene la política cuando yo hablo del arte noble de la política, que lo reivindico frente a los que denostan la política porque no la necesitan. Los ricos, las élites no necesitan política porque ellos gestionan las cosas de otra forma. La política es el instrumento de transformación que tenemos aquellos que no tenemos otra cosa. Y es fundamental el contacto personal, el contacto físico, el sentarse y debatir a calzón quitado, el que los dirigentes escuchemos lo que la gente te quiere decir y no lo que tú quieras escuchar y reivindicar. La transición y digital está muy bien, pero no nos debe hacer perder de vista que la conexión, que el lenguaje no es sólo verbal, el lenguaje no verbal es mirarte a la cara, saber si estás mintiendo o diciendo la verdad con los ojos y sobre todo sonrisas y abrazos que te establezcan complicidades en los momentos difíciles. Y desde esa reivindicación de la política es desde la que yo quiero ejercer como coordinador. Voy a ser un coordinador de carretera y manta que va a estar más en las periferias que en la corte madrileña. Y cuando hablo de periferia también hablo de Vallecas, hablo de Rivas, hablo de Alcorcón y hablo de la clase trabajadora madrileña que soporta encima a la corte madrileña absolutamente insufrible.
-El Papa dice que la realidad se ve mejor desde la periferia que desde el centro
-Me parece maravilloso porque él se definió en su primera intervención como que venía de la periferia. Yo también vengo de la periferia. Siempre he sentido como docente que he participado en muchos proyectos europeos, me he sentido muy reivindicativo del concepto de periferia porque así me he sentido y por tanto es la obra de las periferias también en España.
-¿Cree que eso le va a aportar algo a su organización estar dirigida por alguien que no esté metido en ese microclima de Madrid?
-Yo así lo he defendido y la militancia así me lo ha refrendado. Yo reivindiqué una dirección desde un proyecto de Izquierda Unida desde las periferias con una visión de algo que se parezca más a lo que es la izquierda de nuestro país y sobre todo con una política y una forma de entender la política que se parezca más a lo que es España. Hay muchas España y desde luego, desde mi punto de vista, la más real, la que tiene los matices, la que tiene la tolerancia en la dinámica cotidiana, está mucho más fuera de la almendra madrileña que dentro de Madrid. Nosotros nos queremos parecer más a lo que es nuestro país en la realidad. Y creo que esa reivindicación de las periferias como concepto y como forma de política casa muy bien con un proyecto como Izquierda Unida que reivindica que ha llegado su momento. Ceo que es un buen momento para militar en ella, como reivindicó el espacio amable, crear que la asamblea sea bien acogida la gente que quiere militar, que sea un placer ir a una reunión de debate y digamos que fuera de la intoxicación y el veneno del centralismo. Y yo creo que las periferias podemos aportar sensatez, un nuevo marco de sentido común, una cierta cordura en la reflexión, incluso en el debate político con otra gente que discrepe de nosotros, pero desde la reivindicación del respeto, del encuentro a pesar de la diferencia y de la necesidad de convivencia que tenemos en nuestro país, que no podemos olvidar teniendo en cuenta nuestra historia.
-Por lo que me está diciendo entiendo que se plantea un trabajo con resultados no inmediatos
-Muy de campo, de medio plazo. Pero voy a tener algo que no he tenido nunca en mi vida, que es paciencia. La paciencia la tengo que cultivar. Estamos en una sociedad en la que queremos el efecto inmediato, el titular inmediato, inocular un mensaje que tenga muchos retuits, dar un mensaje a través del TikTok que no existe. Yo tengo mis alumnos en los que el TikTok arrasa. Para ellos Twitter es un espacio venenoso que no les interesa. Bueno, Facebook es absolutamente pureta porque están sus padres como mínimo, y ellos en el TikTok están lo inmediato. Y ahí hay un peligro porque hay una exaltación de cierto narcisismo autocontemplativo que invita a un marco de valores muy vinculado a un rol muy narcisista y muy individual. Y eso me preocupa. Yo voy a aplicar mis métodos pedagógicos. Mire, cuando nosotros empezamos el curso no podemos pedir que los resultados sean inmediatos. Nosotros tenemos que madurar, como hacer el buen pan que hacían mis abuelos, que eran panaderos, o que hacía mi madre. Esperar a que la levadura fermente, a que se haga el pan, a que se caliente en el horno y que salga un buen producto. Por tanto, prudencia en el ejercicio de la acción política y paciencia en la búsqueda de los resultados. Voy a hacer una dirección contra intuitiva a lo que está en la escala de valor desde lo inmediato de ahora.
-A pesar de eso, usted tienes ahora un desafío inmediato que es la elección europea, en donde uno tiene la sensación de que Sánchez ha conseguido ampliar mucho a la izquierda el espacio de su partido y que deja un poco arrinconada a su organización.
-Pero volvemos a lo inmediato, es decir, bueno, cada uno aquí tiene la legitimidad para establecer guiños y movimientos que ensanche su espacio. No vamos a quejarnos de que cada partido intente ser hegemónico, nosotros reivindicamos también serlo. Otra cosa que lo consiga alguien o no. Pero el papel de papel prometeico al que aludíamos es un papel de ver más allá del TikTok o del tuit. El emocionante reconocimiento del Estado palestino que hace incorporarse a España a lo que es ya la inmensa mayoría de los países del mundo, por tanto nada nuevo, nos debe hacer ver que hay más hay más asignaturas pendientes. Y en esa visión prometeica más integral no podemos olvidar el Sáhara. España tiene una deuda con el pueblo saharaui y nuestra batalla desde Izquierda Unida desde luego la vamos a tener muy clara, que es la modificación de la estrategia Sánchez con respecto al Sáhara y la recuperación de la defensa del derecho de autodeterminación y de la independencia del pueblo saharaui. Y por tanto, ahí digo, para no perder la perspectiva de que en los conflictos internacionales la izquierda tiene una visión mucho más integral que lo que puede ser un golpe de TikTok en términos políticos, para ser ambiciosos, audaces y, sobre todo, coherentes. No podemos reconocer al Estado palestino, que por supuesto lo hemos defendido siempre, sin tener coherencia con respecto a la política que tenemos que llevar con el pueblo saharaui. La reflexión que yo hago a la gente de la izquierda es ¿están de acuerdo con nosotras o no? O todo es un impulso absolutamente tacticista y, por supuesto, respetuoso respecto a las tácticas que cada partido establezca .Debemos tener un respeto a la inteligencia de la gente para construir hegemonía en el campo de la izquierda con una visión audaz, ambiciosa y coherente.
-¿Eso qué significa?
-Debemos suspender los contratos de armas con Israel, debemos embargar los que tenemos actualmente en marcha y no olvidar nunca, nunca, que los gobiernos, todos toman decisiones políticas gracias a que las movilizaciones sociales obligan a los gobiernos a dar esos pasos. Sin las grandes movilizaciones que ha habido en todo el mundo, sin la acampada universitaria, sin los empujes de Izquierda Unida y de Sumar en la búsqueda del reconocimiento palestino, Pedro Sánchez no habría dado este paso. Y creo que la lección que sacamos de esto es que la izquierda en España tiene que saber que es fundamental la exigencia de una organización que no está vinculada a tacticismo de ampliación de mayoría por un olfato inteligentísimo a la hora de detectar los movimientos telúricos de la sociedad española, sino por una convicción y coherencia que va más allá de posiciones absolutamente positivas pero que vienen tarde y son insuficientes.
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