José Repiso Torres (Montilla, 1972) es el responsable de la gestión sanitaria de las residencias de personas mayores en Andalucía, uno de los espacios más golpeados por la pandemia, que se ha llevado la vida de más de 1.400 mayores hasta el momento. Este ... educador social y perito judicial cordobés, con gran parte de su vida entregada a la causa social a través de Cáritas, lleva meses volcado en minimizar los estragos de esta dramática pesadilla del virus en nuestros mayores con la esperanza puesta en la anhelada vacunación que hoy, por fin, comienza en estos centros.
–¿Cómo va a ser la vacunación que hoy se inicia en las residencias?
–Todo está preparado, aunque van a llegar muy pocas al principio, unas 1.800, un volumen un poco irrisorio, por lo que será algo testimonial, pero vamos a distribuirlas de forma equitativa en centros de todas las provincias andaluzas. Esperamos que todos los usuarios y trabajadores de las residencias estén vacunados en un mes, aunque depende de la llegada de la segunda dosis necesaria para su efectividad que nos tiene que enviar el Estado.
–¿Se ha actuado con celeridad en la atención de estos centros?
–Desde el 13 de marzo estamos adoptando medidas para el control de la pandemia en las residencias, incluso antes de la declaración del estado de alarma por parte del Gobierno. Desde entonces no hemos parado de asumir competencias. Además, llevábamos trabajando hace un año en la mejora de la atención sanitaria en estos centros de la mano de la Dirección General de Mayores, porque creemos en el modelo sociosanitario.
–Sin embargo, se pasaron momento críticos y duros.
–Sí, sufrimos altos niveles de estrés como en otros ámbitos y lo pasamos muy mal, porque hay que reconocer que no teníamos muy engranado el conocimiento de los centros residenciales al ser competencias del área social. De la noche a la mañana nos vimos haciendo normativas y adoptando medidas y recomendaciones sobre el funcionamiento de estos centros con ese problema y si a eso unimos el déficit de medios como la falta de EPIS, hicieron muy dificultosos los primeros meses de marzo y abril
–¿Se aprendió la lección del revés de la primera ola?
–En esta segunda fase de la pandemia estábamos más preparados, aunque también se ha pasado mal cuantitativamente, pero es verdad que el engranaje de actuación ya lo teníamos perfectamente diseñado y hecho, lo que nos ha permitido actuar con más celeridad, llegando a medicalizar hasta 60 residencias para mejorar la atención sanitaria ante los brotes registrados, garantizando la presencia de profesionales sanitarios en estos centros durante las 24 horas, lo que ha demostrado que la respuesta sanitaria ha funcionado.
–¿Qué autocrítica realiza?
–Pues que la atención sanitaria en los centros residenciales tiene muchos ámbitos de mejora y en esto hemos venido trabajando de forma permanente durante la pandemia. De hecho, hemos creado un grupo de trabajo conjuntamente con el sector residencial para avanzar en esta materia que es fundamental, ya que los mayores que están en una residencia tienen el mismo derecho que cualquier otra persona a una prestación sanitaria de calidad. Si esto se hubiera trabajado antes, la respuesta hubiese sido mejor. También se tenía que incidir más en la prevención, en la detección precoz y en un control más rápido de los contagios, ya que hemos tenido residencias en las que de la noche a la mañana se ha contagiado una gran mayoría de usuarios, lo que evidencia que esos pasos previos no se han hecho de forma correcta.
–¿Cómo ve la afectación de estos centros en Andalucía con respecto a otros territorios?
–Objetivamente los datos de Andalucía son buenísimos, aunque hay que reconocer que cuando alguien fallece es una derrota de todos. Sobre el total de fallecidos en residencias, en Andalucía estamos en un 29%, mientras que otras comunidades como Castilla-La Mancha su tasa de mortandad en residencias alcanza el 70% y la media nacional se sitúa en el 52%. Creo que estos datos demuestran que algo habremos hecho bien y diferente, como el hecho de que fuimos la primera Comunidad en hacer el test de antígenos a usuarios y residentes, algo que estamos desde hace tiempo realizando de forma periódica para extremar el control del virus
–¿Cuáles son las principales medidas que se han impulsado?
–Hemos actuado con todos los medios y recursos a nuestro alcance, medicalizando residencias y habilitando centros de evacuación, con refuerzos de personal de enfermería, facultativos e incluso contratando a auxiliares de geriatría para garantizar la atención de los mayores.
–Pero una de las claves debería ser la prevención y la protección de estos centros frente al virus, ¿no?
–Así es, creo que se le da mucha importancia a la atención sanitaria cuando lo fundamental es actuar con anticipación para evitar que el virus entre en estos centros, pese al vector de riesgo que supone sus trabajadores. Después hay que promover una detección precoz para ejercer un control rápido de los contagios y evitar que se expanda dentro del centro.
–¿Con qué criterio se ha decidido el optar por evacuar residentes a otros centros?
–Los criterios han sido siempre técnicos y no políticos, muchas veces lo mejor ha sido sectorizar los centros y aislar los positivos, ya que no tiene sentido evacuar a personas asintomáticas.
–¿Cómo valora el modelo de atención sanitaria que se ha tenido que implantar por la pandemia en estos centros?
–Muy bien, creo que el nuevo modelo asistencial que hemos impulsado en estos centros ha llegado para quedarse porque hay que tener en cuenta que el riesgo de las residencias es la alta concentración de personas frágiles y eso requiere de una atención sanitaria diferenciada. –¿Cómo ve la actuación de las residencias en esta crisis Covid?
–La mayoría de las centros residenciales han actuado de forma loable durante la pandemia y sus trabajadores han estado al pie del cañón cuidando a los mayores con un personal muy vocacional y entregado.
–Pero se han dado casos en los que se han registrado críticas por la gestión
–Es verdad que hay algunas residencias que han dado problemas, pero en casos excepcionales, y en esta segunda ola incluso hemos puesto en conocimiento de la Fiscalía algunas situaciones que nos hemos encontrado que no eran acordes con las normativas vigentes que rigen en estos centros, ni tampoco a condiciones de salubridad y cuidados y atención a los mayores. En aquellos casos en los que se ha metido la pata, no nos va a temblar el pulso para actuar en este sentido.
–¿Se ha estado vigilante ante esta situación crítica en las residencias?
–La inspección de servicios sanitarios ha estado prácticamente volcada en exclusiva en su labor en estos centros residencias desde que comenzó la pandemia, cuando antes eran espacios que no teníamos testados. Cuando la inspección detecta alguna anomalía se levanta una infracción administrativa o si es más grave se pone en conocimiento del fiscal, y si es más leve se plantea otro tipo de medida para su subsanación por parte del centro.
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