Reinhard Genzel, ayer en la Escuela de Arquitectura de Granada, a través de un tubo oscuro. PEPE MARÍN

Reinhard Genzel, Nobel en Granada

«Cuando hay recursos podemos conseguir lo que nos propongamos»

El director del Instituto Max Planck, uno de los descubridores del agujero negro en el centro de la galaxia, visitó este lunes Granada

Martes, 25 de abril 2023, 00:29

A mitad de la entrevista, sentados con un café en la terraza de la Escuela de Arquitectura de Granada, Reinhard Genzel (Alemania, 1952) se frota el bigote un instante para pensar la respuesta. La conversación sobre el agujero negro supermasivo en el centro de ... la galaxia, esa singularidad que lo absorbe todo, incluso la luz, ha desembocado en Dios. «No, no soy religioso», dice. «Pero puedes creer en Dios y trabajar en la ciencia, no es algo excluyente», añade, reflexionando sobre si ese agujero es el principio o el final de la vida. O, incluso, el más allá.

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«Tengo una mirada estrecha, supongo –cuenta–. Hace poco tuve una audiencia privada con el Papa, en Roma. Allí, un obispo dijo que la trascendencia de Jesucristo no se puede medir con la ciencia. Eso lo respeto, no creo que tenga razón, pero lo respeto. Desde mi punto de vista, la Biblia fue un fantástico libro de ciencia que intentó escribir lo que se sabía del universo en ese momento. Lo del Antiguo Testamento, para mí, no es lo más impresionante…». Conforme termina esta frase, la pata de la silla falla y se dobla sobre sí misma, provocando que Genzel caiga de bruces contra el suelo. De vuelta a la mesa, sacudiéndose la ropa, ríe con la situación.

¿Ha sido Dios o la gravedad?

–¡Jajajaja! ¡Ambos, estoy seguro!

Genzel, durante la entrevista. PEPE MARÍN

Genzel es director del Instituto Max Planck de Física Extraterrestre y profesor en las universidades de Berkeley y Múnich. Ganador de los premios más importantes de la ciencia, incluido el Nobel de Física en 2020, por el descubrimiento de un objeto compacto supermasivo en el centro de nuestra galaxia. Sí, Reinhard Genzel es una eminencia. Este lunes visitó Granada para participar en un congreso y ofrecer una charla en el Parque de las Ciencias, impulsada por el Instituto de Astrofísica de Andalucía.

Con el primer sorbo del café, el periodista le plantea cómo, desde pequeño, cada vez que mira a las estrellas tiende a pensar qué habrá después, y después, y después… hasta que llega un momento en el que su cabeza se bloquea y se reinicia, como si no pudiera soportar el cálculo. ¿Es eso un agujero negro? «¿El qué? ¿Ese lugar que imaginas? –ríe Genzel con la ocurrencia–. No, no. Un agujero negro es un lugar que no se puede encontrar. Por mucho que mires al cielo, al universo, por mucho que intentaras imaginarlo, nunca lo verías». Cuando se acerca el vaso, la luz que se refleja en sus gafas dibuja una suerte de horizonte de sucesos.

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¿Qué es un agujero negro?

–Es un objeto donde la gravedad es tan fuerte que jamás podrías escapar. Aquí saltamos y volvemos al suelo, pero desde hace menos de 100 años sabemos cómo escapar de la Tierra, con los cohetes. De un agujero negro nada puede salir pero todo puede entrar. Imagina que tú y yo entramos con un cohete, lo que sería genial para ti, como periodista, porque podrías escribir una buena historia... que nadie leería porque nada sale del agujero negro. Es una pena. Y otra cosa: tú y yo moriríamos.

¿Instantáneamente?

–En principio no, no instantáneamente. En teoría viajaríamos hasta el centro porque, una vez dentro, el viaje no se puede parar, no podrías dar la vuelta, caeríamos al núcleo de la singularidad donde toda la energía se concentra y...

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¿Ese el final de todo? ¿El principio? ¿El más allá?

–No puedo darte una buena descripción, pero sin duda es el final de la física en muchos sentidos. La teoría dice que todo lo que se introduzca dentro terminará en el punto central, un punto infinitamente pequeño: la singularidad. Casi todos los físicos creen que esto no puede ser verdad, pero es lo que tienen las teorías, que no significan nada hasta que consigas demostrarlas. Sería maravilloso poder ir dentro a probarlo, pero parece que no sería buena idea (ríe).

Un pequeño puntito.

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–Ya los griegos creyeron durante mucho tiempo que los átomos eran pequeños puntitos. Luego, cuando tuvimos suficiente 'resolución', vimos que había protones, neutrones y electrones. Y volvimos a creer que los neutrones y protones eran pequeños puntos, pero tampoco era cierto. Todo es mucho más complejo. Eso que describo a escala diminuta es la teoría cuántica, una teoría que describe el mundo en su escala más pequeña. Pues bien, resulta que no tenemos una teoría cuántica de la gravedad y eso es muy destacable. Sabemos muy poco de los agujeros negros y si viajáramos dentro podríamos escribir un buen reportaje, pero, como te digo, nadie podría leerlo.

«Sabemos muy poco de los agujeros negros y si viajáramos dentro podríamos escribir un buen reportaje, pero nadie podría leerlo»

Premio Nobel en 2020, el año de la pandemia. ¿Qué sintió?

–No lo esperaba porque había recibido otro premio, el Crafoord de Astronomía, que para la academia sueca es equivalente al Nobel en Astronomía. Es que, hasta hace poco, no había astrónomos con Nobel.

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¿Cómo fue el descubrimiento?

–Habíamos hecho mucha investigación. Mucho análisis. Si piensas en el sistema solar, tienes el Sol en el centro y los planetas alrededor, orbitando. Ahora imagina que ves otro grupo de planetas dando vueltas alrededor de algo que no ves. ¿Cómo se mueven? Pues a través de los efectos de la gravedad pudimos 'ver' algo que no podíamos ver con los ojos. Antes de demostrar su existencia, la mayoría de los astrónomos dudaban de que hubiera un agujero negro supermasivo y los físicos decían que no, que ni hablar. Después, los astrónomos pasaron a estar convencidos e incluso los físicos empezaron a dudar (ríe). Fue tremendo.

PEPE MARÍN

Desde la pandemia, invertir en ciencia parece más relevante. ¿Invertimos lo suficiente?

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–Buena pregunta. Diría que necesitamos invertir lo más que podamos. Está claro que cuando hay recursos podemos conseguir lo que nos propongamos. El asunto está en que sabemos construir el mejor telescopio del mundo, pero hay que pagarlo. ¿Por qué continuamos? ¿Por qué nos importan los agujeros negros? A mí me importan porque es mi trabajo: saber de dónde vienen, cuál es su papel… Resulta que cuando doy charlas descubro que el público general también está interesado. ¿Por qué, si no son físicos? Por la curiosidad. El ser humano es curioso por naturaleza, en particular los niños (unos alumnos de la facultad se sientan en la mesa de al lado y una chica coge la silla que se le rompió a Reiner. El astrónomo le dice que tenga cuidado, que no es buena idea).

La gente apoya lo que cree que va a servir para algo.

–Exacto, la gente es feliz apoyando cosas que hagan mejor la vida: coches, móviles, aparatos… Pero resulta que muchas de las cosas fundamentales de la tecnología surgieron de la curiosidad, no porque se estuviera buscando algo específico. Muchos de los inventos más revolucionarios vienen de la investigación básica. De jugar, vaya, de ser curiosos. Y a mí me gustaría seguir jugando un rato más (ríe).

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«Los agujeros negros interesan porque el ser humano es curioso por naturaleza»

Luego, la investigación es fundamental para todo.

–La investigación básica es importante para resolver problemas. Con el cambio climático, por ejemplo, mucha gente cree que la solución es recortar, quitar, quitar y quitar: no hagas esto, no viajes, no comas… No, yo creo que la clave es la investigación porque todavía no tenemos la tecnología que resolverá el problema. Y esa tecnología es posible. Ahí está la solución.

PEPE MARÍN

¿Conocía Granada?

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–He venido muchas veces por el radiotelescopio Iram, en Sierra Nevada. El instituto Max Plank, mi organización, es una del las tres instituciones que lo gestionan. Y Granada, claro, Dios mío, qué ciudad, qué historia, la Alhambra… He estado muchas veces y siempre disfruto.

¿Suena el nombre de Granada en los círculos científicos internacionales?

–El Instituto de Astrofísica de Andalucía es bien conocido, con muchas conexiones con los canales europeos. Granada es un fuerte compañero en astronomía, es buena tenerla cerca.

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«Vi un poco de la película 'Interstellar', pero no la terminé»

¿Encontraremos vida?

–Ciertamente, diría que en los próximos 20 años seremos capaces de analizar la atmósfera de muchos exoplanetas. No estoy seguro de qué encontraremos, pero algo de vida, en su sentido más amplio, puede ser… Ahora bien, ¿tendremos una conversación telefónica? No.

Tengo curiosidad, ¿le gusta el cine o la literatura de ciencia-ficción?

–No mucho. Vi un poco de la película 'Interstellar', pero no la terminé. Pensé que me debería gustar porque el físico Kip Thorne, también ganador del Nobel, era asesor de guion. Pero él tiene una opinión muy distinta a la mía. Hace poco me preguntaron si me iría de viaje al interior de un agujero negro si me prometieran que no me iba a pasar nada. Dije que no porque estoy seguro de que esa promesa no se puede cumplir. A la misma pregunta, Thorne dijo que sí, que claro. Él es mucho más aventurero que yo en ese sentido (ríe).

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