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Un chirrido potente y largo, con la imposible dualidad de ser estridente y melodioso a la vez, se alza entre el continuado ronroneo del tráfico de la ciudad. Llega desde alguna de las tupidas copas de los naranjos amargos que jalonan la calle. Es el canto de un verderón, un pequeño pájaro habitual de zonas de cultivo, bordes de caminos y áreas rurales, que ante la pérdida de sus ecosistemas tradicionales se ha adaptado a vivir en la ciudad, no solo en sus parques, sino entre las arboledas dispersas de las plazas y los tejados urbanos, donde comparte hábitat con una variadísima avifauna que encuentra en el ámbito urbano un espacio donde satisfacer sus necesidades y garantizar la supervivencia de la especie. Ciudades como Granada, Almería y Jaén, con importantes núcleos poblacionales en sus territorios provinciales, están situadas junto a espacios naturales de alto valor ecológico, donde habita gran parte de la biodiversidad más singular del sur de Europa, cercanía que facilita que los cascos urbanos se hayan convertido en los nuevos hábitats de numerosas especies, sobre todo aves, que encuentran entre los humanos y sus infraestructuras, lo necesario para vivir. Especies tradicionalmente rurales se han vuelto urbanitas y adaptado ante la paulatina reducción de sus verdaderos hábitats.
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La guía de aves de ciudad crece de forma considerable. A los gorriones, golondrinas, palomas y vencejos, se ha sumado una larga lista de especies que ya forman parte de la biodiversidad urbana. Hasta hace unos años era impensable observar bandadas de aviones roqueros, esquivos y acostumbrados a laderas escarpadas y paredes de desfiladeros, descansar de sus vuelos de caza de insectos en el pretil de los balcones de las poblaciones del litoral, o planear entre los muros del cauce urbano del Genil. Junto a ellos, las lavanderas pasean por las orillas del río y las acequias, en busca de alimento. Gracias a ellos y a numerosos aviones, golondrinas, los pequeños mosquiteros durante el invierno, y los centenares de vencejos que surcan el cielo de la ciudad a primera y última hora del día, los insectos no se convierten en plagas letales para el hombre.
La presencia de aves en los parques de la ciudad se ha incrementado no solo en número de especies, sino también en singularidad. Los especialistas nunca pensaron que podrían verse mirlos acuáticos en la desembocadura del Darro con el Genil, un ave de aguas de media montaña, limpias y cristalinas, y menos aún que en parques como el Lorca, pasaran el invierno parejas de Martín pescador, o que las grandes garzas reales buscasen ranas en los cauces urbanos. Hasta hace menos de cinco años no se veían grajillas en las torres de las iglesias. Ahora las ocupan con poblaciones cada vez más numerosas. Las tórtolas compiten con las palomas entre los tejados, mientras que los colirrojos recorren a saltitos los tejados en busca de comida. Los cormoranes vuelan hasta los estanques ciudadanos para pescar, y en las poblaciones de la costa, las gaviotas patiamarillas ocupan los altos de edificios al no tener acantilados donde anidar.
En el bosque urbano de la Alhambra, se refugian en invierno los picogordos, y en primavera vuelan los pequeñísimos mitos que han dejado los bosques de la sierra. Entre las acequias, los petirrojos siguen a los trabajadores para aprovechar los insectos que aparecen en los surcos que deja la azada del jardinero. Necesitan las larvas que encuentran para llevarlas a sus nidos. Todos ellos son ya habitantes de la colina y la ciudad.
En la semana en la que se celebran los días europeos de las Aves, los Parques Urbanos y Naturales (22 de mayo) y el Día de la Red Natura 2000 (21 mayo), especialistas e instituciones implicadas en esta red europea, como el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, consideran que algunos espacios urbanos deberían llegar a ser protegidos para avifauna, con el mismo tratamiento que las ZEPA (Zonas de Especial Protección para Aves) repartidas a lo largo de todo el territorio europeo, e incluso extenderlas o crear nuevas figuras para parques urbanos, ya que estos lugares se han convertido en refugio e incluso en hábitat de numerosas especies
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La metrópoli es el nuevo hábitat de decenas de especies de fauna atraídas por la comida fácil y refugios más seguros
El éxodo desde los campos a la ciudad se impone día a día, la escasez de alimento en el ámbito rural propicia la colonización de las urbes por especies 'oportunistas Reportaje, fotogalerías, fichas y Guía de Aves de Ciudad en Waste Magazine
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