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Joaquín Jiménez, junto a su ambulancia en las urgencias del PTS, asegura que es difícil no empatizar con el dolor ajeno. PEPE MARÍN
«Hay jornadas en las que he trasladado a 20 pacientes»

«Hay jornadas en las que he trasladado a 20 pacientes»

Joaquín Jiménez | Conductor de ambulancias en Granada ·

Al principio, pensaba que la covid «era un resfriado»; ahora, lamenta que se alivien las restricciones cuando se acercan fechas señaladas. Pese a todo, es optimista: «Volveremos a salir, a viajar...»

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Jueves, 25 de febrero 2021

La vida en una ambulancia es como un libro que se escribe a diario, pero en el que no hay posibilidad de elegir el rumbo de la aventura. «Cada día, y cada paciente, es distinto. Tú te crees que vas a una urgencia similar a la anterior por lo que te describe el centro coordinador y, cuando llegas allí, es todo lo diferente. Una urgencia nunca se repite», relata Joaquín Jiménez (Granada, 1985). Él es técnico de emergencias sanitarias, «lo que se conoce como conductor de ambulancias», desde hace casi dos años. Hizo el curso siguiendo el consejo de su suegra, enfermera en su pueblo, y poco después acabó al volante de una unidad covid. «Antes, había días de 6 o 7 servicios. Ahora, las jornadas ya son más estresantes. Te pueden salir 15 servicios, 17 o 20».

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Jiménez reconoce que, cuando el runrún crecía, «era de los que decía que esto es un resfriado». Lo comentaba con el personal de enfermería de los hospitales y con Francisco Javier, con quien comparte largos días de trabajo en la ambulancia. «He tenido mucha suerte. Son muchas horas las que se pasan juntos, muchos pacientes que pasan por nuestras manos y creamos un vínculo, también afectivo». No obstante, lo que predominaba era «una calma tensa», que tornó en «preocupación» conforme iba creciendo la cifra de ingresos.

«Había mucho volumen de llamadas y la gente ya no decía 'me he resfriado', sino 'me he contagiado de la covid'», recuerda sobre los primeros compases de la pandemia.

«Ya muchas veces encuentras en el domicilio a la gente muy superada, que lleva mucho tiempo con fiebre, sin poder dormir, con tos o que no puede respirar. Tú quieres ayudarles y muchas veces no puedes llegar a ofrecer ese vínculo con el paciente o con la familia que te gustaría tener», lamenta. Lo peor de la enfermedad, bajo su punto de vista, es la soledad que implica. «El paciente se viene solo con nosotros en la ambulancia, ya sea mayor o joven de 18 años; hay quien nos pregunta si lo volvería ver».

Una cuestión que no solo afecta a los seres queridos de cada paciente. «Nosotros llegamos al hospital y les dejamos, pero, por desgracia, no sabemos más de ellos. Sabemos que los van a cuidar, y nosotros mismos intentamos darles el mejor trato posible, como si fueran nuestros abuelos, padres, vecinos o amigos. Pero cuesta llegar a tu casa y no pensar. Es difícil no empatizar con el dolor de otra persona cuando puede ser tu abuela la que está en esa situación», expresa entre resoplos.

Por todo ello, afirma que le «fastidia» cuando se alivian las restricciones en fechas señaladas. «¿No será mejor salvar vidas?», plantea, aunque entiende que «la persona que no trabaja de esto pensará de forma totalmente distinta». En cualquier caso, Joaquín Jiménez es «cada día más positivo». «Gracias a Dios, ya tenemos una herramienta muy importante como son las vacunas. Esto va a ser todavía largo, pero no nos podemos dejar vencer de ninguna de las maneras. Volveremos a salir, a viajar, a todo lo que hasta hace un año era nuestra vida normal».

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