Chema Ruiz España
GRANADA
Sábado, 5 de diciembre 2020, 12:49
El desarrollo de las vacunas contra el coronavirus, ya apurando su última fase, dibuja un nuevo horizonte en la carrera hacia la ansiada nueva normalidad. Al menos, así lo quiere pensar la sociedad española, exhausta tras lidiar con la Covid-19 durante el último año ... sin vislumbrar a ciencia cierta el final del túnel. La realidad, no obstante, está condicionada por el comportamiento ciudadano en las próximas semanas y la aceptación de las propias inyecciones. Los expertos miran con cierta preocupación las fiestas de Navidad y señalan la barrera del 70% de la población inmune como el principal objetivo para poder ir aflojando el cinturón. Una meta que requiere un proceso complejo en lo estrictamente logístico, así como asumir que la transición sociosanitaria implicará amoldarse a la enfermedad.
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«Yo creo que el virus está aquí para quedarse; no se va a ir», sostiene Ignacio Jesús Molina Pineda de las Infantas (Córdoba, 1958), catedrático de Inmunología de la Universidad de Granada (UGR) e investigador del Centro de Investigación Biomédica. Considera que habrá que aprender a «convivir con el virus», debido al «nivel de diseminación al que ha llegado». «Por eso, la vacuna se convierte en un elemento tan importante», afirma.
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En una línea similar se expresa José Antonio López Guerrero (Madrid, 1962), profesor de Microbiología Molecular en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), quien, cuestionado por IDEAL, apunta a un posible «cambio de paradigma» como el vivido tras la gripe española en Asia, donde el uso de la mascarilla es habitual «por respeto». «Seguramente, ese cambio de paradigma ahora lo hemos vivido de cerca y va a hacer que durante mucho tiempo contemplemos la mascarilla», vaticina el científico, que también subraya que interiorizar «la idea de higiene, de distanciamiento, de mascarilla y de ventilación» podría hacer que en España se alcance «una futura nueva normalidad», si bien lo que la cotidianidad previa al coronavirus queda lejos. «Creo que no se puede pensar en adquirir la vieja normalidad en un futuro corto, y con un futuro corto hablo de los próximos dos o tres años», asevera.
La pregunta que pasa por la cabeza de la gran mayoría de españoles en este momento es cuándo se puede hablar de esta nueva normalidad, de recuperar una vida social similar a la conocida hasta este año y retomar las actividades habituales, en cuya respuesta coinciden los dos profesores. «Tener una vacuna no quiere decir que tengamos a la población inmunizada. Para tener un efecto global de protección, debemos tener, al menos, al 60 o 70 por ciento de la población inmunizada», argumenta Molina Pineda de las Infantas, que debido a la extensión de este proceso estima que «a partir del último tercio del año que viene» se puede «tener un horizonte distinto». «Me gustaría equivocarme, pero antes no creo que sea posible», esgrime.
López Guerrero puntualiza igualmente que este camino depende «mucho» de «si las vacunas son eficaces y de si, de forma artificial, con dicha vacuna, o natural, con infecciones», se llega «al invierno del año que viene con buenos parámetros epidemiológicos». «Eso será una prueba importante para pensar que se puede alcanzar esa nueva normalidad, a lo mejor, a finales de 2021 o a principios de 2022», asevera, si bien advierte de que, en caso contrario, aún habría que «esperar bastante hasta que se alcance esa seguridad por inmunización».
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Por todo ello, las próximas semanas, y en especial las fiestas navideñas, se convierten en un condicionante de este largo procedimiento. «Estamos jugando a ver quién ofrece más normalidad», señala el profesor de la UAM, crítico con el alivio de las restricciones. «Plantearnos una relajación, cómo vamos a ir, que si vamos a autorizar que los residentes en residencias de ancianos vayan a sus casas con sus familias, con esa transmisión comunitaria, con estos índices de fallecimientos y de ocupación hospitalaria, me parece no solamente frívolo, sino una temeridad», exterioriza López Guerrero, que plantea una cuestión: «Cuando lleguemos a Navidad y sigamos teniendo parámetros más altos de los marcados por el Gobierno, ¿qué va a ocurrir?»
En este sentido, defiende que «todo lo que sea reducción de la movilidad ayuda a controlar la pandemia» y que «el confinamiento es lo más eficaz». «Si esto continúa y no conseguimos realmente un descenso continuado, drástico y cuantificable, seguramente habrá que pensar en medidas más drásticas», sentencia. «El debate este de salvar la Navidad me parece ridículo, porque hacerlo quiere decir tener miles de muertos en enero», agrega Molina Pineda de las Infantas, quien también piensa que «quizás, las medidas se tendrían que haber tomado antes y habría que haber tenido una actitud más diligente durante la etapa de relativa calma», ya que «durante el verano la gente le perdió el respeto al virus».
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Fue entonces cuando comenzó a gestarse una segunda ola que no sorprendió. «La segunda ola estaba más que predicha. Todos los científicos lo avisamos una y otra vez. La gripe española de 1918, que causó 50 millones de muertos, tuvo tres olas y la devastadora fue la segunda. No hacíamos más que decir que la devastadora podía ser la segunda y, efectivamente, es lo que ha pasado. Tendremos una tercera si no hacemos bien las cosas», indica el catedrático de la UGR. López Guerrero coincide en este análisis. «En España, la llegada del invierno venía precedida de una meseta de casos que paulatinamente han ido aumentando desde el principio del desconfinamiento ya en julio», señala el experto, que tiene claro que «no se puede descartar una tercera ola a partir de enero».
«Todo dependerá de lo que hagamos de aquí a enero, de lo que hagamos con las vacaciones, de la responsabilidad que asumamos como individuos, de la responsabilidad que los Gobiernos asuman, y ya estoy viendo que en ese sentido están dejando mucho que desear», agrega. «A lo que ha contribuido esta segunda ola es a que haya más personas expuestas y que, en el camino, nos hayamos dejado más muertos que en la primera. Es una cosa que estamos ignorando», concluye Molina Pineda de las Infantas.
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