La Alhambra, nuevo hábitat para el sapo partero bético
Biodiversidad ·
Una especie única del sureste andaluz reconquista las albercas y pilones de Peña Partida | La presencia de larvas por tercer año consecutivo en el conocido como Carmen de los Catalanes confirma el éxito de la reintroducción de la especie
Juan Enrique Gómez y Merche S. Calle
Miércoles, 9 de octubre 2019, 01:13
Se mantienen inmóviles bajo el agua, en el fondo arenoso de la pilona de una antigua fuente ornamental situada frente al pequeño carmen de Peña Partida, la colina donde se alza Torres Bermejas, a la vista de la torre de la Vela. Son larvas de sapo partero bético, Alytes dickhilleni, un anfibio calificado como vulnerable a la extinción, endémico de las sierras del sureste de Andalucía y algunos enclaves de Murcia, que intentan pasar desapercibidas a posibles depredadores, especialmente culebras de agua. La presencia de estas larvas en las pilonas y albercas de Peña Partida de la Alhambra, el enclave conocido como Carmen de los Catalanes, significa que esta especie, reintroducida en el espacio monumental, logra consolidar sus poblaciones al reproducirse por tercer año consecutivo, una labor que se encuadra dentro del programa de manejo de albercas y estanques de la Alhambra, que engloba la totalidad de las estructuras hidráulicas del territorio gestionado por el Patronato de la Alhambra y el Generalife.
«Albercas, acequias, estanques, incluso los pilones de las fuentes, son elementos vivos, generan ecosistemas en los que se desarrolla una gran biodiversidad que aprovecha los recursos hídricos y, a su vez, ayuda al mantenimiento de esas estructuras», afirma el biólogo Juan Ramón Fernández Cardenete, que lleva a cabo la labor de seguimiento y desarrollo de las comunidades de anfibios, dentro del programa de manejo de albercas que dirige el Departamento de Bosques, jardines y huertas del Patronato. «El sapo partero bético es una especie muy amenazada en su medio original, fuentes y charcas de sierras de altitud media, por la desaparición de sus ecosistemas, por lo que en la Alhambra se ha intentado dar un lugar donde desarrollarse», afirma Fernández Cardenete, que comenta que esta especie es un magnífico bioindicador, tanto de los efectos del cambio climático, como de la salud de las aguas y el ecosistema en el que vive. «La presencia de larvas significa la alta calidad del agua y el entorno ecológico de este enclave de Peña Partida».
El plan de mejora de las estructuras hidráulicas comenzó en 2007, pero fue en 2015 cuando se decidieron a reintroducir al sapo partero bético, animados por el buen estado de las albercas de Peña Partida, con aguas muy transparentes, sobre todo después de retirar las poblaciones de carpas y carpines que se habían apoderado de las albercas tras ser depositados allí de forma irregular. La desaparición de los peces permitió el inicio del trabajo con anfibios, tanto gallipatos como rana común y el sapo partero bético, una de las joyas naturales de Andalucía oriental. «Comenzamos con unas 80 larvas y pronto comenzamos a contar con adultos reproductores que habían nacido aquí y que cada primavera, verano y otoño, cuando las condiciones de lluvia lo permiten, se reproducen sin problemas. Ahora, en el los primeros días del otoño, se está produciendo el paso a tierra de las últimas larvas que realizan su metamorfosis y pueden iniciar su vida fuera del agua.
Desde el Darro
«Esta pequeña población procede, como pudo ocurrir antiguamente, de las aguas del Darro, de zonas de la sierra de Huétor. Pensábamos que si esta especie vive en las zonas vírgenes del río, en cotas altas, este podría ser un buen enclave para ellos», dice Fernández Cardenete, que explica que tras quitar los peces, el agua adquirió transparencia y pudimos aprovechar las plantas acuáticas, caráceas, que había en el fondo. «Pudimos preparar el hábitat pata la llegada de este anfibio y otros muchos invertebrados y macroinvertebrados acuáticos que aprovechan las albercas, al igual que otras especies de anfibios como los gallipatos, que se han adaptado muy bien a las albercas de la Alhambra».
El sapo partero, lleva este curioso nombre, porque es el macho el que se encarga de todo el proceso de incubación y eclosión de los huevos. Desde que la hembra los expulsa de su cuerpo, el macho los recoge entre sus patas posteriores y los mantiene ahí, transportándolos allá donde va, hasta que llega el momento de la eclosión. Es de las pocas especies del mundo en las que el macho se encarga de los huevos. «Entre los anfibios, lo normal es que la hembra deposite sus huevos en el agua y allí se desarrollen hasta eclosionar, en este caso no se desprenden de ellos y el macho los cuida durante todo el proceso», afirma el biólogo especializado en anfibios.
Los jóvenes han salido del agua y se han diseminado por los conductos y canalizaciones. Pequeñas rampas colocadas en los bordes de las albercas y las zonas con escaleras, les han permitido colonizar todo este espacio, donde es posible verlos en sus escondites favoritos, bajo piedras junto a canales, por ejemplo.
La labor de manejo de albercas ha logrado que una gran parte de los estanques y albercas del conjunto monumental, especialmente las situadas en el Partal y Generalife, hayan recuperado su calidad ecológica, con la presencia de nenúfares y otras plantas acuáticas generadoras de oxígeno, donde se desarrollan moluscos acuáticos, invertebrados y anfibios.
Ahora, en el enclave aún no abierto al público de Peña Partida, junto a la Fundación Rodríguez Acosta y Torres Bermejas, durante el crepúsculo, se les puede oír emitir su canto de apareamiento, un sonido agudo y prolongado, que demuestra que la Alhambra es un verdadero oasis ecológico en el centro de la ciudad.
Coloniza la media montaña
Esta especie de sapo es pequeña, solo mide poco más de cuatro centímetros y no se deja ver con facilidad. Ha conseguido colonizar un territorio privilegiado. Con esta reintroducción exitosa, se ha logrado dar a la especie una nueva esperanza de expansión. Hasta ahora solo era es posible verlo en estado silvestre cerca de Granada en contadas fuentes de Huétor, Castril y de Sierra Nevada, donde especialistas de la Agencia de Medio Ambiente y Agua de Andalucía, como Emilio González Miras y Elena Ballesteros, realizan seguimientos desde hace años por su cualidad de especie bioindicadora del cambio global. (
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