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Son tan pequeños que se confunden con guijarros de la playa. Tienen el mismo color de las piedras, pero se mueven rápido, o se quedan inmovilizados con la esperanza de mimetizarse con la arena del litoral y pasar desapercibidos a sus enemigos. Son polluelos de chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus) un ave amenazada con la categoría de 'vulnerable' a la extinción por la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza, que casi se podría considerar extinta en la costa de Granada, donde solo se pueden observar alguna pareja en playas como Carchuna y la 'Cagadilla', en los términos municipales de Carchuna-Calahonda y Salobreña. Esta pequeña ave de no más de 17 centímetros en los adultos y cinco en los polluelos que empiezan a corretear por la playa, vive en la línea intermareal, en la zona que ha sido ocupada por el avance inmobiliario y la agricultura de invernadero y, sobre todo, por la presencia, cada temporada veraniega, de miles de bañistas que acuden a las playas de la costa Tropical.
Pero en el declive poblacional que amenaza a esta especie se abre una vía de esperanza gracias al trabajo de protección llevado a cabo por un grupo de ornitólogos y los representantes y técnicos municipales de la Entidad Local Autónoma de Calahonda-Carchuna. La simple protección de una pequeña área de terreno situada en la playa, junto al Farillo de Carchuna, ha conseguido que la especie vuelva a reproducirse sin problemas en esta zona. «Hemos acotado un pequeño espacio donde los chorlitejos podían hacer sus nidos, que habilitan en el suelo sin protección alguna, para evitar que fueran destruidos por las excavadoras que preparan las playas para los bañistas ni atacados por perros», afirma el profesor y ornitólogo, Juan Pérez Contreras, que ha certificado la presencia de entre 7 y 8 parejas de chorlitejos que han construido 13 nidos. «Esta cifra es importante ya que durante los censos que hicimos en el año 2018, solo se contabilizaron seis parejas, cuatro en Carchuna y dos en la Cagadilla de Salobreña. De ellas, se reprodujeron cinco, y cuatro hicieron segundas puestas, mientras que este año, solo en Carchuna, se ha duplicado la cifra».
De los 13 nidos, uno fue destruido por tareas de desbroce, pero en los otros 12 los chorlitejos, pusieron entre tres y dos huevos en cada nido, que según Juan Pérez, eclosionaron en su totalidad. Si tenemos en cuenta una media de 2,7 huevos por nido, nacieron 32 pollitos, lo que puede considerarse todo un éxito. De ellos, lo normal es que salgan adelante un tercio. Así ha sido en esta reserva de Carchuna. Si de esos 30 polluelos, casi doce se convierten en juveniles y adultos, la labor ha merecido la pena.
Los ornitólogos habían detectado que en las playas más arenosas de la costa granadina se veían algunos chorlitejos patinegros, pero generalmente de paso y con índices de reproducción mínimos. Un seguimiento y censo llevado a cabo a lo largo del pasado año constató que la especie intentaba reproducirse en los dos enclaves señalados, pero las tareas de preparación de las arenas para la temporada veraniega les obligaba a abandonar los nidos o incluso los destrozaba o las máquinas aplastaban a los polluelos incapaces de volar. «Se quedan inmóviles en la arena esperando pasar desapercibidos a sus enemigos, pero esa actitud no sirve ante las excavadoras y morían aplastados». Los chorlitejos se reproducen entre abril y junio (en segunda puesta) y entre que nacen y se desarrollan pasan casi dos meses, lo que incluye la temporada de mayor afluencia a las playas.
La solución pasaba por una intervención municipal que acotase un espacio y que, además, concienciase a los usuarios de la necesidad de proteger a estas aves. «Entre otras cuestiones era importante que no hubiese perros sueltos ni vagabundos que pudiesen atacar los nidos y a los pollos ya nacidos», comenta Juan Pérez, que asegurara haber encontrado una magnífica disposición por parte del Ayuntamiento para proteger el espacio de los chorlitejos. «Además del espacio acotado, se han colocado carteles y se han distribuido dípticos informativos, lo que ha generado una buena disposición por parte de la gente que utiliza la playa». Una tarea que ha contado con la colaboración del biólogo y técnico de la ELA de Carchuna, Manuel Valderas. Esta 'operación' ha contado con la colaboración fundamental de los Agentes de Medio Ambiente de esta zona que se han volcado en la información y protección de este espacio.
Los buenos resultados de la campaña han conseguido dar un poco de esperanza en la recuperación de esta especie en la provincia de Granada, un ave que hasta la explosión urbanística del litoral era fácil de ver en el rompeolas, en el 'rebalaje' motrileño, corriendo paralelos a la espuma del mar en busca de invertebrados para alimentarse y que desde hace unos años, es muy difícil de observar. Un ave que, una y otra vez, intenta reproducirse en esta zona, como en otras de la provincia de Almería, pero que al no encontrar el lugar adecuado, se marcha o incluso, tras hacer sus nidos, los abandona por la amenaza inminente de las máquinas y los visitantes.
Los ornitólogos esperan que con las campañas informativas y los resultados de este año, puedan mantener los 'cotos' en la arena y favorecer que la próxima temporada de cría los chorlitejos vuelvan a nacer en las arenas de Carchuna.
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