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Emilio J. Alfaro (Sevilla, 1954) empezó a soñar el mapa de las estrellas con cinco años, cuando su abuela le dijo aquello de «mira, la Vía Láctea», con aires de Long John Silver. Ese zagal todavía no sabía nada de cúmulos estelares ni podía imaginar, claro, que participaría en Gaia, la misión más exitosa en el estudio de nuestra galaxia. Pero sí supo entonces, de una manera genuina, vocacional y poderosa, que su vida estaría dedicada a resolver uno de los grandes misterios de la humanidad. 63 años después, sentado en su despacho del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA), en Granada, Alfaro ordena los papeles del artículo que acaba de publicarse en todo el mundo. Un artículo que cambia por completo la manera de ver nuestro cielo: «Lo hemos conseguido. El mapa. El trabajo de una vida».
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Alfaro dirige el Departamento de Radioastronomía y Estructura Galáctica del IAA y lidera el grupo de investigación Sistemas Estelares, con el que ha construido este mapa de las estrellas. ¿Qué es exactamente este mapa? ¿Qué nos enseña? ¿Por qué es tan relevante? Lo mejor será empezar por el principio: el 19 de diciembre de 2013 se lanzó al espacio Gaia, una sonda que ha proporcionado información sobre 1.800 millones de objetos espaciales. «Con esos datos, lo que hemos hecho es determinar cuál es la geometría de nuestra galaxia a través de la distribución de los cúmulos estelares».
No se vayan, que es más fácil de entender de lo que parece: «Un cúmulo estelar es un conjunto de estrellas que han nacido a la vez, de la misma nube de gas, por lo que comparten posición en el cielo, tienen la misma composición química y la misma edad». O sea, que los cúmulos estelares son niños que nacieron el mismo día y que nunca se movieron de Granada. ¿Tiene alguna ventaja estudiar cúmulos estelares en vez de estrellas por separado? Efectivamente: «Al compartir el mismo origen, podemos obtener sus variables físicas de una forma más precisa que la de las estrellas individuales». Es decir, si sabemos que todos los niños de la clase tienen cinco años es mucho más fácil que adivinar, en mitad de Bibrambla, qué edad tiene el sobrino de sus amigos.
¿Es fácil encontrar un cúmulo estelar? Pues no, es muy difícil. Casi tanto como encontrar oro en una mina. De hecho, el equipo de Alfaro ha usado la técnica del 'kriging', un método que nació en Sudáfrica a mitad del siglo XXpara determinar la máxima probabilidad de hallar pepitas de oro. «La mena de oro no es continua, como los cúmulos. Así que de alguna manera los cúmulos se convirtieron en nuestro oro». Gracias al 'kriging' localizaron suficientes cúmulos estelares como para construir un mapa exacto de nuestra galaxia más cercana. Un mapa capaz, además, de ver el futuro.
«Entre los datos que nos ofrece Gaia está la velocidad, con lo que podemos hacer un mapa no solo de la distribución espacial de estos objetos, sino un mapa de su movimiento. Sabemos dónde están y dónde van a estar». Imaginen ahora a nuestra galaxia como un motor de coche:abrimos el capó y nos encontramos con un montón de cosas moviéndose, esas cosas (baterías, alternadores, catalizadores, filtros...) que hacen que el vehículo funcione, es decir, que la vida marche. «Sabemos que se mueven, pero ¿por qué se mueven? Lo interesante del mapa es que a partir de cómo se mueven obtenemos información de cómo tiene que estar distribuida la materia, incluida la materia oscura, para que se produzcan esos movimientos». Por lo que saber su movimiento es el paso previo para entender el motor de nuestra galaxia.
El artículo científico lo firman seis investigadores, liderados por Alfaro. Todos ellos han sido parte en algún momento del grupo Sistemas Estelares. «Hay gente de la Universidad de Cádiz, de la Universidad Internacional de Valencia y del Centro de Astrobiología de Madrid. Y, por supuesto, Manuel Jiménez, el segundo autor». Jiménez (Granada, 1986), Físico por la UGR y doctor en Ciencia de Datos por Nottingham, llegó al IAA recomendado por el propio Paco Herrera, experto en computación e inteligencia artificial (IA). Él ha sido el encargado de 'mezclar' el 'kriging' con las últimas técnicas de IA para elegir, de los millones de datos que ofrecía Gaia, los mejores para construir la estructura estelar.
«Hemos mezclado lo viejo y lo nuevo –dice Jiménez–. Me siento tremendamente honrado de haber contribuido. Lo cierto es que la dimensión de esto la he ido conociendo poco a poco...». En 1988, el insigne astrofísico Eduardo Battaner le hizo una pregunta a Alfaro: «¿Se puede ver el alabeo galáctico a partir de la distribución de los cúmulos estelares en la Vía Láctea?». Alfaro le dijo que no lo sabía, que lo iba a intentar. En 1991 publicó el artículo que sentó las base de este mapa estelar, pero no fue capaz de responder a Battaner. «Ya sí puedo. Sí, se ve el alabeo –sonríe, orgulloso–. Este es el trabajo de mi vida. Me he dedicado a él desde el principio y lo siento como un cierre de ciclo. Con 68 años viene pronto la jubilación y es un cierre gratificante». El cierre de la historia del niño que convirtió el espacio en un mapa del tesoro.
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José E. Cabrero | Granada, Juanjo Cerero | Granada y Cristina Ramos | Granada
Cristina Ramos | Granada
Cristina Ramos | Granada y Alicia Amate | Almería
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